Análisis técnico-táctico: La Selección Mexicana sigue sin tener un estilo claro de juego. La figura de Cuauhtemoc Blanco evidenció las carencias de los otros seleccionados. Los goles de Layún fueron colaboración del portero israelí; ni Brasil ni Camerún ni Croacia le darán las facilidades al tricolor como las de hoy. El caso de Corona es desafortunado, esperemos que no sea nada grave. Falta establecer bien la defensa; en la media se requiere un contención líder y aguerrido; adelante, estaría bien tener al Chícharo en punta y atrás de él a Oribe.
Análisis psicológico: El futbol es una manera viable de redirigir la frustración y la violencia generada por la situación deplorable del país en la que se encuentra la persona. Pensemos en el ciudadano promedio, que a penas y tiene trabajo, y allí lo explotan, hay muchos otros que desean su puesto y esperan que falle y le meten zancadillas para que lo haga, por ello no queda otra más que aguantar los malos tratos de sus compañeros y del jefe, el tiempo adicional en la jornada laboral sin que se le paguen 'horas extra', y claro su salario mísero; sumémosle a ello el alza de los costos en la canasta básica y el transporte, y aún más, las reformas estructurales que sin conocerlas específicamente harán su vida todavía más fatigosa. Pero hay un partido de futbol, juega el Tri, si juntó un poco o un mucho puede ir al Azteca, si no, lo ve en casa, y durante ese espacio de 90 minutos puede olvidar parcialmente aquellos problemas que lo abruman, al mismo tiempo ese coraje, ese enojo, esa frustración y violencia son redirigidas. Como escribe Rubem Alves (Un mundo en un grano de arena. El ser humano y su universo. México, D.F.: Ediciones Dabar, 2006. P. 51):
"Vemos el futbol por la indescriptible felicidad de acabar con el adversario, de hacerlo sufrir. Porque has de estar de acuerdo: un gol, que es la felicidad para quien lo marca, es dolor para quien lo recibe. La excitación del futbol está en la dialéctica que existe entre el gozo y el sufrimiento."
Y así junto con los miles de aficionados le grita al árbitro "vendido", "ciego", le rechiflan, y qué decir de la calumnia a la hombría del portero en cada despeje. Al ganar su equipo entonces puede disfrutar también de esa victoria, sí, aunque no haya jugado él mismo. Es una victoria deportiva, efímera, pero que le da ánimos para despertarse al siguiente día e ir a fletarse otra vez con ánimo, con una actitud revitalizada. Esos 90 minutos fueron una catarsis suficiente (a veces, mejor que la que tendrían al asistir a terapia).
Análisis político: No hay duda en que el Gobierno favorece los eventos deportivos, conocen bien sus implicaciones como las mencionadas arriba. Es cierto que hay una agenda oculta. Sin embargo, es necesario reconocer que EPN no organizó el Mundial de la FIFA 2014; esto lo menciono porque muchos creen que todo es obra del Gobierno, como si este fuera un estructura omnipotente. No, el Gobierno es un oportunista, un aprovechado. Por ello, se debe hacer una clara distinción entre el deporte tal cual es y el uso político que quiera dársele.
Análisis económico: La derrama económica que resulta de las justas deportivas es impresionante. Si bien sirve para alguna buena causa, como por ejemplo, el apoyo a fundaciones caritativas o iniciativas en favor de la promoción del deporte, mayormente sirve a ese icono de la globalización que es la FIFA, organismo con la mayor presencia en el mundo, sí, más que la ONU. Dicho sea de paso el malestar que esto ocasiona en Brasil, país anfitrión del Mundial, donde se observa el derroche innecesario frente a la carencia de la población en general. Ante esto, los organismos deportivos deben replantearse socialmente.
Análisis sociológico: Las observaciones mencionadas anteriormente son suficientes para tener una perspectiva correcta. Por un lado, quienes gustan del futbol pueden disfrutar los partidos sabiendo que es un tiempo de relajación, de diversión en familia o en camaradería, pero que hay asuntos mucho más importantes que el marcador; tendrán que ser conscientes de que la solución a los problemas sociales se irá dando conforme vayan cumpliendo con sus obligaciones como ciudadanos. Por otro lado, los críticos de aquellos que les gusta el futbol deberán discernir bien y evaluar todo el escenario también; curiosamente, muchos de estos ciudadanos que critican al cuarto poder por su manipulación mediática son víctimas de lo mismo, pues se creen las notas sensacionalistas que reportan la "cortina de humo" del Mundial para la imposición de las reformas (como si el Gobierno necesitara de estos eventos deportivos para la imposición de las reformas o no las fuera a realizar si no se llevara a cabo el Mundial) y piensan que por el mero hecho de no ver un partido de futbol, o peor aún, que por agredir verbalmente a quienes si lo hacen, son mejores ciudadanos.
Ambos, tanto el aficionado como el que aborrece el futbol, tienen que hacer lo que les corresponde (ser justos y buscar que se haga justicia en todo momento, por ejemplo, cumplir con sus deberes en el trabajo o en la escuela o en el hogar, intervenir cuando un compañero de trabajo es despedido injustamente, respetar los límites de velocidad y las señales de tráfico, no tirar basura en la calle, cuidar el medio ambiente, proporcionar una buena educación a sus hijos, respetar al cónyuge, ceder el lugar a las embarazadas, etc.) y comprender que el futbol es futbol y nada más.
Análisis teológico: Primero, particularmente este partido de México vs. Israel no tiene ninguna connotación trascendental, es decir no se trató del pueblo de Dios contra los paganos aztecas. Tampoco por irle a Israel se está del lado de Dios ni tendrá su bendición (pues por ahí hay algunos que se apropian de aquella promesa "al que te bendijere, bendeciré y al que te maldijere, maldeciré"), ni por irle a México se está bajo maldición. Segundo, el deporte no es pecado ni malo; en el Nuevo Testamento se hacen varías referencias a competencias deportivas que en su momento realmente tenían un trasfondo cúltico pagano (1 Co. 9:24-27; Fil. 3:12-14; 1 Ti. 4:7-8; 6:11-16; 2 Ti. 2:5; He. 12:1-2). Estas citas demuestran que un cristiano bien podría asistir y presenciar dichos eventos y, todavía más, interpretarlos de manera que pudiera obtener una enseñanza ética y moral sólidamente cristiana.