miércoles, 15 de febrero de 2017

La sal y el salero



"Ustedes son la sal de la tierra. 
Pero si la sal se torna insípida, ¿con qué será salada?
Para nada sirve, si no para ser echada fuera y pisoteada por los hombres."
(Mateo 5:13)

A veces el problema no es la sal, sino el salero. Cosa curiosa, el salero debiera portar la sal y ayudarle a cumplir con su razón de ser. Por eso se pone el salero en el centro de la mesa, ofreciendo su sazón a todos los comensales. De este modo, la sal y el salero cumplen su función. 

Sin embargo, algunos saleros llegan a humedecerse, se engrasan, se llenan de cochambre, se tapan. Cuando esto ocurre, la sal es obstaculizada y así se impide que cumpla con su propósito. La sal sigue siendo salada y es capaz de sazonar, pero nadie la puede disfrutar porque está atrapada en un recipiente que ya no sirve.

¿Qué se puede hacer? ¿Tirar el mal salero junto con la sal a la basura? No. Mejor es sacar la sal de ese salero y ponerla en uno que sí sirva.