sábado, 29 de junio de 2013

Un vistazo a la religión de los cristianos


Vimos que Dios se encarnó y fue un hombre concreto, un judío de Galilea, que vivió como tal, practicando la religión judía y llevándola a plenitud. Sus primeros discípulos, también judíos, conectaron su religión judía directamente con la vida y obra de Jesús, el Cristo. Dentro de la religión judía se anhelaba un Mesías (el término ‘Cristo’ significa ungido, tal como el término ‘Mesías’) que cumpliría las profecías de un Rey-Sacerdote-Salvador. Los discípulos tras la resurrección de Jesús comprendieron claramente que Jesús es Cristo y Señor.

El Evangelio (literalmente: ‘buenas noticias’) que estos discípulos compartieron es que Jesús es el Cristo. Así lo demuestra el libro de los Hechos:
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. (Hechos 2:36-42)
Tras expandirse el Evangelio en diferentes lugares, a los discípulos de Jesucristo se les da el nombre de ‘cristianos’ (Hechos 11:26). Luego estos judeocristianos continuaron la predicación del Evangelio no sólo a sus compatriotas judíos sino también a los paganos:
Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia. (Hechos 13:46-49)
Actualmente, desde un análisis sociológico se puede hablar de la religión judeocristiana y paganocristiana. Los términos buscan acentuar las diferencias dentro del mismo cristianismo.
Por ejemplo, los judeocristianos son aquellos judíos convertidos al cristianismo. Algunas de sus características son: la circuncisión como muestra de su pertenencia al pueblo judío; su aceptación de la Tanak (acróstico que designa al Antiguo Testamento: Torá o la Ley de Moisés -Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia, Nebim –los Profetas, y Ketubim –los Escritos); la interpretación de la Torá a partir de la enseñanza de Jesús; y su fe en Jesús como el Mesías de Dios a partir de la enseñanza del Nuevo Testamento que ya señalaba la Tanak; por lo que sus prácticas cúlticas son realizadas a la luz de Jesucristo.

Los paganocristianos aceptan también la enseñanza del Antiguo y del Nuevo Testamento y comparten, obviamente, la fe en Jesucristo. Sin embargo, no son circuncidados ni les es necesario someterse a la circuncisión ni a ningún otro ritual judío. Al no ser judíos, son de toda nacionalidad con su propio trasfondo sociocultural. Tales aspectos socioculturales no son anulados ni desplazados sino que, más bien, son permeados por la religión cristiana; no es sincretismo sino síntesis (por lo tanto, también podemos hablar específicamente de aquello que he llamado chilangocristianismo).


En fin, si eres cristiano inevitablemente perteneces a la religión cristiana.

domingo, 23 de junio de 2013

La religión de Jesucristo


“Dios no es religión, es relación”, dicen los que yo rebauticé como religiosos reprimidos. En la publicación anterior ya escribí porque desde el mero uso del término se equivocan. Ahora, con el fin de aclarar esta cuestión y esperando cambiar tu concepción de la religión, voy a escribir un poco desde el punto de vista bíblico-teológico, primero enfocándome en el mismo Señor Jesucristo. 

Encontramos en el Antiguo Testamento a un hombre común y corriente, originario de Ur de los Caldeos, se trata de Abram. Dios pacta con él y le da descendencia, tierra y nombre (Gn. 12). Años más tarde, sus descendientes se multiplican grandemente en Egipto y son esclavizados. Dios escucha su clamor y llama a Moisés para ser su portavoz (Ex. 3). Al ser liberados de Egipto, Dios realiza un nuevo pacto con ellos (Ex. 24). Es aquí donde la religión judía nace. Si no me crees, simplemente lee Levítico o Deuteronomio y te darás cuenta de todos los ritos establecidos por Dios mismo, mediante los cuales él se da a conocer a su pueblo permitiéndole relacionarse con él.

Es cierto que después Dios mismo juzgaría y criticaría la mala conducta de su pueblo en los actos rituales, como en Oseas 6:6, “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.” Pero esto se debe a que su pueblo vació de contenido dichos ritos, más no porque estos fueran malos o sin valor alguno. Eran ritos parte del culto a Dios, y estaban preestablecidos por la ley dada por él mismo. El problema surgió cuando estos ritos eran realizados por el pueblo sin comprender por qué se hacían o peor aún, cuando a sabiendas de lo que implicaban, los llevaban a cabo de manera hipócrita. Con todo, Dios no elimina estos rituales; de hecho, sería el Hijo de Dios quien los cumpliría plenamente mediante su sacrificio.

Como evangélico crees que Dios se encarnó, que Dios se hizo hombre. Sin embargo, no fue cualquier hombre, nació y fue criado en una sociedad, cultura y -sí, aunque no lo creas- una religión determinada. En concreto, fue un judío y vivió como judío, apegado a la ley y cumplidor de sus ritos en el sentido estricto: fue circuncidado al octavo día (Lc. 2:21), lo cual era la señal del pacto y requería el cumplimiento de toda la ley (cp. Ga. 2:3); y a los doce años fue llevado al Templo en Jerusalén (Lc. 2:42), al respecto Joachim Jeremías (Jerusalén en tiempos de Jesús. Madrid; Ediciones Cristiandad, 2000, p. 112) explica:

…algunos textos del Talmud indican los trece años como la edad en que comienza la obligación de cumplir los preceptos de la ley; pero esos textos no contradicen la noticia de Lc. 2:42; los niños eran llevados ya a los doce años en peregrinación para habituarlos al cumplimiento del precepto, que les iba a obligar a partir del año siguiente.

Y también Leon Morris (Tyndale New Testament Commentaries. Luke. Grand Rapids, Michigan: Inter-Varsity Press, 1995, p. 100) señala:

Era a los trece años de edad que un niño judío se convertiría en un ‘hijo del mandamiento’ o pleno miembro de la Sinagoga (cf. Misná, Aboth 5:21; Nidda 5:6). Él entonces asumiría todas las responsabilidades implicadas en la circuncisión. De todas maneras, para algunas prescripciones, la Misná provee que un niño pueda llevarse al cumplimiento de la ley uno o dos años antes de cumplir los trece, a fin de que esté preparado (Yoma 8:4)… (Traducción mía).

Más adelante, ya en su ministerio, Jesús expresa: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mt. 5:17). Entonces, tenemos que Jesús, el Hijo de Dios, hombre judío, es sumamente religioso: cumple con la ley plenamente, no solamente a través de los ritos exigidos sino con su conducta, su vida, su amor… de manera que es capaz de enseñar y corregir al respecto a los líderes religiosos. Jesús cita Oseas 6:6, “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos”, en dos ocasiones registradas en Mateo 9:13 y 12:7. Estas citas se dan en un contexto donde los líderes religiosos siguen sin captar el significado de tales ritos o demuestran su hipocresía ante sus implicaciones.


De modo que la religión para el Señor Jesús no es mala, ni siquiera la rechaza, al contrario, cumple con ella. La religión de sus padres es donde esa relación con su Dios, su Padre, se desarrolla. Jesús, en sus enseñanzas y en su vivir, explica la religión judía a todos sus compatriotas, incluso a los líderes religiosos así como a los paganos. Por tanto, si eso lo hizo Cristo Jesús y tú te dices cristiano, ¿por qué reniegas de la religión? ¿Por qué no mejor explicar con tu misma vida lo que implica la religión, tal como lo hizo Jesús?