Hace
poco se transmitió un programa titulado ‘Sirenas: la nueva evidencia’. En el
programa, con formato de documental, se presentaban avistamientos de sirenas en
el mar de Groenlandia. Este programa era la continuación de ‘Sirenas: el cuerpo
encontrado’, presentado por Animal Planet.
[1] También, a principios de este año, circuló viralmente otro video de una
sirena que fue filmada en la costa de Kiryat Yam, Israel. [2] A partir de estos
programas, mucha gente realmente creyó que las sirenas existían, pero todo fue
una farsa.
Sin embargo, estos programas nos remiten a los mitos originales. Por eso, mejor veamos los detalles que nos ofrece la mitología griega
de estos seres:
La Odisea cuenta que, desde su isla, las sirenas atraían con su canto seductor a los navegantes que cruzaban por delante para matarles después; por ello la isla estaba llena de los esqueletos de sus víctimas. Sin embargo, Odiseo advertido por Circe, se salva del peligro tapando con cera los oídos de sus camaradas y haciendo que le atasen al mástil de barco: de esta forma pudo oír sin peligro a las sirenas, que le prometían (al estilo de las Musas) “sabiduría”. [3]
Como
en los otros mitos que hemos estudiado en las pasadas ‘Aberraciones evangélicas’
veamos porqué se puede hablar de ‘sirenas evangélicas’. Pues bien, de acuerdo
al mito, el objetivo de las sirenas es obstaculizar el paso del viajero a su
destino, su manera de lograrlo es a través de su canto. Muchos de los cantantes
evangélicos, o grupos musicales, bien podrían ser estas sirenas evangélicas:
cantan muy bien, atraen, llaman la atención de los cristianos con melodías
pegajosas, rítmicas, y con distintos géneros musicales, pues hay para todo
gusto. Y aunque su canto puede ser hermoso, contiene herejías, a veces
evidentes, otras, bien matizadas. Así atraen al oyente a desviarse de la
dirección correcta. Como aquella isla llena de esqueletos, así las sirenas
evangélicas llegan a tener para sí mismas enormes auditorios, foros llenos,
donde tienen a sus oyentes como víctimas, escuchando sus cantos extasiados,
casi hipnotizados; allí los tienen también como trofeos, se dice que tal o cual
sirena llena el Estadio Azteca, o el Auditorio Nacional, o el Foro Sol, Expolit,
Expo cristiana, etc., esos son sus islas, aunque otras se conforman con
escenarios más pequeños, incluso iglesias locales llegan a convertirse en sus
islas con el eco de sus cantos. Algunas se dan el título de “salmistas” para
mostrar quizás así autoridad en su canto y lograr tener más presas; prometen
también “sabiduría”, pero tal “sabiduría” es pura verborrea pues al examinar su
canto no hay nada de sabio.
Una
sirena de los primeros años del cristianismo pudo haber sido Arrio. Arrio fue
un sacerdote en Alejandría que decía acerca de Jesús, el Logos, que “hubo un tiempo en el cual él no era”. En otras
palabras:
“en Jesús no veía a Dios, sino a una criatura dotada de fuerzas divinas. Y esto es lo que él enseñó de palabra y por escrito; a Jesús, como máximo, lo situó lo más cerca posible de Dios. La segunda persona de la divinidad, el Hijo, no es consustancial al Padre y, por consiguiente, no es Dios por esencia. El Cristo-Logos, según Arrio, no es nacido del Padre, sino la primera criatura que Dios hace de la nada. Pero íntimamente se ha asimilado tanto a la voluntad del Padre que Dios lo ha adoptado como Hijo.” [4]
Esa
enseñanza herética, el arrianismo, se difundió ampliamente en su obra titulada ‘Banquete’
(Thaleia). “Redactada en parte en versos,
ello facilita una difusión popular, más allá del círculo de los obispos y teólogos.”
[5] Además, “compone cánticos que los marineros difunden por las costas del
Imperio.” [6]
De
la misma manera podrían enlistarse los nombres de varias sirenas en el evangelicalismo
así como sus cantos heréticos difundidos por todas partes, tanto en las
llamadas megaiglesias de las ciudades como en las iglesias más pequeñas en las
zonas rurales y marginadas, y esto porque no se tiene una enseñanza bíblico-teológica, por eso se admite y se canta cualquier cosa. Ante estas sirenas se puede hacer lo que hizo
Odiseo: taparse los oídos. Por más atractivas que sean sus voces, no
escucharlas simplemente, no ir a sus conciertos, no comprar sus discos, ¡no
pagar por escuchar sus herejías!
U
otra opción es seguir el ejemplo de Orfeo: “En la leyenda de los Argonautas,
Orfeo se impone con su propio canto al de las sirenas, salvando así a sus
compañeros.” [7] De ahí la necesidad de las iglesias locales de componer sus
propios cantos. Quizá te toque a ti escribir la letra y componer cantos, cantos
con profundo contenido doctrinal y con música de calidad. Esos cantos también
deberán ser evaluados y avalados por la iglesia en dependencia del Espíritu y
con un conocimiento amplio de la Escritura.
Tanto
Odiseo como Orfeo buscan salvar a sus compañeros de viaje ante el canto
seductor de las sirenas. Espero que como ellos, tú y yo, hagamos todo lo
posible por impedir que nuestros amigos se desvíen de su camino cristiano escuchando
a esas sirenas evangélicas.
1. El programa titulado ‘Sirenas: el cuerpo encontrado’, puede verse completo en
inglés en http://www.youtube.com/watch?v=dWE4g33dwdI.
‘Sirenas: la nueva evidencia’ se encuentra en http://www.youtube.com/watch?v=HKSzgMwynDE;
y con subtítulos en español: http://www.youtube.com/watch?v=EGOkluzToYM.
3. Christine Harrauer y Herbert Hunger, Diccionario
de mitología griega y romana Fancisco Javier Fernández Nieto y Antoni
Martínez Riu Eds., Trad. José Antonio Molina Gómez, (Barcelona: Herder, 2008),
779.
4. Joseph Lortz, Historia de la Iglesia. En la
perspectiva de la historia del pensamiento Tomo 1, 23 edición, Trad.
Agustín Andreu Rodrigo (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1982), 156.
5. Pablo Richard, Memoria del movimiento
histórico de Jesús (México, D.F.: Ediciones Dabar, 2010), 347-348.
6. Ibíd.
7. Harrauer y Hunger, Diccionario de mitología
griega y romana, 780.