sábado, 25 de mayo de 2013

Religiosos reprimidos


Reniegas de ‘la religión’ diciendo: “Dios no es religión, es relación”. Pero contesta las siguientes preguntas: ¿Oras, ayunas, o diezmas?, ¿vas a la iglesia y participas en otras reuniones y actividades?, ¿escuchas grupos como Hillsong o Rojo, o a cantantes como Marcos, Danilo, Jesús Adrián, o también a Marto, o incluso a Decyfer Down, Switchfoot, Relient K o Skillet? O finalmente, ¿le has dado like a la página de Facebook titulada “Dios no es religión, es relación”? Si respondiste afirmativamente a cualquiera de estas preguntas, déjame decirte: Eres un religioso. Y al no quererlo aceptar, eres un religioso reprimido.

Ahora, antes de que te me pongas punk mejor aclaremos los conceptos. ¿Me das chance? El Diccionario en línea de la Real Academia Española ofrece la siguiente definición de religión:
Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.
Así que veamos, tú tienes un conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad. Por ejemplo: crees en la Trinidad (Teología), crees que Jesucristo es el Hijo de Dios (Cristología), crees en el Espíritu Santo (Pneumatología), crees en la inspiración de la Escritura (Bibliología), etc., y estas creencias son tu dogma, tu fundamento.

Tienes sentimientos de veneración y temor hacia ella. Aquí “ella” se refiere a “la divinidad”. En otras palabras, amas a Dios y temes a Dios (que por cierto, “el temor a Dios” o “de Dios” no sólo quiere decir “reverenciar” sino que significa realmente tenerle miedo, terror, pavor; el “temor a Dios” es la expresión más profunda del amor a Dios puesto que te conduce a obedecerlo y honrarlo sabiendo que él es Soberano absoluto -pero en otra ocasión te escribiré de esto con más detalle).

Con base a esa creencia o dogma, tienes normas morales para la conducta individual. Ejemplos: te cuidas de no tener vicios, sea el alcohol, el cigarro, las apuestas, la coca-cola, la pornografía, o cualquier otro.  Buscas leer o escuchar cosas que “te edifiquen” y “tener buen testimonio”.

Esas normas morales te dan lineamientos para tu conducta social. Eres buen ciudadano: tiras la basura en su lugar, te llevas bien con tus vecinos y amigos, lees el periódico y levantas la voz por la justicia, alientas a tus compañeros a hacer lo correcto, y también muestras respeto en tus relaciones con el sexo opuesto (no eres mujeriego ni andas de “calenturiento”, al contrario, eres honesto y fomentas la pureza sexual). Recordemos que esto no es porque tú seas muy bueno sino porque se fundamenta en tu creencia o dogma.

Y finalmente tienes un conjunto de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto. Entre las prácticas rituales que seguramente practicas están la oración, el ayuno, la ofrenda, el diezmo, la lectura de la Biblia, la participación en la “Santa cena”, en el “ágape”, los cantos o alabanzas; si eres pentecostal o neopentecostal o carismático, podríamos añadir que “hablas en lenguas”, “profetizas”, “declaras”, haces “guerra espiritual”, alabas a Dios con banderas, panderos, danzas, etc. El sacrificio que se menciona en la definición, en tu caso, seguramente no es de animales sino de tu mismo ser, entran aquí conceptos como el “negarse a uno mismo”, “tomar la cruz”, o “el discipulado”. Y todo ello es para darle culto a la divinidad, en este caso nos referimos a Dios.

Entonces, si partimos solamente de esta definición lingüística sería suficiente para que nunca más vuelvas a expresar la dichosa frasecita. Y así aceptar y abrazar tu religiosidad… a menos, claro está, que nada de lo mencionado tenga que ver contigo, en ese caso, ni religioso ni evangélico ni cristiano eres.


En la siguiente entrada escribiré en concreto sobre la religión expresada en la Biblia, digo, por si te interesa.

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