Este mito está muy arraigado en el evangelicalismo.
Es cierto que el noviazgo es, o debiera ser, un preparativo para el matrimonio;
pero enseñar que toda relación de noviazgo que se entabla es para casarse, es
demasiado. Al hacerlo se carga a la pareja con una presión casi insoportable.
Si iniciar un noviazgo es ya todo un reto (confiar
en otra persona, abrir tu corazón y externar tus emociones y sentimientos, vencer
inseguridades y/o traumas, combatir el egoísmo, etc.), ahora hacerlo pensando
en que “el noviazgo es para casarse” crea ilusiones desastrosas. ¿Cómo puede una
pareja iniciar un noviazgo con la carga de tener que casarse? Es horrible. Este
mito se difunde en gran medida por las predicaciones de los pastores o autores
de libros que, aunque tienen buenas intenciones, dan malos concejos. Así he
escuchado predicaciones que casi condenan los noviazgos que no concluyeron en
matrimonio o también he leído libros que lo hacen, como el afamado Le dije adiós
a las citas amorosas de Joshua Harris.
El problema es el siguiente: A los jóvenes les han
lavado el cerebro con la frase "el noviazgo es para casarse." Piensan: "Si
empiezo un noviazgo es para casarme", así que se esperan y esperan hasta
conocer a la pareja que cumpla con todas sus expectativas (un gran porcentaje de los varones y mujeres dentro del evangelicalismo entablan un noviazgo tardiamente esperando aquella pareja ideal; se casan ya pasados los 30 años, ¿será este un indicador de la amplia difusión de estos mitos evangélicos?). Bueno, ¡al fin, al parecer la encuentran! Se hacen amigos y luego novios, con la meta
desde ese momento de convertirse, eventualmente, en un matrimonio. ¡Ah!, pero resulta
que se dan cuenta que no son compatibles, que él, o ella, no es quien creía que
era. Terminan, rompen su noviazgo. ¿Y la enseñanza recibida y machacada en sus
cerebros y corazones año tras año, congreso tras congreso, campamento tras
campamento? Pues allí sigue. Por un lado, los “ex” se sienten de lo peor, pues
de acuerdo a lo que les han dicho, le han fallado a Dios, han fracasado, no han
llegado a la meta de su noviazgo. Por otro lado, la iglesia –el pastor, los
diáconos, la congregación, la familia del o la ex– tacha al joven o a la chica por
su ruptura; en algunas iglesias les hacen pasar por un tiempo de “restauración
y sanidad” monitoreándolos a ver si por fin entienden que “el noviazgo es para casarse”.
La presión de este mito entonces se hace más pesada para su siguiente noviazgo,
les invade el pensamiento: “Ahora sí, con este –o esta- me caso.” Inician un
noviazgo con esas expectativas incrementadas, la presión ahora mayor sumada a
los problemas comunes de una relación termina por reventarla. Rompen. Las
críticas de la iglesia para los jóvenes no se hacen esperar, ahora al joven lo
hacen sentir que es un mujeriego y a la chica que es una cualquiera. El mito se
va fortaleciendo a medida que se entabla otra relación. Y este ciclo se repite
quién sabe cuántas veces.
La ilusión, la expectativa de cumplir con el mito,
los sentimientos de culpa, la tristeza, se magnifican. Les restriegan que “en
cada relación das una parte de tu corazón”, el joven, o la chica, piensa y
siente que su corazón está roto, hecho añicos y ahora incompleto. Harris se
atreve a decir que cuando llega el día de la boda, es como si al lado del joven
o de la chica que se casa, estuvieran todas sus novias o novios, que ¡es como si se casaran también con las exparejas! Con razón tanto problema
en los noviazgos evangélicos. Lo más grave y triste es que varios ceden ante la presión de este mito, ya sea desde su primer noviazgo o algunos cuantos después; se casan a pesar de que no se sienten bien con la relación, con la pareja, sólo por ser "obedientes" o para no quedar mal en la iglesia. Y si ya estando casados logran evadir el divorcio, vivirán sabiendo en lo más profundo de su corazón que se equivocaron. Qué lamentable.
Hacerte novio o novia de alguien con la ilusión de
que te casarás con ella o él, es precisamente eso, una ilusión. ¿Por qué? Porque
simplemente no conoces lo suficiente a la otra persona como para decidir si te
casarás con ella; no es realista. ¿Significará ello que puedes tener varias
novias o novios? ¿Será entonces que puedes iniciar un noviazgo vez tras vez sin
compromiso alguno? No. El noviazgo no es para casarse, sino para saber si esa
relación es apropiada para ser un matrimonio, y por lo tanto, requiere que seas
responsable en todo noviazgo. Implica que debes cuidar a tu pareja, incluso de
esas ilusiones, que la protejas de ese mito evangélico.