Nuts, o Nutzo Nuts como le gustaba que le dijera, fue la mejor mascota que pude haber tenido. Fueron casi 2 años y medio los que pude gozar de su compañía. Me tenía confianza y le gustaba acostarse así como en la foto, aún si yo estaba cerca; cuando le llamaba, venía hacia mí; aprovechaba cada oportunidad que tenía para explorar el departamento; disfrutaba de sus pepinos comiéndose primero, quien sabe cómo, sólo lo de adentro y luego la cascara; fue juguetón y curioso, también como todo buen roedor, un destructor de cajas y maderas; sus frutas favoritas fueron el plátano y la naranja, y su vegetal favorito, la zanahoria; aprendió a tomar del bebedero por Praliné, y a Mokka le enseñó a subirse saltando a los diferentes niveles de su casa. A mi me enseñó lo que es cuidar, alimentar, proteger y querer a una mascota. Nuts, me hizo comprender mejor la teología de la creación y esperar expectante el cumplimiento de aquellas imágenes proféticas de los cielos nuevos y tierra nueva, el anhelo ardiente de la creación, el shalom de Dios. Por todo, gracias Nuts, mi amigo peludo...
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