sábado, 22 de noviembre de 2014

Ejercicio



Mientras estuve en el seminario me gustaba dar unas vueltas al campo de futbol y luego hacer pesas en el "gimnasio". Lo escribo entre comillas porque los "gimnasios", en los dos seminarios a los que asistí, eran en realidad pasillos, bodegas o sótanos olvidados, siempre descuidados, algo sucios, polvorientos y con olor a humedad, que constaban de algunos cuantos aparatos destartalados y oxidados, así como de unas cuantas pesas armadas de diferentes sets de equipos. En fin, cumplían con algo de su propósito. Quienes me conocen saben que siempre he sido flaco, pero durante un año que le metí duro a las pesas, una hora en la mañana, 30 minutos en la tarde y hora y media o dos horas por la noche, pude hacer masa muscular y marcarme. Realmente me gustaba ese tiempo de ejercicio, me relajaba mucho y además, cuando levantaba pesas lo hacía sabiendo que iba a ver a Mar en vacaciones y quería gustarle. "Otra por Mar", me decía mi amigo Pay animándome cuando era mi turno de levantar pesas y daba mi último esfuerzo. 


A veces hacía ejercicio en silencio y estando sólo oraba por diferentes cuestiones: mi familia, el sustento económico, la iglesia, los estudios, amigos, etc. En otras ocasiones ponía la música que me gusta: punk, ska, reggae, hardcore, etc. Que por cierto, en varias ocasiones me pidieron que le bajara el volumen pues no era del agrado de todos. Me acuerdo que una vez se acercó el 'Consejero de varones' mientras yo platicaba con mi buen amigo David y hacía ejercicio con algo de ska que mi celular tocaba con sus pequeñas bocinas. El Consejero se quedó allí parado y escuchando. Supongo que quería saber que decía la música o buscaba las palabras exactas para decirme que la quitara. 

-"¿Es tu celular?" Me preguntó.
-"¿Cómo?" Respondí.
-"Esa música, ¿es de tu celular?" Cuestionó. 

Yo ya sabía a lo que iba, pero como no decía las cosas directamente, me interrumpía y me ponía de malas que a cada rato me molestaran con lo de la música, decidí hacérsela cansada: 

-"Sí." Le dije.
-"¿Y se le puede bajar?"

Lo mire haciendo una cara de exagerada consternación.

-"Sí." Explicó: "¿Se le puede bajar el volumen?"

Y yo, llanamente le dije:

-"Mmm, Sí." Y seguí levantando pesas. David sólo se me quedaba viendo apenado por el Consejero, pasaron unos cuantos segundos algo tensos hasta que él me dijo:

-"Quiere que le bajes vos."
-"Ah, ya." Dije y apagué la música.

El Consejero salió y nosotros nos botamos de la risa. "¡Vayunco!", me dijo David. Ah, qué cosas, fue genial… 

Bueno, regresando al tema, el ejercicio es también una manera de mortificar la carne, de adquirir disciplina. Levantarte a las 5am es batallar contra la pereza y establecer una rutina requiere también determinación. Ese estar adolorido de tanto ejercicio es indicador de que se ha llevado al límite la capacidad física. De hecho, lo que sucede para hacer volumen es que al ejercitarse las fibras musculares tienen micro desgarres o rupturas –es por ello que uno se siente adolorido-, entonces el músculo se regenera y conforme se va repitiendo el proceso, la rutina, hay un engrosamiento de estas fibras musculares lo que da volumen. Otras ventajas son: tener una buena autoestima y sentirse atractivo, mejorar la condición física, fortalecer el sistema inmunológico, es recreativo, energizante y levanta el ánimo. Además sirve para distraerse de toda la carga académica y de otros asuntos, como problemas económicos, de pareja o familiares. Incluso, en el seminario hay quien aprovecha el ejercicio para ligar, a veces podían verse parejitas corriendo o caminando a las 5 am o ya por la noche, aprovechando bien el tiempo. 

Seguro habrá quien me salga con que "el ejercicio para poco aprovecha", citando 1 Timoteo 4:8, tergiversando el texto bíblico a partir de una interpretación dualista. Pero para interpretar bien el pasaje es necesario comprender lo que el versículo dice en su contexto:


Lo primero es que: "Su declaración en la primera parte del enunciado no es un menosprecio del ejercicio corporal sino una afirmación de que tiene algún valor." [1] Segundo, "el Pastor usa una apelación retórica para aventajar, una táctica común en retórica deliberativa, para subrayar la importancia de la piedad." [2] Además, el punto que trata aquí no es el ejercicio en sí, la mención que hace de él se debe a la metáfora empleada. El objetivo es contrastar la 'piedad' con los "mitos funestos y propios de viejas" (v. 7):
En contraste con los mitos impíos y cuentos de viejas, que promueven especulaciones y no tienen nada que ver con la piedad genuina, Pablo urge a Timoteo a dedicarse vigorosamente a lo último. Al hacerlo, cambia las metáforas –de la crianza (v. 6) al atletismo: entrénate (gymnaze) para ser piadoso (eusebeia). El punto de Pablo es que, como el atleta, Timoteo debe mantenerse en entrenamiento vigoroso para la práctica de la piedad genuina… Habiendo usado la metáfora de entrenamiento físico, Pablo, de manera típica, se detiene a reflexionar en la metáfora misma por un momento. Hay otro tipo de entrenamiento, dice, el entrenamiento físico (gymnasia), que es de algún valor. [3]
Por tanto, la razón por la cual escribe sobre el ejercicio "es por la metáfora misma." [4] Su objetivo es que Timoteo se ejercite en la piedad.

El problema de interpretación se halla en el dualismo que algunos tienen. Este dualismo, característico del evangelicalismo es: 1) ontológico, algunos creen que "lo espiritual" es lo mejor y desprecian lo físico ο lo material; y/o 2) temporal, hacen una división entre el futuro y el presente, piensan que "allá en el cielo las cosas serán mejores" despreciando el presente o ajenos y apáticos a lo que ocurre en la tierra. Estas ideas se refuerzan por una mala comprensión de lo que continúa diciendo el pasaje:


Sobre esto es necesario señalar que: "Dada la inherente unidad en el concepto de vida asociada con la promesa de Dios (ambos, ahora y por venir), es improbable que Pablo esté distinguiendo rígidamente entre la vida física ("ahora") y la vida eterna o espiritual ("que vendrá"). [5] De manera que al practicar la piedad "entonces se obtiene de ella verdadero provecho, porque a la verdadera piedad se le ha prometido la vida, en este mundo actual y en el mundo venidero (cf. 6:6, 12ss)." [6] La εὐσέβεια en las epístolas Pastorales "sugiere de diversas maneras una visión global de la religión" y esto sólo a partir de la acción salvífica de Dios. [7] La piedad aquí:
...expresa la genuina fe cristiana –la verdad y su expresión visible. Es esta calidad de la que carecen los falsos maestros. Así, "piedad", aunque es contrastada con el entrenamiento físico, en realidad se encuentra en contraste con los mitos impíos, precisamente porque tiene que ver con la vida, tanto presente como futura. [8]
Entonces, habiendo aclarado que 1) no hay dualismo entre la vida "espiritual" y la "terrenal", 2) no hay dualismo entre el futuro y el presente, 3) no hay ningún problema en hacer ejercicio, 4) no se es más espiritual si no se hace, 5) son varias las ventajas resultado del ejercitarse, y 6) puesto que me dirijo principalmente a quienes planean irse al seminario o ya están en uno y por ende, se espera que estén ejercitándose en la piedad: te recomiendo ampliamente que hagas ejercicio allí.

Si quieres sigue la rutina recomendada en este enlace, pero si en el seminario no cuentan con ningún equipo de pesas, puedes empezar con lo siguiente:
  1. Calentamiento, caminar 5 minutos, trotar 5 minutos, correr 10 minutos.
  2. Hacer 15 sentadillas.
  3. Hacer 15 abdominales con las piernas extendidas.
  4. Hacer 15 abdominales con las rodillas levantadas y las manos detrás de la cabeza.
  5. Hacer 15 abdominales como las anteriores pero de manera cruzada, que tu codo derecho toque tu rodilla izquierda y luego tu codo izquierdo toque tu rodilla derecha.
  6. Hacer 15 lagartijas con las palmas sobre el piso a la altura de los hombros.
  7. Hacer 15 lagartijas con las palmas sobre el piso a la altura de los hombros pero con las puntas de los dedos en dirección al centro.
  8. Hacer 15 lagartijas con las palmas sobre el piso a la altura del pecho y los dedos pulgares e índices juntos formando un triángulo.
  9. Repetir las series de lagartijas pero con los pies elevados sobre algún banco.
  10. Repetir nuevamente todos los ejercicios, cuanto desees.
Espero que te sirva. Yo confieso que ya no he hecho ejercicio así que necesito imponerme nuevamente una rutina y darle otra vez "una más por Mar" y otra por Ian.





  1. Lea, T. D. (1992). 1, 2 Timothy, Titus. E.U.A.: B&H Publishing Group. P. 134.
  2. Collins, R. F. (2002). 1 & 2Timothy And Titus. Louisville, Kentucky: Westminster Jonh Knox Press. P. 122.
  3. Fee, G. D. (1988). 1 and 2 Timothy, Titus. Grand Rapids, Michigan: Baker Books.
  4. Ibíd.
  5. Towner, P. H. (2006). The Letters to Timothy and Titus. Grand Rapids, Michigan: Wm. B. Eerdmans Publishing. pp. 307-308.
  6. Fiedler, P. "εὐσέβεια". (2005). Balz, H. y Schneider, G. Eds. Diccionario exegético del Nuevo Testamento. Volumen I. Salamanca: Sígueme. P. 1685.
  7. Ibíd., 1686.
  8. Fee.





domingo, 16 de noviembre de 2014

60 razones por las que no debes ir al seminario


En el seminario conocí a muchos que llegaron por razones equivocadas y son otros tantos más los que, repitiendo las mismas ideas, me han expresado su interés en meterse a uno. Aquí enlisto las razones más comunes por las cuales no deberías ir al seminario:

  1. Tu pastor quiere que le ayudes.
  2. Alguien en tu iglesia te dijo que eres muy buen creyente.
  3. Te gusta servir, enseñar, tocar la guitarra, cantar o cualquier otra actividad eclesial. 
  4. Quieres "ayudarle" a Dios con su misión.
  5. Quieres irte de misionero a un pueblito escondido donde ningún otro creyente haya ido.
  6. Quieres sufrir por el nombre de Cristo, incluso ser un mártir.
  7. Quieres salvar a los "pobrecitos inditos" que no saben nada.
  8. Quieres irte de misionero al "Primer Mundo" (E.U.A., Inglaterra, España, Francia, etc.) donde no tengas problemas económicos como en tu país de origen.
  9. Quieres irte de misionero para conocer diferentes lugares.
  10. Te gusta viajar y sacar fotos.
  11. Crees que en el seminario podrás estar libre de toda "preocupación mundanal".
  12. Quieres dejar ese pecado que siempre cometes y huir de toda tentación.
  13. Quieres entenderte a ti mismo, quieres saber por qué pecas una y otra vez.
  14. Crees que en el seminario te concentrarás en lo espiritual, que sólo te la pasarás orando, ayunando, cantando y leyendo tu Biblia.
  15. Piensas que en el seminario tendrás la experiencia espiritual ("bautismo del Espíritu", "hablar en lenguas", obtener algún don espectacular) que tanto anhelas.
  16. No sabes qué hacer con tu vida.
  17. Un predicador, misionero, apóstol o profeta fue recientemente a tu Iglesia y te impresionó su discurso.
  18. Alguien te incitó a dejar a tu familia y amigos para seguir a Cristo.
  19. Alguien te atemorizó y amenazó por no compartir el Evangelio. 
  20. Alguien te chantajeo con estadísticas de los incrédulos perdidos y fotos amarillistas de gente sin zapatos que vive sin tus comodidades.
  21. Alguien te emocionó con una selfie donde le está dando dulces a varios niños de la calle mientras estaba en un viaje misionero.
  22. No entraste a la carrera universitaria que querías.
  23. No te gusta el estudio y crees que en el seminario sólo se lee la Biblia.
  24. Sabes que en el seminario no dan clases de matemáticas, física o química.
  25. Crees que la teología es como la filosofía que tanto te gusta.
  26. Crees que la teología es otra ciencia o disciplina más.
  27. Te gusta estudiar y quieres sumar otro título.
  28. Tienes ya una licenciatura en cualquier área de estudio pero quieres una maestría en teología.
  29. Quieres ser teólogo tal como tu escritor favorito.
  30. Te gusta la teología porque crees que es un estudio meramente espiritual.
  31. Piensas que la teología nada tiene que ver con las banalidades de la "sabiduría humana" como la biología, la física, la sociología, la psicología, la política, el arte, etc.
  32. Desprecias todo lo que ocurre en tu entorno social pecaminoso y "bajo la potestad del diablo y sus demonios".
  33. Te desagrada convivir con los incrédulos.
  34. Tienes tendencias homosexuales y crees que en el seminario: a) tendrás una liberación de esos sentimientos y deseos, o b) podrás aprovechar que estarás en un cuarto con alguien de tu mismo sexo.
  35. Deseas tener puras amistades genuinas con creyentes "maduros" o "espirituales".
  36. Quieres que tus hijos vivan y crezcan protegidos en un ambiente "sano" dentro del seminario.
  37. En tu Iglesia no hay con quien tener un noviazgo.
  38. Estas cansado de las chicas superficiales o fastidiada de los chavos inmaduros.
  39. Crees que al seminario sólo asisten las chicas más consagradas, hermosas, puras y castas, vírgenes, o los jóvenes más nobles, serviciales, los "hombres de Dios", y que de entre todas ellas o ellos podrás escoger. 
  40. Te quieres casar y crees que en el seminario encontrarás a tu "ayuda idónea".
  41. Tuviste un desamor, crees que todos los hombres o mujeres son iguales, y ahora quieres consagrarte a Dios: desposarte con Cristo, si eres mujer; o si eres hombre, casarte con la Iglesia.
  42. No te gusta el trabajo que tienes.
  43. No tienes trabajo.
  44. Piensas que al graduarte del seminario tendrás trabajo seguro en una iglesia u organización.
  45. Piensas que con el título de seminario tendrás ingresos económicos suficientes para vivir.
  46. Eres hijo del pastor y tanto él como tu familia e iglesia quieren que tú algún día también seas pastor.
  47. Tu papá como pastor ya te dijo que saliendo del seminario te heredará su puesto.
  48. Te gusta ejercer poder y autoridad sobre otros.
  49. Te gusta tener la admiración de los demás en tu iglesia.
  50. Tu mejor amigo o amiga se metió al seminario.
  51. Tu novia o novio se metió al seminario.
  52. En tu Iglesia, quienes se han metido al seminario son un grupo selecto o de élite al cual quieres pertenecer.
  53. Quieres el reconocimiento de tus padres, familia, amigos e iglesia.
  54. Para irte al seminario te ofrecen beca pero para otros estudios no.
  55. Quieres saber qué se siente estar en un seminario.
  56. Es el seminario de tu denominación.
  57. Eres fan de tal o cual profesor en tal o cual seminario.
  58. Quieres ir para que te firme tu colección de libros suyos.
  59. Quieres decir que estudiaste en su cátedra.
  60. Crees que en ese seminario específico tendrás la doctrina "correcta".

Como ya leíste, algunas de las razones son malas, otras no tanto, otras aparentan ser muy piadosas y otras podrían entenderse como buenas pero que en conjunto con otras resultan pésimas. Mi intención no es juzgarte, pues ni te conozco. Lo que espero es que si estás pensando en irte al seminario, leyendo este listado puedas evaluar a profundidad cuál es tu motivación y tomar la decisión correcta.





domingo, 9 de noviembre de 2014

Otro seminario

Por si no me conocen, soy el primero de la izquierda; sí, el de la playera de los Pumas.


Pues después de 8 meses, tras haber sido expulsado del seminario por mi fugaz primer noviazgo que terminó abruptamente y desencadenó mi depresión severa, ahora ya estaba en otro seminario. Era un nuevo comienzo. 

Tal vez me preguntes: "¿Y no tuviste problemas por haber sido expulsado del seminario anterior?" Ya te cuento: El proceso fue breve; en octubre estaba solicitando informes, en noviembre envié mi documentación y para diciembre ya había sido aceptado. Por supuesto, no les iba a decir: "Me expulsaron de otro seminario, ¿me aceptan ustedes?" Simplemente omití aquella cuestión. 

Mi primer contacto con este seminario fue por medio del entonces Director de Admisiones, Nelson Morales… supongo que unos meses después se arrepintió un poco de haberme aceptado cuando entré un poquito tarde a su clase de Nuevo Testamento, en vísperas de un juego de México en el Mundial, con mi máscara del Santo y mi bandera como capa –¡no puedo evitar recordar la situación con una gran carcajada! Mis compañeros me veían entrar y luego lo volteaban a ver como preguntándose qué haría conmigo. Me senté en mi butaca y vi su rostro desencajado, mejor mire para otro lado y me quité la máscara. Entonces continuó la clase. Lo siento profesor. Luego me mandó a llamar a su oficina para darme una reprimenda… Ah, buenos tiempos…

Regresando al tema, quiero recordar aquí al pastor Delfino nuevamente. A pesar de que me expulsaron y de los chismes en la Iglesia, él siempre me apoyó y envió su carta de recomendación a mi favor. Lamento el no haberle podido agradecer propiamente en persona, lo bueno es que tendré tiempo de hacerlo cuando lo vea de nuevo junto con el Señor.



Otra vez estaba en otro país, "borrón y cuenta nueva". Bueno, eso creía, porque alguien del otro seminario no descansaría buscando hacerme la vida de cuadritos. Para no perder más tiempo empezando mi formación académica de cero, yo quería que me revalidaran las materias que había cursado ya. El nuevo seminario lo haría, pero necesitaba tener el registro, mi expediente académico. Entonces debía solicitarlo al otro seminario para que me lo proporcionara, pero resultó que no quisieron enviármelo a mí sino que lo enviaron directo a la oficina de Registro. Fue ahí que empecé a sospechar de sus maquinaciones, ¿habría tanta maldad? 

El papeleo se hizo sin ningún problema y aunque me revalidaron casi todas las materias, no sirvió de nada para disminuir el tiempo de estudios pues mis horarios de clase estaban todos movidos: como no correspondía al programa normal del pensum, algunas materias que debía cursar se empalmaban y tenía que dejar unas y tomar otras. Tomé clases con tres grados diferentes y en los tres horarios, matutino, nocturno y sabatino. Ese primer año sí que estuvo difícil.

Unas semanas después de haber llegado tenía que hacer algunos trámites para los cuales necesitaba mi expediente académico anterior, así que subí a Registro, la Directora era Paulina Williams. La hermana, siempre alegre y servicial, me dio mi expediente para que hiciera lo que tenía que hacer. Lo recibí y fue entonces cuando lo vi: un post it pegado en mi expediente enviado por el seminario anterior. Al ir leyendo rápidamente lo que decía, mi corazón empezó a retumbar: "Shealtiel Durán salió del seminario por ciertas faltas con la junta académica, si gustan podemos ofrecerles información al respecto", algo así decía, como si yo fuera un vándalo del cual debieran cuidarse. ¡Desgraciados! Ya me habían corrido, ¿ahora querían arruinarme, quitarme esta nueva oportunidad o qué? Volteé a ver a la hermana Paulina, "¿será que no lo ha visto?". Puse encima mis notas de clase para cubrirlo. Salí de su oficina y bajé las escaleras tratando de estar calmado, pero no podía. El recorrido del edificio a mi cuarto en el dormitorio de varones se me hizo larguísimo. Sujetaba esos papeles con todas mis fuerzas, aquella notita era un secreto que nadie debía conocer. "¿Y si alguien la ve? No, está dentro del folder. ¿Pero y si se me cae y alguien lo recoge y se lo lleva al Rector?" Veía alguien acercándose a mí y me preocupaba: "¡Ah! ¡Van a descubrir que soy un seminarista expulsado!" Me volvía loco con cada paso que daba y no llegaba a la seguridad de mi cuarto. Por fin llegué, no estaba mi compañero de cuarto así que cerré la puerta con seguro. Leí y releí esa mugrosa notita. "¿Nadie la habrá visto? No puede ser, seguro alguien lo vio. ¿Y si me corren de aquí también?" Sí, estaba traumado. Tome esa notita y la despedacé mientras lloraba… ¿Por qué alguien querría evidenciarme, señalarme, acusarme, boletinarme? 

Mi expediente llegó directo a las manos de la hermana Paulina Williams. Supongo que ella lo supo desde un principio, pero no dijo nada. Tuvo que haberlo visto en algún momento para hacer mi revalidación. Guardó aquel secreto protegiéndome, dándome una oportunidad. Nunca me lo dijo, pero muy probablemente me dio mi expediente con todo y el post it para que supiera que no había ningún problema a pesar de lo que daba a entender de mí. Después de hacer el trámite le regresé mi expediente a la hermana, quería preguntarle si sabía algo pero mejor no, sólo le agradecí desde el fondo de mi corazón. Ella con su alegre sonrisa lo recibió y fue todo. Hubo muchas otras ocasiones que siguió ayudándome en todo el proceso de registro para los trimestres, la selección de mis materias, el horario, etc. Es una de las personas que más estimé en el seminario. Unos años después partió con el Señor, espero confiadamente verla con su agradable sonrisa nuevamente.

Así es la vida: habrá quien quiera arruinarte y realmente haga cosas por fregarte, pero también siempre habrá quien te apoye y te anime, tal como lo hizo el pastor Delfino conmigo, y siempre habrá quien, como la hermana Paulina, te cuide y proteja; agradéceles en persona. Y todavía hay algo más, como ellos también tú y yo podemos bendecir grandemente a otros con pequeñas acciones. Aprovechemos esas oportunidades.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Depresión



Sí algún pastor, maestro, apóstol o profeta te dijo que "los cristianos no se deprimen", te mintió vilmente. Algunos creen que ser cristiano es andar todo el día con una sonrisa como si tuvieran una especie de parálisis facial o riéndose como si estuvieran locos o felices alienados de la realidad viviendo una fantasía, un éxtasis espiritual. Pero no, las cosas no son así. En la Biblia pueden encontrarse a varios personajes que manteniendo una relación con Dios tuvieron depresión, como Job, Elías, David, Jeremías, Esdras o Pedro. Además, como estos mismos casos registrados en la Escritura lo demuestran, la depresión no es ni pecado ni siempre es consecuencia del pecado. El conocer al Señor no implica ser inmune a la depresión. Todo creyente puede llegar a tener depresión. Yo tuve depresión.

La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) indica: 
La depresión se produce cuando sentimientos de profunda tristeza o desesperación duran como mínimo dos semanas o más y cuando interfieren con las actividades de la vida cotidiana como trabajar o incluso comer y dormir. Las personas deprimidas tienden a sentirse indefensas y sin esperanzas y a culparse por tener estos sentimientos. Algunas pueden tener pensamientos de muerte o suicidio. Las personas con depresión pueden sentirse abrumadas y agotadas y dejar de participar en ciertas actividades cotidianas, retrayéndose de familiares y amigos.[1]
Así estaba yo. Me habían expulsado del seminario a causa de mi fugaz primer noviazgo y ya estaba de vuelta en mi casa en México con mi familia. Extrañaba a Celeste y cuando ella rompió conmigo todo por lo que había pasado no tenía sentido. De pronto, mi vida no tenía sentido.

Incluso recordar aquellos tiempos me causa malestar, no por los eventos en sí sino por esa sensación de tristeza profunda. Anteriormente ya había tenido depresión, fue cuando estaba en segundo de secundaria, casi no paso ese año. Pero no se compara con la depresión que tuve tras la expulsión del seminario y la ruptura.

Yo defino depresión como un hoyo oscuro, frío, donde te encuentras aislado de todos. Así me sentía. Estaba con mi familia que me amaba y me cuidaba, pero a pesar de ello me sentía en ese hoyo. Mi cuarto era ese hoyo donde las tinieblas me cubrían, me absorbían. Lo que resulta irónico es que no quería salir de allí, quería permanecer allí. No quería saber nada, no quería pensar, quería olvidarme de todo, incluso de Dios. ¿Y no es el olvido de Dios la muerte? "Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?" (Salmo 6:5). Estaba cansado todo el día, no quería comer y la comida me parecía insípida; no quería jugar futbol ni ver los partidos; no quería salir con mi familia ni amigos; no quería ir a la iglesia,  no quería orar, no quería leer mi Biblia. Todo lo que me gustaba había perdido su significado. Sólo quería estar en mi cuarto y dormir. Por las noches me dormía con lágrimas corriendo por mis mejillas. Me despertaba, veía la luz del sol, sentía algún alivio pero inmediatamente regresaba esa tristeza asfixiante y esperaba que llegara de nuevo la noche, que me cubriera. Dormir y no despertar.

Mi familia oraba por mí, mis papás, mi hermano, mis tíos. Mi tío Art me decía que fuera a hablar con su hijo, mi primo Israel, que es psicólogo. Quería ir pero no lo hice, sinceramente no sé por qué. Seis largos meses pasaron. Llegué a un punto, después de tanto pensarlo, en que lo expresé, les dije a mis papás: "Ya no quiero vivir". Obviamente mis papás reaccionaron como todo padre y madre lo harían: "¡Quítate esa idea de la cabeza!", me dijeron. Oraron conmigo aquella noche. Se fueron a su cuarto y yo permanecí en el mío, en ese hoyo, solo en las tinieblas. Orando, luchaba conmigo mismo: "Soy un tonto. ¡¿Cómo pude echar a perder todo?! ¿Qué voy a hacer?". Clamaba: "¡Dios ayúdame! ¡Ya no quiero seguir sintiéndome así! Quiero dormir ya, estoy cansado de todo, cansado de estar triste, cansado de llorar. Quiero descansar bien, despertar y ser feliz…" Me quedé dormido, ya sin lágrimas que llorar, mientras que las palabras de mi oración se acallaban y se perdían en la noche.

Al día siguiente desperté, la luz entraba por la ventana. "¿A caso se ha ido mi dolor?", eso esperaba. Pero no, seguía esa carga, esa pesadez en mi pecho. Sin embargo, ahora tenía lucidez en mi mente. Pensé: "Ya lo decidí, hoy no me voy a sentir triste." Salí de ese cuarto y decidí cambiar. Cada día fue una lucha constante, pero esa lucha me hacía sentir bien. Mis papás oraban conmigo diariamente y sé que oraban por mí en privado también, al igual que mi hermanito. Gradualmente pude superar esa depresión. Pasó un mes y ya estaba mucho mejor. A los dos meses ya estaba bien y empacando mis maletas de nuevo para viajar e irme a otro seminario.

Tener depresión es horrible. Nunca que me he vuelto a sentir como en aquellos días, ¡gracias a Dios! Sin embargo, si me he sentido mal, triste, y me he sentido deprimido aunque no a tal grado. En la licenciatura de Psicología que actualmente estoy cursando, por casualidad leí en un artículo académico que es común que quien ha tenido depresión pueda volverla a padecer en algún punto de su vida.[2] Pero no me preocupa, ahora sé lo que debo hacer, sé que mi familia ora por mí, y también sé que el mismo Dios que estuvo con Job, Elías, David, Jeremías, Esdras y Pedro, fue quien estuvo conmigo en ese cuarto, en ese hoyo, en medio de esas tinieblas, y sé que está conmigo y seguirá conmigo en todo momento.

Lamentablemente, también he tenido amigos que han tenido depresión, algunos por varios años. La depresión en uno de ellos fue tan profunda que decidió suicidarse... ¡Ivan, cuánto lo siento! Como expresó mi maestro McKernon en una plática que teníamos sobre el tema, respecto a otro joven cristiano que también se suicidó: "Sus tinieblas fueron más reales que la luz." No obstante, ahora, ellos gozan de plena paz y gozo en la luz del Señor.

Pero si tú justo ahora te encuentras deprimido, quiero decirte que si las tinieblas son reales, también lo es la luz de Cristo. No desesperes, lo siguiente podría evitar que tomes una decisión apresurada: 
  1. Establece una rutina: levántate temprano, haz ejercicio, come bien tres veces al día, duerme temprano.
  2. Cuida tu imagen personal: báñate diario, arréglate bien como tú te sientas a gusto.
  3. Platícalo con alguien a quien le tengas confianza: tus padres, amigos, o pastor.
  4. Sal con tus amistades y trata de divertirte. 
  5. Por el momento evita estar en soledad; o si llegas a estarlo, aprovecha la oportunidad para clamar a Dios, exprésale cómo te sientes y pídele ayuda. Él te escucha y responde.
  6. Busca ayuda profesional. Quizás si yo hubiera seguido el consejo de mi tío Art de hablar con mi primo psicólogo, hubiera salido más rápido de aquella depresión. Si gustas puedes escribirme y te paso el contacto de varios psicólogos cristianos que podrán ofrecerte sus servicios.
  7. Recuerda que si crees que Jesucristo es el Señor, tanto él como Dios Padre y el Espíritu Santo habitan en ti (Juan 14:17, 20, 23). 
Dios realmente está contigo en ese cuarto, en medio de esa depresión. Su luz irrumpe, brilla, resplandece y disipa las tinieblas. 





  1. http://www.apa.org/centrodeapoyo/depresion.aspx 
  2. "Además de su alta prevalencia presenta unas cifras de recaída muy elevadas; en su conjunto, el 75% de los pacientes tendrá al menos un segundo episodio en el curso de sus vidas (Kessler et al., 1997)." Vázquez, C., Hervás, G., Hernangómez, L., & Romero N. (2010). Modelos cognitivos de la depresión: Una síntesis y nueva propuesta basada en 30 años de investigación. Behavioral Psychology / Psicología conductual, 18 (1), 139-165.