domingo, 6 de diciembre de 2015

El sacrificio



Uno de mis pasatiempos es escribir rimas, aunque  ya no me doy el tiempo para hacerlo constantemente. Entre otros géneros musicales, el hip hop, al estilo de la vieja escuela, es de mis favoritos. Pues bien, esto se conjunta con mi quehacer en la teología. Así que aquí, aprovechando una "Noche de talentos" del Seminario donde trabajo, presento este rap: El sacrificio


El coro y la música usada como beat son propios del grupo Generación de Jesús, de 1979. Las rimas son mías. Allí plasmo dos cuestionamientos que a lo largo de la historia han surgido ante la proclamación cristiana:
  1. ¿Por qué un Dios justo y amoroso castigaría al inocente? Esta pregunta se amplía: ¿por qué el Padre enviaría a morir a su propio Hijo?, ¿por qué lo abandonaría en la cruz?, ¿cómo confiar entonces en un Dios así?
  2. ¿Por qué alguien daría su vida por desconocidos, incluso por sus enemigos? Lo cual, ¿implica también la posibilidad de que, como lo expresaría C. S. Lewis, tal personaje fuera un loco?, ¿cómo seguir alguien así?
El centro de esta canción es precisamente el significado de la cruz. Las respuestas a esto y las preguntas anteriores ya fueron dadas antes de varias maneras. Aquí sigo de cerca las interpretaciones de San Anselmo de Canterbury y Santo Tomás de Aquino: la obediencia y el amor. Aunque podría extenderme en la exposición de estos dos ilustres, por ahora prefiero citar simplemente 1 Corintios 1:18:
La palabra de la cruz es locura para los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.







viernes, 20 de noviembre de 2015

Padre mío



"¡Padre mío, ten misericordia de mí!
Escucha mi clamor no me dejes aquí
¡Dios mío - acuérdate de mí!
Alivia mi dolor - apiádate de mí"

Así - tus gritos atravesaban la noche
Día y noche tu lamento se escuchaba
Lloraba - junto a ti sin poder hacer nada
Y tú - sin poderte levantar de tu cama

"La vida es dura", te dije
Allí en la penumbra
Sin ninguna señal de la celeste ayuda
Con ojos serenos y mente aguda
Respondiste que: "Sí, pero el Señor es la cura"

Ayuda - ayúdale Señor
Sana a mi pa', quita su dolor
Tú el Salvador, escucha mi oración
Por favor, mi Dios, dale salvación

"¿Te quedas callado sin hacer nada?"
Desesperado te preguntaba
Sin decir nada el silencio aguardaba
Sin tener respuesta el tiempo pasaba

Mientras mi pa' lloraba y oraba
La destrucción de sus huesos avanzaba
Pero su fe inamovible crecía
Y él te alababa y te bendecía

¿Y tú - así lo dejarás?
¿Acaso nuestros ruegos no escucharás?
¿Tu rostro volteaste de nosotros, de mí, de mi pa'?
¿Dónde estás? ¿No le librarás?

Silencio - silencio guardé
Y mi Hijo en la cruz no escatimé
"Eloí, Eloí, lama sabactani"
Sintió mi abandono para acercarlos a mí

En el silencio, así hablo yo
En su dolor, allí estoy yo
No lo he dejado ni lo dejaré
Aunque el muera lo resucitaré

"Padre mío, ten misericordia de mí!
Escucha mi clamor, no me dejes aquí
¡Dios mío - acuérdate de mí!
Alivia mi dolo - apiádate de mí"

Gracias pa', por vivir como Cristo
Por amarme, tal como él lo hizo
Gracias pa', por educarme
Y el camino del Padre mostrarme

"¡Señor mío, ten misericordia de mí!
Escucha mi clamor, no me dejes aquí
¡Padre mío - ayúdame Señor!
Por favor, quita mi dolor"





jueves, 19 de noviembre de 2015

Jesús pasa por el SEMTA



Tras la interacción entre varios estudiantes de diferentes denominacionales en el seminario y las clásicas disputas doctrinales que se dan entre sí, puedo imaginarme los eventos de la siguiente cita del Evangelio de Juan, capítulo 4, en nuestro contexto: 

3 Jesús salió de Cuernavaca, y se fue otra vez a Jojutla. 4 Y le era necesario pasar por Xoxocotla, donde había un seminario bíblico con un auditorio más o menos fresco. 5 Vino, pues, al seminario bíblico llamado Tierra Alta o SEMTA. 6 Y estaba allí, en el auditorio, el púlpito de Spurgeon. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó ahí adentró junto al púlpito. Eran como las 8:30 am.  
7 Vinieron unos jóvenes estudiantes del SEMTA, de diferentes denominaciones evangélicas a estudiar la Escritura, entre ellos había de asambleas de Dios, reformados, bautistas, pentecostales y los llamados "bíblicos"; y Jesús les dijo: 
-Predíquenme. 
8 Pues sus discípulos habían ido a Jojutla a comprar comida. 9 Uno de los estudiantes le dijo: 
-¿Cómo tú, siendo judío, nos pides predicar a nosotros, que somos cristianos evangélicos? 
Porque judíos y cristianos evangélicos no se llevan muy bien y además entre los mismos evangélicos siempre se están peleando. 10 Respondió Jesús y les dijo: 
-Si conocieran el don de Dios, y quién es el que les dice: “Predíquenme”; ustedes le pedirían, y él les hablaría la Palabra viva.
11 Otro estudiante le dijo:  
-Señor, no tienes una Biblia, y no hay una en el púlpito. ¿De dónde, pues, vas a predicar? 12 ¿Acaso eres tú mayor que Spurgeon, que nos dio este púlpito, en el cual predicó él, y también sus discípulos?
13 Respondió Jesús y le dijo:  
-Cualquiera que escuche las prédicas de ese predicador o de cualquier otro, incluso de MacArthur o Washer, volverá a tener preguntas; 14 mas el que escuche mis palabras, no tendrá dudas jamás; sino que la palabra que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 
15 Otro alumno le dijo:  
-Señor, dame esa palabra, para que no tenga dudas, ni venga aquí una y otra vez buscando a MacArthur. 
16 Jesús le dijo:  
-Ve, tráeme tus tareas, y ven acá. 
17 Respondió el joven y dijo:  
-No tengo tareas.  
Jesús le dijo:  
-Bien has dicho: "No tengo tareas"; 18 porque en el semestre cinco tareas no has entregado, y la tarea que ahora tienes no la hiciste tú, sino la has plagiado; esto has dicho con verdad. 
19 Otro estudiante intervino: 
-Señor, me parece que tú eres profeta, a ver si sí: 20 En mi Iglesia adoran aplaudiendo y sin cara de limón, y estos otros dicen que en el auditorio del SEMTA se debe adorar de acuerdo a Semilla y Calvary, con los brazos pegaditos al cuerpo porque las emociones son malas. 
21 Jesús le dijo:  
-Joven, créeme, que la hora viene cuando ni al estilo pachangacostal ni al estilo deformado adorarán al Padre. 22 Ustedes adoran individualistamente lo que los evangélicos saben a medias; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 
25 Uno de los estudiantes dijo:  
-Sabemos que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 
26 Jesús le dijo:  
-Yo soy, el que habla con ustedes. 
27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablara con los evangélicos; sin embargo, ninguno dijo: "¿Qué preguntas?" o, "¿Qué hablas con ellos?" 
28 Entonces los estudiantes del seminario dejaron sus prejuicios denominacionales, ninguno se salió del auditorio molesto ni murmurando, sino que juntos en comunión fueron con los trabajadores del SEMTA, con las que hacen el aseo, con los de jardinería, mantenimiento y campamento: 
29 -Vengan, vean a un hombre que nos ha dicho todo cuanto hemos hecho. ¿No será éste el Cristo? 
30 Entonces salieron del SEMTA, y vinieron a él. 31 Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo:  
-Rabí, come. 
32 Él les dijo:  
-Yo tengo una comida que comer, que ustedes no saben. 
33 Entonces los discípulos decían unos a otros:  
-¿Le habrá traído alguien algún taco acorazado? 
34 Jesús les dijo:  
-Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. 35 ¿No dicen ustedes: "Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega"? He aquí les digo: Alcen sus ojos y miren los campos, porque ya están blancos para la siega. 36 Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. 37 Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. 38 Yo les he enviado a segar lo que ustedes no labraron; otros labraron, y ustedes han entrado en sus labores. Estos estudiantes y trabajadores son la cosecha. 
39 Y muchos de los trabajadores del SEMTA creyeron en él por la palabra de los jóvenes estudiantes, que daban testimonio diciendo: "Nos dijo todo lo que hemos hecho" y vivían ya sin pleitos. 40 Entonces vinieron a él los seminaristas, juntos en armonía y comunión, y le rogaron que se quedara con ellos; y se quedó allí dos días. 41 Y creyeron muchos más por la palabra de él, 42 y decían a los estudiantes:  
-Ya no creemos solamente por su dicho y la comunión que tienen entre sí, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo, y ahora gozamos de comunión con él y con ustedes.





lunes, 19 de octubre de 2015

Sábado o Domingo: Vs. los judaizantes... otra vez




Hace unos días en Facebook alguien preguntó que porqué los cristianos se reúnen los domingos y no los sábados. Él mismo respondió que esto se debe a que Constantino lo impuso y que la Iglesia Católica Romana engañó a todos. Así concluyó que como Jesús guardaba el Sabat entonces él también debía guardarlo y que todos los cristianos vivían siguiendo una enseñanza satánica.

Habiendo muchos creyentes que sinceramente desean saber la razón de la reunión dominical cristiana, ofrezco la siguiente respuesta bíblica, histórica y teológica: 

Razón bíblica

La razón por la cual los cristianos nos reunimos los domingos es por la resurrección de Jesucristo. Esta sucedió en el primer día de la semana, así está atestiguado en los cuatro Evangelios: Mateo 28:1; Marcos 16:2, 9; Lucas 24:1; Juan 20:1. A propósito, el Sabbath es el séptimo día; el primer día es el domingo.

Razón histórica

En el libro de los Hechos ya se hace alusión a las reuniones llevadas a cabo en domingo por los cristianos: 20:7; también en 1 Corintios 16:2 expresa como ese día se recolectaban las ofrendas, precisamente en el marco de la reunión (Ekklesía); Juan de Patmos, contempla la revelación (el Apocalipsis) en domingo (1:10) como un mensaje para las iglesias. Considerando esto, que lo mencionado en estas citas sucede al rededor del 40-55 y 92-98 d.C., la idea común que declara que todo esto fue porque Constantino lo ordenó, es errada y cae por los suelos. Constantino lo hizo oficial en el 321, sin embargo, la reunión cristiana, como ya vimos, se realizaba los domingos.

Por cierto, la Iglesia Católica Apostólica Romana surge cuanto más a partir de la Reforma protestante. En otras palabras la Iglesia cristiana no tiene un salto desde el Nuevo Testamento hasta los Evangélicos. Por mil quinientos años existió una sóla iglesia cristiana con sus características particulares correspondientes a cada región y período. Católicos y protestantes de cualquier denominación compartimos una historia común.

Regresando al tema, se tiene constatación histórica de la reunión de los cristianos en domingo. Algunos ejemplos:
  1. La Didajé, XIV, un escrito cristiano de entre los años 80-100 d.C. expresa: “El día del Señor [el domingo: ‘dominus’ = ‘kuriaké’ de ‘kurios’, ‘Señor’] reuníos para la partición del pan y la acción de gracias…”
  2. Entre el 100-110 d.C. San Ignacio de Antioquía, discípulo de Juan, escribe en su Carta a los Magnesios: “Pues bien, si los que siguieron el orden antiguo llegaron a la esperanza nueva, no ya observando el sábado, sino el día del Señor, en el cual también surgió nuestra vida por él y por su muerte, lo que algunos niegan –por ese misterio recibimos la fe y por él resistimos para ser hallados discípulos de Jesucristo, nuestro único Maestro-, ¿cómo podríamos nosotros vivir fuera de él, a quien hasta los profetas, sus discípulos en espíritu, esperaban como su Maestro? Por eso él, después de su venida –por ellos justamente esperada- los resucitó de entre los muertos.” Nótese nuevamente la relación entre el domingo y la resurrección, también la razón de la reunión dominical por todo aquel que se llama discípulo del Señor, y sobre todo la contraposición entre domingo y sábado (o Sabbath).
  3. Plinio el Joven, en el 113 d.C., un gobernante no cristiano, comenta: "Ellos afirmaban que toda su culpa y error consistía en reunirse en un día fijo [esto es el domingo; “un día fijo” se distingue del Sabbath judío, día bien conocido] antes del alba y cantar coros alternativos un himno a Cristo como a un dios y en obligarse bajo juramento no ya a no cometer delito alguno, antes a no cometer hurtos, fechorías o adulterios, a no faltar a la palabra dada ni a negarse, en caso de que se lo pidan, a hacer un préstamo. Terminados los susodichos ritos, tienen por costumbre separarse y volver a reunirse para tomar alimento, común e inocente."
  4. Justino Mártir, hacia la primera mitad del siglo II comenta ya esta costumbre y explica también lo que implica la celebración dominical del día del Señor.
Razón teológica

La Iglesia es la comunidad de creyentes, miembros los unos de los otros en tanto que son un sólo cuerpo, el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12-13). De manera que para que la Iglesia existiera era necesaria la resurrección (Colosenses 1:18; 1 Corintios 15:14). Cristo como cabeza vivifica a su cuerpo y le hace partícipe de sus bienes obtenidos en la resurrección (Efesios 1:15-23). Así su cuerpo, la Iglesia, celebra su razón de ser, el día domingo.

Ahora bien, este asunto de la reunión cristiana no solamente se trata de una cuestión de índole temporal o cronológico sino que tiene implicaciones teológicas: Con la resurrección de Jesús se da un cambio fundamental. Dios levantó de entre los muertos a su Hijo. El que confiesa esto es salvo (Romanos 10:9-10), no así por guardar el Sábado, y por ende, la Ley. ¡Cuidado con agregarle la ley a la obra salvífica de Cristo! 

Allí el error de los judaizantes, o mejor dicho, de los cuasijudaizantes


sábado, 16 de mayo de 2015

Nabí

por Shel Durán, 2010
Nabí.
por Shel Durán, 2010

Nabí, se basa en los relatos veterotestamentarios en torno a los profetas. De ahí, el nombre de nuestro personaje central: Nabí, palabra hebrea que se traduce como ‘profeta’. El profeta comunica la revelación de Dios, incluyendo esta la denuncia del pecado y la predicción del actuar de Dios. Tomando esto en cuenta, surge de la reflexión y la imaginación: Nabí. 


En este story board podemos apreciar varios cuadros que ilustran realidades en la sociedad. A continuación se explica cada uno de estas escenas: 

En el cuadro de arriba a la izquierda tenemos un paisaje de montañas nevadas, árboles frondosos y, al centro, un rinoceronte blanco con su cría. Aunque es una escena hermosa la noche es patente, así la oscuridad y la sombra se ciernen sobre la naturaleza. El rinoceronte blanco es una de las especies en peligro de extinción, muestra de que, a fin de cuentas, toda la creación sufre las consecuencias del pecado del ser humano. 

El siguiente cuadro, abajo, se muestra un vehículo ardiendo en llamas, un helicóptero que sobrevuela el horizonte, y un soldado con su arma en medio de las arenas del desierto. En concreto: guerra. Evidencia más notable de la maldad humana, pues la ingenio científico humano es utilizado para crear armas de destrucción masiva. El odio más monstruoso se ve reflejado aquí. 

En la esquina inferior izquierda se encuentra una bella mujer llorando con temor, sujetando a su pequeño bebé quien llora febrilmente. Pero, ¿cuál es la causa de su llanto? Una silueta oscura al fondo da la razón, un puño apretado. ¡Cuánto mal sufre la sociedad! Pues, la familia, que estaba diseñada para ser el ámbito del amor, ha sucumbido ante la ira: núcleo de la violencia social. 

En el centro, abajo, se muestra la escena típica de ciertas iglesias evangélicas y de otras sectas. En el escenario, vemos un sujeto instigando a la gente a que de su dinero manipulando sus creencias más profundas. Lo doloroso del asunto: una multitud que lo ovaciona y obedece ciegamente. A su izquierda observamos una mujer en éxtasis, uniéndose a su deidad. A la derecha, personas despojándose de su dinero, incluso hay quien pasa su tarjeta de crédito, tal vez, es más "espiritual" que los demás. 

Así llegamos a la escena central predominante, el Nabí. No está aislado de su contexto. Conoce su entorno, ha percibido el ambiente social que requiere cambios. Pero no es tan sólo eso. Su convicción no proviene de sí mismo sino fuera de él, del totalmente Otro, Dios mismo. Dios es quien lo ha llamado con el propósito de ser su vocero: denunciar el pecado, proteger a los débiles, advertir del juicio inmanente, proveer esperanza. Su llamado incluye la probabilidad de escarnio, odio, persecución, y quizás el martirio. Nabí está conciente de ello. Su llamado es una experiencia que no se puede explicar del todo, es algo místico. 

¿Por qué a él? ¿Qué es lo que lo capacita para realizar tales objetivos? Su autoconciencia de profeta procede de su relación con Dios y la revelación que le es dada. Y aquella convicción que le da valor para enfrentarse a potentados y estructuras de pecado que se oponen ferozmente a su Señor y a él mismo, proviene del futuro que ha vislumbrado, ¿en sueños?, ¿en un viaje totalmente consciente a través del tiempo y espacio? 

Aquella confianza la adquiere de su conocimiento escatológico que se muestra en los siguientes dos cuadros a la derecha. Una efigie lúdica: un niño que pasea disfrutando el calor y saboreando un helado para refrescarse, y junto a él, un león imponente. ¿Qué mayor muestra podría haber entrevisto Nabí de la armonía universal que traería consigo su Dios? Y arriba, cielos nuevos y tierra nueva. Una nueva creación. 

El Nabí se representa no en un óleo, técnica profunda y admirable; ni en un ícono, arte sacro y bello; tampoco se representa en acuarela de modo escueto, vago y difuso. No, ninguna de estas técnicas puede representar a Nabí sino aquella que puede evocar la lucha cósmica entre seres arquetípicos: el comic. El comic es un arte que en sus más íntimos principios plasma el subconsciente del hombre de ser aquello que no es ahora pero que puede llegar a ser, un héroe. ¿Y acaso un profeta no es un héroe?




...¿Les gustaría que desarrollara la historieta?





miércoles, 25 de marzo de 2015

El CD porno



Mi compañero de cuarto y yo estábamos descansando después del tiempo de la beca de trabajo cuando llegó con nosotros otro amigo. A él le tocaba hacer la limpieza de Capilla. Pues resulta que al estar barriendo y recogiendo basura detrás de la Capilla encontró allí tirado un DVD pornográfico. 

La pornografía en aquel entonces no era tan fácil de conseguir. Si se quería se tenía que comprar revistas o películas porno piratas, lo cual había sucedido. Hoy ya no es necesario tanto problema, ni si quiera es necesario gastar dinero, el internet está atascado de ello. En ese tiempo el seminario no contaba con servicio de internet. Así que pensemos en todo lo que el dueño de ese cd tuvo que pasar. 

**

Salió del seminario hacia a algún puesto de videos pirata. Fuera de allí, corrió el riesgo de ser asaltado por algún raterillo, de esos que abundan por la zona. Sabía bien que podía ser descubierto por alguno de sus compañeros, tal vez por algún profesor o por algún pastor o quizá ser identificado por algún miembro de su iglesia que pasara por ahí. Gastó el poco dinero que tenía en esa compra, pues la mayoría de estudiantes apenas y tienen monedas en sus bolsillos. Contra todos los valores éticos y morales cristianos que recibió, ya sea de su familia o de su iglesia, compró ese pedazo de lujuria. Regresó furtivamente al seminario con su material escondido. Evadió a todos, casi con paranoia, hasta llegar a su dormitorio. Allí esperó la oportunidad de la oscuridad nocturna para verlo en su propia computadora o en una prestada… ¿Cuánto tiempo habrá estado con la preocupación de que su “precioso”, como el anillo de Gollum, le fuera quitado? ¿Y cuál fue su angustia de que ese cd, que latía con fuerza desde su escondite como aquél “corazón delator” de Poe, fuera descubierto? Quién sabe. Pero finalmente, lo disfrutó.

Pero entonces, casi inmediatamente, descubrió lo poco que dura ese placer dándose cuenta, al mismo tiempo, de su pecado. Probablemente se asqueó o sintió vergüenza o se enojó contra sí mismo, por su falta de dominio propio, por su desobediencia e impureza. Y oró, oró, oró fervientemente. Confesó su pecado -¿a Dios o a sí mismo?, preguntaría Bonhoeffer- y se sintió un poco mejor. Pero y ahora, ¿qué hacer?, ¿qué hacer con la evidencia, con esa arma homicida de santidad? Sus huellas dactilares estaban impresas en ese disco. Debía deshacerse del cd. Pero, ¿cómo? Podía ocultarlo en su mismo cuarto pero su roomie, tan ordenado y dado a la limpieza, podría hallarlo y siendo tan chismoso, ni imaginar lo que podría suceder. Le cruzó por la mente el incinerarlo, reducirlo a cenizas, pero inmediatamente ese pensamiento desapareció con la imagen del humo y el olor que despediría, además, ¿dónde podría quemarlo? Sonarían las alarmas, podría incendiarse su cuarto de hacerlo allí. No, otra sería su solución. No podía tirarlo en su bote de basura nada más; los RA (residentes administrativos) podían verlo quizá.

Se decidió por salir esa misma noche de su habitación, de puntillas intentó no hacer ruido por ese piso de duela del dormitorio, pero a cada paso que daba chirriaba esa madera vieja, sentía que todos los demás internos saldrían a ver que sucedía y lo atraparían con las manos en la masa; pero eso no sucedió. No podía salir del seminario pues estaban los guardias en las dos garitas resguardando la reja; nadie entraba o salía con facilidad. 

Se fue al lugar más alejado, donde no pudiera haber nadie a esas horas. Escogió la parte posterior de la Capilla, la que da a la calle, y allí sacó la caja conteniendo el cd porno y lo aventó hacia arriba. Deseaba que saliera fuera del seminario a la calle. Pero no fue así. ¡La caja se estrelló con un árbol y se abrió! La caja cayó del otro lado del muro, pero para su horror, el disco cayó dentro todavía del seminario. El ruido no fue estrepitoso, pero en el silencio nocturno parecía una campana. Se escuchó el ladrido de algún perro por ahí y luego pasos, quizá del vigilante dentro del seminario o de algún vagabundo afuera, o tal vez era su imaginación o su negra consciencia. No quiso averiguarlo. Corrió entre las sombras y con el sigilo de un gato llegó a su cuarto. Su compañero de cuarto seguía durmiendo plácidamente, todos dormían de hecho. Estaba preocupado, ¿dónde habrá caído?, ¿lo encontrarán? En eso se tranquilizó: “¿y qué si lo encuentran? Nadie lo puede relacionar conmigo a menos que hagan una exploración lofoscópica y encuentren allí mis huellas...” Con ese consuelo, ya casi amaneciendo, durmió.

**

Nosotros nos preguntábamos por qué ese dvd estaría tirado allí o de quién habría sido. Teníamos sospechas, pero ninguno dijo nada al respecto, ni entre nosotros ni a nadie más. Mi amigo que lo encontró lo rompió y lo botó a la basura, mientras el otro decía: 

-“Bueno, mejor que lo hayas encontrado. Eso significa que quien lo tenía quiso deshacerse de él y no seguir con su pecado…” 

-"Buen punto, tienes razón", dije. 

Nuestro amigo asintió con la cabeza, se encogió en hombros y salió del cuarto. Nosotros no volvimos a hablar de ello. El problema de nuestro compañero dueño de aquel cd porno había sido resuelto… al menos, por aquella ocasión.





lunes, 23 de marzo de 2015

Homosexualidad en el seminario



Era un día como cualquier otro. Por la tarde, después de clases y de la hora de comida, me encontraba en mi cuarto del internado de varones en el seminario. Estaba sentado frente al escritorio haciendo alguna tarea en la computadora. Mi amigo estaba descansando en la litera, en la cama de arriba.

-“Shel...” Me llamó por mi nombre pidiendo mi atención y continuó: “Creo que soy gay.”

Me sacó totalmente de concentración. Levanté mi mirada y él esperaba mi respuesta. Se trataba de mi amigo, mi amigo con quien salía al Mall, veía películas y series, jugaba videojuegos y echaba relajo, con quien bromeaba y me divertía todos los días. Realmente me sorprendió tal declaración. No estaba preparado de ninguna manera para asimilar esa noticia, no sabía qué decir.

-“No manches. ¡No digas eso!” Vociferé.

Seguramente vio mi rostro asustado, quizá mi mirada de desprecio o de asco o de desaprobación, todo ello en una fracción de segundo. Con su semblante tratando de retomar la compostura indicaba su deseo de regresar el tiempo y nunca jamás haberme revelado su conflicto íntimo… Sólo dijo:

-“Ahh… estoy bromeando, ¿cómo crees?”

-“¿Por qué dices eso?”

-“Olvídalo, es broma.”

Se hizo silencio. Sin saber qué hacer o decir, regresé mi mirada a la computadora. Varios pensamientos cruzaban vertiginosamente por mi mente acerca de él, comentarios o situaciones anteriores que iban cuadrando con su revelación. Me sentí incómodo. Supongo que él también, se despidió y salió del cuarto.

A partir de entonces empecé a distanciarme de él. Tras mi falta de misericordia y de orgullo santurrón vino el escarnio. Lo traicioné al platicar de ello con otro amigo cercano a ambos y eso rompió por completo nuestra amistad. Nunca más pude volver a platicar con él.

Años más tarde, estudiando la Escritura modifiqué mi actitud hacia las personas homosexuales, comprendí mejor la gracia de Dios que nos es concedida a todos, la lucha de hermanos y hermanas con su homosexualidad y la misericordia que la Iglesia y cada uno de nosotros necesita mostrarles.

Si tan sólo hubiera sabido esto en aquél entonces, mi reacción habría sido otra. Hubiera ayudado a mi amigo de algún modo, le hubiera mostrado esta misericordia, esta gracia… seríamos amigos aún… Si llegas a leer esta entrada, sólo puedo decirte que lo siento mucho, perdóname por cómo te trate, cómo te hice sentir, cómo te ofendí… Perdón.

domingo, 8 de marzo de 2015

El futbol




En la entrada anterior escribí sobre el ejercicio. Ahora quiero escribir sobre el futbol, lo cual es una parte fundamental en la vida del seminarista latinoamericano, diría yo. Es parte de nuestra cultura. A algunos les parecerá raro que en los seminarios se juegue, pero de hecho, un gran porcentaje de estudiantes, docentes y administrativos le entra a las patadas. Y “a las patadas” literalmente, pues no hubo temporada en la que algún partido no terminara en bronca. ¿Que qué opino yo de los golpes en los partidos? Que son parte del juego. Muchos dirán que un partido debe consistir de unos cuantos pasesitos por aquí y por allá, tiros al arco, algunos goles y listo, que así debe ser el futbol aún más “entre creyentes”. Utopías, ni los niños de primaria se creen ese cuento.

El futbol es un deporte donde el mejor gana. Pero no basta con ganar solamente –como ya lo expresó Ruben Alves tan crudamente en su psicoanálisis indicando que se trata de un placer sádico-, se busca humillar al contrincante. Así vemos desde las jugadas vistosas: el túnel, el sombrerito, la bicicleta, la cuauhtemiña; hasta los óles y los gritos de las porras o inchas, las celebraciones de los goles, los comentaristas, etc. Todo está destinado a derrotar y a hacer quedar mal al rival, a burlarse de él. Todo esto se vive en los torneos de futbol de Seminario. No se trata de un juego santo. Sí juegan santos, por la gracia de Dios, pero que siguen siendo humanos con una pasión desbordante. 

Me di cuenta de ello desde que llegué al seminario por algunos comentarios. Sentí una aversión hacia mi persona de diferentes maneras. Luego, un compañero me hizo el favor de explicarlo: “Es por el futbol. A mucha gente en Centroamérica le caen mal los mexicanos por el futbol. Además sus comentaristas sólo echan leña al fuego menospreciando a nuestros países y jugadores.” Ahora todo estaba claro. Y agregó: “Tendrás que irte acostumbrando.”

Y sí, me llegaría a acostumbrar. Pero si antes para mí no era importante, ahora comenzaba a serlo. Supongo que así lo experimentaron también otros paisanos, incluso quienes nunca antes les había interesado el futbol, chicos y chicas que ni eran seguidores de ningún equipo en México. Ante los comentarios de compañeros de otros países, respondíamos cosas como: “¡Arriba México! …Y si no les gusta, ¡véanlo en el mapa!”

Pero ya en el campo era otra cosa. Había muy buenos jugadores, como Aris de Honduras, que pienso pudo haber jugado profesionalmente, pero su vocación fue otra. Con todo y el teatro que hacía, ¡vaya que le tocaron patadas! En los partidos los dimes y diretes pasaban a otro nivel. En cierto encuentro de mi equipo contra los profesores, un tipo, que era tan sólo esposo de una docente, me seguía para todos lados. A penas recibía el balón, ya sentía una y otra vez sus pataditas en los talones o los “mataperros” en los muslos. Sucedió que en medio campo al recibir el balón le hice una finta y al sentirse burlado me tiró una patada. No alcanzó a tocarme pero me detuve haciendo que el árbitro cobrara la falta. Volteé a verlo con las manos extendidas a los lados, como preguntando cuál era su problema. Se me acercó y me dijo: “Te crees mucho por ser mexicano, ¿no?” y entonces me escupió. Eran tan maleta que ni siquiera atinó su escupida. No pude hacer otra cosa más que reírme de su complejo. Terminó el partido, ni si quiera recuerdo el marcador. Siempre que me lo topaba por el campus sentía su mirada rencorosa. Algunos, como aquel cuate, no logran captar lo lúdico del deporte y regresar al final del partido a estrechar la mano del rival, y cómo él hubo varios más.

En otros partidos, he de confesarlo, fui yo el que di un "santo" patadón. Le tocó a mi amigo Javi, de Bolivia. Era un pase a profundidad y corría por el balón. Javi, como buen defensa estaba bien ubicado, llegó primero y reventó el balón. Yo llegué tarde y me fui con todo, impacté su pie, ambos caímos pero él se llevó la peor parte. Le ayudé a incorporarse, siguió jugando, ese y otros partidos de la temporada, pero un tanto disminuido. Le ofrecí una disculpa y todo siguió como siempre. 

Hubo también situaciones graves. Como aquella donde un pastor, conocido como Checha, y algunos otros de su equipo fueron expulsados por antideportistas: daban patadas, jalones, codazos, decían palabras altisonantes, etc. Los equipos de distintos grados votaron para que fueran expulsados del torneo; creo que la sanción fue la eliminación de ese torneo y la suspensión para el siguiente. 

Uno de los peores momentos se dio cuando, todo por las irregularidades del campo, Alexis se rompió el tobillo o la pierna o ambos en varias partes: Corriendo por el balón pisó un bache, se escuchó un tronido de huesos horrible y cayó al césped. Se lo llevaron al hospital. Creo que terminó sus estudios enyesado. Aquí cabe hacer un señalamiento: Esta es una gran diferencia entre los campos de futbol de EUA y los de Latinoamérica. Allá siempre los riegan, el pasto está bien recortadito y el terreno está parejo; pero pocos juegan, por eso sólo recuerdo haber jugado unos cuantos partidos allá. Pero acá, jugamos donde sea, con todo y los hoyos, surcos, montículos. ¡Ojalá los seminarios pudieran invertir en este ámbito en la vida de su comunidad estudiantil!

Hablando de comunidad, el futbol también enseña a trabajar en equipo. Aunque algunos no lo aprendieron, como los mismos maestros que no dejaban jugar al profe Schmidt o lo metían unos cuantos segundos y lo sacaban inmediatamente por no saber jugar... era muy cómico. En el primer seminario que estuve sólo jugamos unos cuantos partidos como equipo de la institución.**

De izquierda a derecha, arriba: "Poncho", un tipo que no recuerdo cómo se llama, Humberto, Kleber, Fred, Pablo, "Pucho", otro cuate que no recuerdo, Pharence, Sam, Rubens; abajo: Galindo, yo, Gerardo, "Chicuco", Ronnie, Danny, "el Bolillo" y "el Abuelo". 2004.


En el segundo seminario fue más estrecha la relación en cuanto al futbol. Nosotros nombramos a nuestro grado “Inter United”, por estudiantes internos o internacionales unidos. La impresión que tengo de mi grado es que pudimos manejar muy bien nuestras diferencias y cualidades personales y culturales. 

De izquierda a derecha, arriba: Estui, Brian, David, Gerson, yo, Salo e Israel.
Abajo: Elvis, Giovanni, Claudio, Josué "el Pastor", y Fredy. 2006.


En la portería estaba yo, solamente en el primer torneo pues luego pasé a la delantera, o Gerson; en la defensa, Josué Villanueva “Jochecito”, Josué Hernández “el Pastor”, Israel Maravilla, el capitán Elvis, Raúl, y a veces Moi; en la media, “el rey” Salo y Gio; en la delantera: Fredy, Estui, Claudio y Brian. Y claro: mi buen amigo David, Geovana, Debbie, Dama, Nico, Febe, Nancy y Nery, quienes con botellas, palos y cubetas, a modo de batucada, aplausos, gritos, porras y cánticos, estuvieron apoyándonos en cada partido a lo largo de toda la licenciatura. ¡Qué buen tiempo y qué gratos recuerdos!

Algo interesante del jugar futbol (y cualquier otro deporte) es que te hace darte cuenta del desgaste físico que vas teniendo, la edad pesa. En mi último año del seminario me pasó lo que nunca me había pasado: En un contragolpe iba solo ante el arco, de frente estaba el portero, prácticamente sólo tenía que empujarla, detrás venía el último defensa. Había hecho el recorrido desde un poco atrás de medio campo y estaba llegando al área grande cuando de pronto sentí una punzada detrás del muslo, no pude seguir corriendo y caí. El defensa que me dio alcance me reclamó: “Ni te toqué, Chamo”, era de Venezuela. Le dije: “Sí, yo sé, es un calambre. Estírame la pierna.” Desde ese año no he podido regresar al nivel que tenía. Pero así es esto del futbol, así es la vida. Se lucha hasta que ya no se puede. Con todo, ese último año pude levantar el trofeo de goleador.



Ahora, no quiero terminar sin reconocer a los excelentes rivales que tuve: Los profes Concul y Sosa de Guatemala; y los compañeros de otros grados: Aris, Ronald “el Tico”, Ariel de Panamá, el porterazo Josué de segundo año que me caía bien mal, y aunque no fue mi rival sino mi hommie, compañero de cuarto y de equipo, Elvis, que por ser de Guatemala siempre hemos tenido pique. A ustedes amigos, representantes de Centroamérica, les digo: Nos vemos en el Mundial...