martes, 19 de agosto de 2014

Lunes de pregunta 4: ¿Todas las promesas en la Biblia son para nosotros?




¿Por qué decidí dedicar los lunes a contestar preguntas? La razón es que de todos los maestros que tuve tanto en Río Grande Bible Institute (Texas, E.U.A.) como en el Seminario Teológico Centroamericano (Guatemala, Guatemala), son muy, muy, pero muy pocos los que contestan mis preguntas, comentarios o correos... Me es molesto que a la hora de consultarlos me ignoren (aparece la mugrosa notificación de que el mensaje que envié fue "visto" pero no responden) o me digan que lo van a investigar y nunca lo hacen... Bueno, pues por eso, a fin de no ser como la gran mayoría de ellos, les dejo este espacio en mi muro de Facebook: los lunes de pregunta. 

La última pregunta que recibí fue la siguiente:
¿Todas las promesas que hay en La Biblia se puede considerar que son para nosotros? O se trata de promesas específicas que Dios hizo a Israel como Su pueblo. Pregunto esto, porque actualmente venden Biblias con ediciones de promesas y pareciera que meramente se trata de fines de lucro. Saludos. Buen lunes.
Respuesta:

¡Hola, hola! Otra pregunta muy puntual. Pues las promesas que hallamos en la Escritura deben ser interpretadas en su propio contexto. Esta es una regla para comprender bien el mensaje de la Escritura, como reza aquel refrán: "Un texto fuera de contexto es un pretexto." Tenemos que tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento hay promesas exclusivas para el pueblo judío o para grupos o personas en particular, y también estas tienen sus "letras chiquitas", es decir, tienen clausulas condicionales. Por ejemplo, una de las "promesas" más difundida es la que encontramos en el Salmo 91:1:
El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.
Y por lo general, se piensa que uno está protegido de todo mal, incluyendo la protección de los espíritus malignos, ¡incluso hay quien tiene en su casa una Biblia abierta en este pasaje a modo de amuleto! Sin embargo, el inicio del pasaje expresa la condición de la "promesa". El que mora "bajo la sombra del Omnipotente", es, y sólo es, "el que habita al abrigo del Altísimo." Ahora entonces viene la pregunta ¿quién es el que habita al abrigo del Altísimo? Se trata de aquél que confía en Él. Pero ¡ojo!, como se explica también en Eerdmans Commentary On The Bible:
Sin embargo, la afirmación de que Dios ofrece completa protección no concuerda con todas las realidades de la vida, pues estas a veces son peores para aquellos que confían en el Señor que para los incrédulos (por ejemplo el Salmo 73 plantea este problema). Por lo tanto, el Salmo 91 no debiera interpretarse como una promesa literal e incondicional de que nada malo sucederá a quienes confían en el Señor. En su lugar, el Salmo debiera ser visto como un texto de sabiduría didáctica que busca persuadir al lector a confiar en el Señor en toda circunstancia.
Entonces debemos cuidarnos de aplicar sin escrutinio esas "promesas". Ahora, lo de La Biblia de promesas, puede ser una mera manera de vender el producto. Lamentablemente así es con las muchas otras Biblias que ya hay para todo gusto: de piel, de mezclilla con o sin cierre, plastificadas, con portadas intercambiables o con protección de metal; con el canto dorado o plateado; de tamaño bolsillo hasta extragrande; de hojas finas o recicladas; para varones, para mujeres, para adolescentes, para el niño, para la niña (así, como lo anunciarían los vendedores del metro: "¡llévele, llevéle, el regalo de moda, de calidad..."); comentadas por John MacArthur, ¡o por Marcos Witt!, incluso salió recientemente The Forever Bible:


En fin, podrán ser muy bonitas y muy llamativas, pero lo importante es leerlas e interpretarlas bien.

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