El encierro agobia a cientos de seminaristas. Por ello, ofrezco a continuación una panorámica de este síndrome: definición, nombres alternativos, etiología, evolución, síntomas y signos; luego presentaré algunos casos concretos incluyendo el mío; y finalmente daré algunas nociones de tratamiento y prevención así como observaciones y propuestas para los seminarios.
Definición: El encierro es un síndrome que afecta tanto a hombres como mujeres seminaristas, principalmente solteros y de primer año aunque hay excepciones, quienes tras haber dejado su entorno sociocultural habitual se hayan de pronto en uno nuevo, el seminario, donde se establece prematuramente una relación de pareja sacrificando a veces sus estándares o ideales estéticos, éticos y/o morales con todas las implicaciones que conlleva. El término fue acuñado en 2004.
Nombres alternativos: Se suele confundir o incluir dentro del enamoramiento prematuro, la codependencia, o en inglés, homesickness, nostalgía.*
Etiología:
- La separación del ámbito en el que se encontraba y al que estaba apegado: puede referirse a la familia, la cultura, al país o alguna otra relación.
- La llegada a un ámbito ajeno al propio: el seminario.
- Se desarrolla en los primeros meses de la llegada al nuevo ámbito.
- La probabilidad de contraer el encierro es:
a) Muy alta en los meses 1-3.
b) Alta en los meses 4-6.
c) Media entre los 7-9 meses.
d) Baja en los meses 10-12.
e) Muy poca después del año. - El encierro no discrimina: hombres y mujeres de cualquier edad pueden contraerlo.
- El ambiente hermético propio de los seminarios es un factor que lo intensifica.
Evolución:
- El encierro obstaculiza la capacidad de la inteligencia emocional propia del sujeto propiciando que se establezcan relaciones de pareja inadecuadas como compensación de la separación del ámbito al cual estaba apegado.
- Estas relaciones de pareja son enamoramientos precipitados que dan lugar a la codependencia: solamente existe cierta atracción (de cualquier clase) que encubre toda la falta de conocimiento de la pareja. Esto es en extremo peligroso pues se llegan a sacrificar estándares o ideales (estéticos, éticos y/o morales) en aras de salvaguardar la relación, convirtiendo a la pareja en el anclaje de su bienestar psicológico. La pareja desarrolla una conducta inadecuada evidenciada en su rendimiento escolar (no realizar tareas o trabajos, faltar a clases, bajas calificaciones, citatorios frente a las autoridades, etc.) y en las relaciones interpersonales (aislamiento del grupo, descuido de amistades así como dificultad para establecer nuevas amistades genuinas, problemas con los compañeros o profesores que le advierten de la situación, etc.).
- Al paso del tiempo, uno de los dos se hace consciente de que la relación está fundamentada en el sentimiento no tanto de amor hacia el otro sino en el dolor de la separación del ámbito al que se encontraba apegado. Este hacerse consciente es una crisis existencial ya que el sujeto enfrenta el dilema de:
a) continuar la relación a pesar de su insatisfacción, o
b) terminar la relación sabiendo que será doloroso.
Si continúa la relación también perpetúa su insatisfacción y la frustración de no poder ser feliz con la nueva relación. La frustración crece con el paso del tiempo al grado de estallar violentamente concluyendo la relación de manera destructiva para ambos. - La relación se rompe resultando lastimados los dos. El dolor por la separación del ámbito al que se encontraba apegado persiste y ahora se le suma la ruptura de la relación. Con la ruptura el sujeto se queda sin el apoyo que había creado para los adecuados procesos psicológicos y presenta un comportamiento errático, que puede desembocar en una profunda depresión si no recibe la intervención apropiada.
- El encierro no termina aquí ya que ambos deberán hacer frente a las consecuencias de sus decisiones, tales como: El estigma grupal o social (del seminario entero o iglesia), por haber iniciado y terminado una relación en poco tiempo; el no poder establecer después una relación saludable debido a las malas referencias de su relación pasada; resarcir el daño con las amistades que descuidó; esforzarse por mejorar su rendimiento escolar debiendo ponerse al corriente; en casos extremos, tendrá que regresar a casa por haber sido expulsado del seminario por los problemas generados por su bajo rendimiento escolar y/o por sus relaciones inadecuadas con la pareja, compañeros y autoridades; dar cuenta a su familia, amigos e iglesia por su abrupto regreso y sus estudios en el seminario truncados.
Síntomas. No todos están siempre presentes, pero sí la mayoría:
- Extraña la familia, el hogar, amistades, la iglesia, la cultura y/o el país propio.
- Rechazo o desprecio al nuevo ámbito del seminario.
- Atracción por la persona más guapa o cualquiera que sea gentil.
- Enamoramiento y establecimiento de noviazgo, aun cuando la persona no cumple con las expectativas o parámetros.
- Enamoramiento múltiple y simultáneo.
- Disminución de la capacidad de socialización.
- Tedio por las actividades académicas.
- Enojo contra toda persona que se oponga a la relación.
Signos:
- Pasa la mayor parte del tiempo con la pareja.
- Los lapsos de tiempo que no está con la pareja prefiere pasarlos a solas.
- Dedica poco esfuerzo a sus estudios.
- Se pone en situaciones riesgosas que atentan contra sus propios estándares éticos o morales.
- Tiene períodos intensos de alegría y tristeza.
- Abandono de amistades.
- Bajo rendimiento escolar.
- Concentración pobre.
- Ansiedad.
Casos:
Antes de mencionar algunos casos es importante resaltar que no todas las relaciones de pareja que se dan durante el primer año en el seminario se deben al encierro. Un joven de primer año entabló una relación con una chica de segundo: a los 3 meses comenzaron a hablar sobre un posible noviazgo entre ellos, se les podía ver diario sentados en una banca junto a un jardín platicando "largo y tendido", así continuaron casi hasta los 6 meses cuando se hicieron novios, y más o menos al décimo mes de haberse conocido ya estaban contrayendo nupcias. Continuaron y concluyeron sus estudios en teología. Hoy siguen casados, con sus hijos y sirviendo al Señor juntos.
De manera contraria, un clásico caso de encierro se dio entre un joven de segundo año y una chica de primero, ambos apenas habían concluido el bachillerato antes de ingresar al seminario. El joven la pretendió durante unos 6 o 7 meses, hasta que la chica aceptó ser su novia. Pero tener una relación de noviazgo durante el primer año está prohibido en el seminario para minimizar los casos de encierro, supuestamente. Esta pareja era "dispareja", como se dice en inglés ella estaba totalmente out of his league, no parecía haber algo entre ellos salvo la insistencia del chico. Casi siempre se les veía arreglando sus problemas o, cuando estaban "bien", al joven se le veía feliz pero a ella, inexpresiva, seria o molesta; faltaban a clases; el resto de su grupo se los "botaneaba". En fin, a pesar de las advertencias continuaron su relación y terminaron siendo suspendidos. No los volví a ver, lo único que supe es que después de la suspensión escolar ella estaba feliz… con otro joven.
Otra situación es la de quienes llegan al seminario teniendo un noviazgo en su país de origen: prácticamente esa relación está sentenciada a terminar tarde o temprano (aunque prometan que se amarán por siempre y que se esperarán). El encierro es una prueba tan grande para esas parejas que sólo recuerdo a un compañero que pudo soportarla: Mi buen amigo Benjamín, quien llegó al seminario, habiendo dejado a Laedis, su novia, en Panamá, y a pesar de las "oportunidades" que tuvo se mantuvo firme ¡por 4 años! Y por supuesto, ¡ella también lo espero! Aunque sufrieron demasiado durante ese tiempo. Tras graduarse, él regresó al lado de su amada y se casaron. Hoy, tienen dos niños ya, y sirven juntos en la Iglesia. No fue así con el noviazgo que un amigo mantenía a distancia, éste terminó en las vacaciones de verano después del primer semestre; para el segundo semestre él entablaba otra relación con dos chicas en el seminario, claro, sin que una supiera de la otra.
Ahora bien, mi caso fue el siguiente: Llegué al seminario con el objetivo de aprender más de la Biblia, profundizar en el conocimiento del Señor y adquirir herramientas que me ayudaran a servirle bien. Sin embargo, no contaba con que me diera el encierro. Extrañaba todo, a mi familia, amigos, mi casa, la tiendita de la esquina, el D.F., los tacos al pastor, la música (incluso fue allá cuando empecé a escuchar y sentir aprecio por la música de Intocable o Los tigres del norte, ¡cosa que jamás hubiera hecho en Chilangolandia!), y en sí, todo lo mexicano. En el grupo con el que llegué estaba una chica de Ecuador, congeniamos de inmediato y sí, me gustaba. Por ser de nuevo ingreso nos llevaban en las camionetas de la escuela a conocer la zona, íbamos al centro comercial para hacer las compras de lo que necesitáramos o nos llevaban a diferentes iglesias para que las conociéramos y pudiéramos luego decidir a cuál asistir y en dónde servir, o a cenas con algunos profesores. Las primeras semanas son muy intensas y ajetreadas, todas las actividades están diseñadas para prácticamente forzar al estudiante de nuevo ingreso a que se adapte al seminario. A mí me estaba costando mucho trabajo, pero pasar el tiempo con mi nueva amiga realmente me ayudaba.
Pero en dos o tres semanas empecé a sentirme atraído demasiado hacia ella. Con decirles que de aquellos primeros meses en el seminario casi no me acuerdo de nada más que de esto que escribo. Tenía el encierro, y entonces sucedió: íbamos de salida en la van escolar no sé a dónde, estábamos sentados juntos en el asiento de hasta atrás y de repente, me percaté de que estábamos tomados de las manos. A lo mejor esto no parece gran cosa, pero para mí, que nunca había tenido ningún tipo de acercamiento físico hacia una chica, esto me parecía demasiado. Veía nuestras manos entrelazadas y pensaba: "¡Qué rayos! ¿Por qué tengo su mano en mi mano? Qué bien se siente... ¿Qué somos?, ¿novios?, ¿amigos? ¿Quiero que sea mi novia? ¿Qué estoy haciendo? ¿Ahora qué hago?, ¿dejo mi mano dónde está o la suelto? Pero si la suelto, ¿qué va a pasar?, ¿la haré sentir mal?, ¿se enojará? ¿Qué estará pensando ahorita? Me gusta, pero ¿quiero que esto avance? Qué bien se siente…" Y un montón de cosas semejantes pasaban por mi cabeza en cuestión de segundos. Asustado por tal mezcla de emociones, decidí soltar su mano. No nos hablamos durante todo el traslado. Es más, dejé de hablarle por completo. Los siguientes meses fueron muy dolorosos. No sabía cómo actuar frente a ella. La veía a lo lejos y me escondía. Cuando nos encontrábamos en clase o en algún lugar había total indiferencia de ambas partes. No sabía qué hacer. Finalmente, terminó el semestre y también toda probabilidad de una relación con ella...
Tratamiento:
- En cuanto te des cuenta de que has contraído el encierro termina la relación inmediata y totalmente. Seguramente será doloroso para ti y aún más para la otra persona que no se ha dado cuenta que tiene el encierro o para quien no tiene el encierro, pero será lo mejor para ambos.
- Deberás resarcir el daño que ocasionaste evitando que tu expareja llegue a interpretarlo como que buscas reanudar la relación.
- Platícalo con tus compañeros, te darás cuenta que no eres el único a quien le ha dado el encierro y se podrán apoyar hasta que se les pase.
- Busca ayuda del consejero o psicólogo del seminario.
Prevención:
- Mantente en mejor contacto con tu familia y amigos hasta donde te sea posible; hoy cuentas con las redes sociales y las videollamadas (en mish tiemposh no existía eso todavía).
- Pide a tu familia, iglesia y amigos que oren por ti, específicamente en cuanto a lo emocional y sentimental. A veces se les olvida que somos seres integrales.
- Permanece en grupo, no te aísles.
- Si sientes atracción hacia alguien espera a que concluya el primer año para que se conozcan bien y no busques precipitar las cosas. A veces el encierro te hace pensar que alguien más puede "apañar" a la persona que te gusta; calma, pudiera ser que la otra persona que se te quiere adelantar, o la misma persona que te gusta, tenga el encierro, ve cómo evoluciona la cuestión, luego tendrás el conocimiento adecuado para decidir bien y, seguramente también "el campo libre".
- Si te sientes nostálgico en exceso, no dudes en acercarte al consejero o psicólogo del seminario o algún otro compañero que consideres maduro. La madurez de la persona a quien le pidas ayuda es fundamental, pues nunca falta el típico amigo que te anima a "echar todas las carnes al asador".
Observaciones y propuestas para los seminarios:
- La prohibición sobre la conformación de noviazgos durante el primer año no sirve. Al contrario provoca una reacción del estudiante contra la institución.
- Las restricciones de algunos seminarios sobre el trato distante que debe haber entre estudiantes del sexo opuesto también es contraproducente: ningún chico o chica está acostumbrado a tal ambiente cerrado. No es saludable ni normal, pues el ser humano es ser social.
- Es necesario que tengan personal preparado, psicólogos, y no solamente consejeros, que puedan apoyar a los estudiantes en este difícil proceso de adaptación.
- Los psicólogos deberán acercarse a los estudiantes ofreciendo su apoyo de manera genuina, pastoral, y no pretender que ellos sean quienes lleguen a sus oficinas.
- Si se conoce de una relación de pareja, no deberán disciplinarlos (menos suspenderlos o expulsarlos). Tales medidas no ayudan en nada a los jóvenes involucrados. Lo mejor será ofrecerles guía de manera que ellos mismos puedan hacer frente al encierro… Cuánto hubiera querido ese cuidado.
Y bueno, para quien se quedó en suspenso con mi relato: Pasó el tiempo, y se me pasó el encierro. Ella y yo hablamos, nos conocimos mejor, pudimos ser buenos amigos y llevarnos bien, al menos durante un semestre más, pues yo salí de aquel seminario, pero nos mantuvimos en contacto. Años más tarde, me preguntó si alguna vez yo había considerado que fuéramos novios, mi respuesta fue: "Sí... pero no hubiera resultado, tenemos un carácter muy fuerte los dos y nos la pasaríamos peleando…" Ella asintió. "Es cierto, yo pensé lo mismo", me dijo. Y así quedamos, como amigos. Luego cada quien se casó y aún hoy, todavía, Ximena y yo, seguimos siendo buenos amigos.
* Ya habrán apreciado que no soy doctor ni psicólogo (por el momento), pero indagando sobre el término homesickness veo que hay algunas investigaciones psicológicas al respecto que bien podrían considerarse para tratar el tema particular del encierro. Tal vez, más adelante habiendo terminado la carrera trate la cuestión de manera profesional. Por lo pronto, si algún psicólogo de seminario lee el blog estas referencias le servirán en su servicio a los estudiantes:
- Archer, J., Ireland, J., Su-Ling, A., Broad, H., & Currid, L. (mayo, 1998). Derivation Of A Homesickness Scale. British Journal of Psychology, 89, 205-221.
- Stroebe, M., Van Vliet, T., Hewstone, M., & Willis, H. (mayo, 2002). Homesickness Among Students In Two Cultures: Antecedents And Consequences. British Journal of Psychology, 93, 147-168.
- Thurber, C. (mayo, 2006). Essentials of Homesickness Prevention. The Camping Magazine, 79 (3), 38-42.
- Van Tilburg, M. A. L., Eurelings-Bontokoe, E. H. M., Vingerhoets, A. J. J. M., & Van Heck, G. L. (noviembre, 1999). An Exploratory Investigation Into Types of Adult Homesickness. Psychoterapy and Psychosomatics, 68 (6), 313-318.
Interesante, me parece que esto es algo de lo que no te advierten antes de ir al seminario. Yo pase por ese "encierro" pero cuando decidí librarme de eso me gané una mala reputación de "rompecorazones" por cortar una relación que no iba a ningún lado, lo que sí es cierto es que despues de eso fui feliz XD esta interesante tu serie, no siempre comento, pero siempre leo y me identifico con buena parte. Saludos
ResponderEliminar¡Gracias por los saludos! Sí, son cosas que tuvimos que pasar y aprender, algunas como esta por las malas. Por eso, esperemos que esto les sirva a las nuevas generaciones =D ¡Saludos Ariel!
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