lunes, 20 de octubre de 2014

Seminarista expulsado o mi fugaz primer noviazgo (parte 1)

"El Tigre", tienda de gasolinera. ¡Los burritos que vendían ahí eran geniales!


Sí, me expulsaron. Estaba en un país ajeno y algún administrativo dio aviso a migración de que ya no era estudiante por lo que inmediatamente mi visa quedó cancelada. Ahora era un ilegal sin un lugar dónde vivir. Después de un año y tres meses de estar en el seminario me encontraba sin saber qué hacer ni a dónde ir. Pero déjame contarte cómo llegué a este punto en mi vida:

9 meses atrás. Agosto. 


No, no tuve un bebé. Regresaba de las vacaciones intersemestrales y como todo buen seminarista estaba feliz de continuar con mis estudios, pero además tenía aquella expectativa que tienen los solteros: las de nuevo ingreso, y encontrar entre ellas a la "ayuda idónea". Sabiendo que cada semestre hay nuevas alumnas inscritas, llegué con el radar-detector de solteras activado. 


Como comenté en otra publicación, no había tenido novia alguna a mis 21 años, y esto no porque no hubiera hecho mi intento, aunque tampoco sucedía que fuera un enamoradizo. Simplemente, cuando alguna chica llegó a gustarme, era pésimo para "ligar": me ponía nervioso y no sabía qué decir. Además de que ninguna chica se interesó en mí para fines románticos –salvo lo que me ocurrió con Alejandra, un amor de niños en un campamento cuando tenía 12 o 13 años, y con Ximena por causa del encierro- siempre estaba en la mugrosa zona de buenos amigos (mi esposa no me cree que no haya habido alguna chica interesada en mí) y ello, entre otros aspectos, reforzaba mi baja autoestima. Cuando llegué al seminario algo cambió: en una escuela pequeña y con poco alumnado ¡yo era "popular"!, o al menos así me sentía. No sé bien porqué, me parece que simplemente no encajaba con el resto en cuanto a religiosidad y eso era novedoso. En fin, de pronto mi autoestima mejoraba. Me sentía seguro y decidido.

Fue entonces cuando conocí a Celeste, una americana que llegaba a la Escuela de idioma para aprender español y servir después como misionera en San Luis Potosí, México. Me cautivó. Puse en práctica todo mi arsenal de cortejo, aprendido ahí más o menos, durante todo el semestre. Pero no era el único interesado en ella, un compañero que también sentía atracción por ella me lo hizo saber. En mi inseguridad personal le dije que yo no tenía interés en ella como pareja sino que solamente era una amiga; mi error, pues tiempo después cuando ella me dio el "sí", perdí a un buen compañero que se sintió traicionado… -Por cierto, apenas hace dos meses él me envió una "solicitud de amistad" en Facebook; después de diez años volvimos a saludarnos brevemente.

Celeste y yo pasábamos juntos todo el tiempo, con otros amigos que fungían de chaperones pero también solos, aun cuando estaba prohibido por el reglamento del seminario; otro error. En esta parte de la historia mi buen amigo Adam me ayudó bastante: él tenía una casa muy bonita con alberca y casi sola todo el tiempo. De hecho, fueron varias parejas las que disfrutaron del tiempo en casa de Adam. Ah, pero recuerden que los noviazgos no podían estar a solas, menos las parejas "no oficiales", es decir aquellas que no contaban con el permiso requerido. Entonces lo que hacíamos era lo siguiente: Alguno le preguntaba a Adam si se podía ir a nadar a su casa y pasar el rato allí. Cuándo él aceptaba entonces se echaba en marcha el plan. Supongamos que tres o cuatro parejas y otros amigos también querían ir, pero como no había permisos para que salieran grupos mixtos, de hombres y mujeres, las chicas pedían permiso para ir al Mall y salían en el carro de alguna de ellas, y así también hacían los hombres. Pero como el chiste era salir en pareja entonces nos veíamos en un punto especificado, por lo general en "El Tigre", una tienda de la gasolinera cruzando la calle del seminario, y cada quien se juntaba con su cada cual. Así pasábamos un muy buen tiempo de relax, de diversión, sin las restricciones, nos sentíamos libres… realmente fueron tiempos muy lindos.

Pasó el tiempo y yo seguía insistiendo. Hace dos publicaciones del blog hablé del encierro, no crean que lo que me pasó con Celeste fue debido a ello, aclaro; aunque, como comentaba con mi esposa cuando escribí esa publicación –pues Marlen es mi editora-, creo que muy probablemente en aquella relación fue Celeste a quien le dio el encierro. Mi problema era que yo estaba bien seguro de la idea evangélica de que "Dios tiene a una mujer especialmente para ti", y creía profundamente que era Celeste. Terminó el semestre y cada quien regresó a su casa, pero nos escribíamos por correo electrónico y rara vez por Messenger, cuando en México apenas estaba llegando el Internet. Para mí era un martirio estar de vacaciones.

4 meses atrás. Enero. 

Regresamos al seminario y oficializamos nuestro noviazgo... claro que sólo entre nosotros  dos y nuestras familias porque el seminario se oponía rotundamente. Cuando intentamos pedir una excepción de nuestro caso –sí, como si fuera un juicio-, tal como algunos otros lo habían solicitado con éxito en años anteriores, nos lo negaron. Cabe señalar que la familia de Celeste nunca estuvo de acuerdo con nuestra relación, no querían que ella tuviera nada que ver con un mexicano, eso complicó mucho las cosas pero ella se mantuvo firme en su decisión de andar conmigo. Aunque también notaba señales en ciertas actitudes que mostraban sus dudas hacia la relación, de esos detallitos que te indican que algo no va bien, pero yo pensaba que se solucionarían. 

Seguimos pasando juntos el mayor tiempo posible: a la hora de la comida, en grupo cuando se hacían juegos, incluso me metí a dar estudios bíblicos en inglés para los missionary kids (MK, "emkeys", hijos de misioneros) a quienes ella servía, en las cenas a las que nos invitaban a sus departamentos otros misioneros pues nos echaban la mano para que estuviéramos juntos como pareja. Pero no teníamos suficientes invitaciones o mejor dicho, no las que deseábamos, así que también nos veíamos a escondidas. La ventaja era que ella tenía carro, de modo que salíamos al cine o a cenar o al Mall o a la casa de Adam: Ella no tenía que pedir permiso por ser norteamericana, sólo avisaba; y yo no pedía permiso para salir porque sabía que vendría todo un interrogatorio: a dónde, para qué, de qué hora a qué hora, y con quién; por eso sólo avisaba… a mi compañero de cuarto y buen amigo Benjamín. 

Ella salía en su carro y me esperaba en "El Tigre". Mientras, yo tenía que cruzar la barda del internado de varones sigilosamente, si estaba cerrada tenía que saltarla y luego cruzar un campo abierto como de docientos metros de distancia –ahora ya no se puede pues pusieron una barda de concreto en todo el perímetro, tal vez para dificultarles el escape a los internos-. Puedo recordar ese nerviosismo al ir atravesando furtivamente intentando llegar al "Tigre". Una vez resultó que justo cuando Celeste y yo estábamos en el "Tigre" a punto de salir, llegó también allí la 'Consejera de señoritas', lo cual nos puso en aprietos pero como en las películas, nos escondimos y midiendo los tiempos salimos para meternos al carro, esperamos que se fuera y luego salimos nosotros. ¡En qué situaciones nos metíamos! 

Así fue nuestro noviazgo: lleno de emociones sumamente intensas. Pero no cuento todo lo ocurrido, sería muy extenso, y además prefiero quedarme con esos recuerdos sólo para mí… Lo que sí debo decir es que jugar al filo de la navaja llegaría a herirnos finalmente.

4 comentarios:

  1. Bueno, no suelo decir esto en los blogs, pero estoy enganchado con las vivencias de seminarista quizá porque alguna ve fui uno, alguna vez pensé escribir algo al respecto pero me resulta demasiado ácido y decepcionante aun, a veces me pongo a pensar como sería estar en el seminario con medios como los de hoy en día ¿te imaginas empezar un blog como este desde adentro de un seminario? en fin, buen trabajo y espero la segunda parte a ver que paso con Celeste jeje.. abrazo
    Ariel

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  2. ¡Uf! ¡Hacer eso sería todo un reto! Yo escribo, sí, desde la comodidad de mi hogar fuera del peligro del seminario jeje Tal vez alguno se anime a hacerlo. Por ahora sigo escribiendo, aún hay mucho que contar. Agradezco tu comentario Ariel, es grato tener la buena opinión de un amigo blogger y seminarista =D

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  3. Otro enganchado con las vivencias. Muy buena Shel. ¡Nomás no dejes el suspenso por mucho tiempo!

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    1. =) Gracias David, cada lunes publicaré una nueva entrada. ¡Saludos!

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