Hace unos días recibí respuesta en relación a la pregunta que lancé, en la entrada El llamado, acerca de cómo Dios les ha llamado a servirle. A continuación reproduzco íntegramente lo que Betsy compartió con nosotros:
Hola a todos, mi nombre es Betsy Alfaro tengo 27 años y me congrego en la 'Iglesia Chilanga'. Estoy aquí porque me gustaría compartirles sobre cómo Dios me ha llamado a servirle específicamente con migrantes latinos en EUA. Todo comenzó en un primer viaje a EUA en el verano del 2012. Cuando iba yo a cumplir 15 años no quería una fiesta como normalmente se acostumbra en México, yo pedí a mis padres un viaje a Disneyland, pues era un sueño que desde pequeña tenia. Mis padres dijeron que sí y hasta fuimos a una agencia de viajes para saber los costos de los viajes para quinceañeras. La realidad fue cruda pues los recursos económicos no iban a ser suficientes para cubrir el viaje, mis papás no me lo dijeron pero sabiendo nuestra condición económica lo di por entendido, así que frustré uno de mis mas grandes sueños porque pensé nunca se haría realidad.
Así paso el tiempo, a los 22 años conocí de Cristo, la realidad de las cosas fue que yo no me enamore de Él en ese momento (como a muchos les pasa). Para mí ha sido un proceso que aun hoy 5 años después sigue ocurriendo día con día. Al conocerle comencé a tener nuevos amigos, algunos de ellos de Estados Unidos, a esas alturas había "olvidado" mi deseo de ir EUA, así que no me interesaba mucho en su país o cultura, además no tenia visa. En el año 2012 mi mamá nos tramitó los pasaportes a mi hermana y a mí, pues la economía era mejor y nos debía a ambas nuestro viaje de 15 años, aprovechando el tramite ella sacó el suyo también. El plan era ir a un tour por Europa, sin embargo un día se me ocurrió preguntarle a mamá: "¿Qué países te gustaría visitar para el tour?". Ella dijo: "Si me preguntas a dónde quisiera ir, mi respuesta es New York para ver a mi hermano que hace tanto no veo." Se trataba de mi tío Nando, que llevábamos unos 10 años sin verlo, pues su condición como indocumentado en EUA no le permite salir del país. Total que hablé con mi hermana y le dije que fuéramos a NY a visitar a mi tío, que intentáramos hacer el trámite de las visas, si nos las daban íbamos a EUA, si nos las negaban nos íbamos a Europa. Después de orar mucho y hacer los trámites correspondientes nos las dieron!
Visitar a mi tío en ese país fue mas difícil de lo que pensé, pues me di cuenta que no era el mismo que fue en México. Aunque su estilo de vida era bueno económicamente hablando no lo era en los otros sentidos, así como para sus amigos. Conocí a mucha gente en ese viaje, incluso tuvimos la oportunidad de ir a otro estado a visitar a la amiga de secundaria de mamá. Todos me contaban acerca de sus historias al cruzar la frontera, incluso los que habían sufrido alguna perdida familiar me contaban con lagrimas en los ojos la impotencia de no poder regresar a casa. En sus historias yo veía tristeza, amargura, desesperación, decepción, dolor e incluso desesperanza, mi corazón latía muy fuerte como si fuera a explotar de dolor con cada historia, mis ojos se aguantaban para no llorar, yo no podía creer que yo sólo había tomado un avión y en 5 horas había llegado allí donde ellos tardaron meses o años en instalarse.
Cuando regresé a México pensaba en querer regresar a ayudar a esas personas, pero dormí ese sentimiento por muchas circunstancias: mi familia, mi trabajo y la más fuerte de todas: "yo me quiero casar y eso va a estorbar en mis planes". El miedo y la inseguridad se apoderaban de mí, así que decidí no pensar más en regresar.
Pero en diciembre de 2013 la cosa cambió, pues tuvimos nuevamente la oportunidad de ir a celebrar fiestas decembrinas con mi tío y los amigos que dejamos allá, quienes rápidamente nos han adoptado como familia. Al conocerlos más, abrían su corazón conmigo sobre cosas personales que tenían que afrontar en un país donde su condición legal complicaba todo. Dos semanas después de mi estancia en Estados Unidos llegaron dos amigas de la antigua iglesia donde me congregaba. Recuerdo que camino al aeropuerto para recogerlas yo pensaba en contarles toooodo lo que me habían contado estas personas, pues necesitaba el consuelo de mis hermanas en Cristo, pues seguramente ellas sentirían lo mismo que yo al escuchar tantas historias. Cuando veníamos de regreso con ellas en la camioneta de mi tía les venía contando todo y recuerdo haberles dicho: "Es que la vida para el indocumentado aquí es muy difícil y dolorosa." Una de ellas me contesto: "Pues ni modo, están así por que quieren, quien les manda a violar las leyes de EUA y cruzar la frontera ilegalmente." Recuerdo que yo me sentí terrible de haber escuchado eso, ¿cómo era posible que alguien cristiana se expresara así?
El tiempo pasó y ya de regreso a México sentí esa misma inquietud de regresar a EUA a ayudar a migrantes. Así que dos días después de haber regresado me desperté y dije: "Dios, quiero hacerlo, quiero dar a conocer tu amor a los migrantes en EUA." Así, sólo así, como si fuera de la nada, pero yo sé que no fue de la nada, pues Dios ya había puesto en mi ese amor y esa compasión, desde lo mas interno, como Shel dice, Dios me habia llamado todo este tiempo, y con la respuesta de mi amiga sólo confirmé que no todos los cristianos sentímos lo mismo por esas personas.
Hoy puedo decirles que he decidido obedecer a ese llamado, que estoy segura que debo ir allá a servir a migrantes latinos en EUA. Mi plan es irme en 2016, en el verano, y cada vez todo va tomando forma de la mano del Señor. No ha sido fácil pues he sentido miedo, tristeza e incapacidad de ir allá, me he enfermado mucho, no me he casado, no tengo mucho dinero (pues sirvo de tiempo completo al señor en un ministerio para personas en situación de prostitución) y siento que voy a extrañar mucho a mi familia, amigos, país y cultura pero estoy segura que estoy respondiendo a ese llamado.
Al primero que le conté mi deseo de servir en el extranjero fue a Shel Durán, mi pastor y amigo, él sólo ha obedecido al Señor y me ha apoyado y me está capacitando con un discipulado y con lo que puede ayudarme para que esto sea una realidad. Mis padres aun cuando no son cristianos me apoyan, a veces pienso que no entienden mucho pero veo como Dios les enseña y me sorprenden. Mi hermana menor está muy feliz con la decisión. Mis amigos y la Iglesia me han brindado su apoyo. Así que sólo me queda prepararme y obedecer.
"Si digo: «No pensaré más en el Señor, no volveré a hablar en su nombre», entonces tu palabra en mi interior se convierte en un fuego que devora, que me cala hasta los huesos. Trato de contenerla, pero no puedo." -Jeremías 20:9.Gracias Betsy por compartirlo; estoy seguro que Dios te usará grandemente para su gloria. ¡Todos los creyentes han de gozarse, alegrarse y emocionarse, cuando Dios llama a obreros a su mies! Espero que estos relatos sean un reto a cada uno de ustedes, amigos lectores, a obedecer el llamado del Señor a su servicio, y que a quienes ya han respondido y se encuentran sirviéndole, también les anime a compartir su experiencia con nosotros.
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