El relato del Golem se halla atestiguado desde la Edad Media y proviene de la comunidad judía en Praga (que hoy es la capital de la República Checa). El término hebreo גלמ significa "masa informe".[1] Hay quien indica que el Golem fue la inspiración de, o al menos influyó en Mary Shelley en su obra Frankenstein, así como en Isaac Asimov para su I, Robot.[2] Una versión fue contada por los hermanos Grimm y se reporta que Goethe conoció la historia y la conceptualizó en el Aprendiz de brujo.[3] La idea del Golem también está presente "en el pensamiento y la expresión en la teoría social alemana" de acuerdo a Gad Yair y Michaela Soyer, así "la estructura de la narrativa del Golem" se encontraría en Karl Marx, Max Weber, la Escuela de Frankfurt,[4] Freud, Horkheimer, Adorno, Fromm, Heiddeger y Habermas, supuestamente.[5]
Existen diversas versiones acerca del Golem. Todas concuerdan en que el Golem es moldeado con arcilla, tal como Adam fue tomado del polvo. Pero, para traerlo a la vida, algunas versiones indican que su creador debe caminar o bailar alrededor de él enunciando una combinación de letras del alefato y el nombre secreto de Dios; para matarlo, tendría que caminar en dirección opuesta y decir al revés las palabras. Otra versión dice que se escriben las letras aleph, mem, y tav, que forman la palabra emet (אמת), 'verdad', y se colocan en su frente para darle vida; al borrar la letra aleph queda met (מת), muerte, el Golem regresa a ser sólo arcilla. Otra manera para darle vida es escribir el nombre de Dios en un pergamino, pegárselo en el brazo o metérselo a la boca, y para matarlo hay que retirarlo.[6] La más conocida es la que lo presenta como obra de las artes mágicas, llevada al séptimo arte en 1920 en la película titulada Der Golem del director alemán Paul Wegener.
Respecto a su finalidad, una versión cuenta que era hacer el quehacer del hogar, defender, proteger y cuidar a la comunidad.[7] El contexto de su origen es la Praga del siglo XVI cuando los judíos fueron atacados por causa de la aceptación general de la "mentira de sangre". Esta divulgaba la calumnia de que los judíos hacían su pan matzo para Pascua de harina, agua y sangre de niños cristianos. Rabbí Loew creó el Golem de arcilla y le puso la palabra emet en la frente, entonces el Golem atrapaba y llevaba ante las autoridades a los que plantaban evidencias falsas contra los judíos. Sin embargo, cada vez se fue haciendo más violento hasta matar muchos enemigos. Entonces el Emperador le prometió protección a los judíos a cambio de que el Rabbí destruyera al Golem. El Golem quería permanecer en su forma animada pero el Rabbí borró la primera letra quedando met y así, Golem regresó a ser un montón de arcilla.[8]
Jorge Luis Borges, conserva la siguiente la versión del escritor austriaco Gustav Meyrink de 1915:
El origen de la historia remonta al siglo XVII. Según perdidas fórmulas de la cábala, un rabino construyó un hombre artificial —el llamado Golem— para que éste tañera las campanas en la sinagoga e hiciera los trabajos pesados. No era, sin embargo, un hombre como los otros y apenas lo animaba una vida sorda y vegetativa. Ésta duraba hasta la noche y debía su virtud al influjo de una inscripción mágica, que le ponían detrás de los dientes y que atraía las libres fuerzas siderales del universo. Una tarde, antes de la oración de la noche, el rabino se olvidó de sacar el sello de la boca del Golem y éste cayó en un frenesí, corrió por las callejas oscuras y destrozó a quienes se le pusieron delante. El rabino, al fin, lo atajó y rompió el sello que lo animaba. La criatura se desplomó. Sólo quedó la raquítica figura de barro, que aún hoy se muestra en la sinagoga de Praga.[9]
Con todo, la versión que nos interesa a nosotros es aquella de los golems evangélicos. Estos son creados por poderosos hechizos, su historia se remonta al cristianismo naciente en Galacia. Podemos encontrar algunas referencias en el Nuevo Testamento si leemos entre líneas cuando Pablo escribe a los creyentes gálatas: "¡Oh, gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?" (Gálatas 3:1). El término que se traduce como 'fascinar' es βασκαινω (baskaino) que también significa 'hechizar':
Los gálatas se hallan fascinados o hechizados por los adversarios de Pablo, es decir, por una proclamación extraña del evangelio, hasta tal punto que han llegado a ser ανοητοι [insensatos, irrazonables, ignorantes, necios] para el evangelio paulino, sin darse cuenta en absoluto de que han caído en manos de un poder que los lleva a la perdición.[10]
Quienes conjuran el hechizo son supuestos Rabís, maestros cuasijudaizantes que por medio de palabras persuasivas (Gálatas 5:8) se oponen y pervierten el evangelio de Cristo (Gálatas 1:7). Quienes son hechizados quedan convertidos en golems puestos a merced de cualquier mandato de su amo, quien los moldea tal y cómo él quiere. Los golems evangélicos son arcilla en manos de sus "Rabís". Sus principales características son:
- No son judíos. A diferencia de los maestros en Galacia que verdaderamente eran judíos, estos que proclaman hoy un judaísmo, no lo son: son cuasijudaizantes (ni eso pueden hacer bien).
- Cambian sus nombres. El "Rabbí", o maestro que los moldea también los convence de ponerse un nuevo nombre judío, entonces los golems evangélicos reniegan de sus nombres como Juan, Pedro, María, Carlos, etc. y se los cambian por la pronunciación hebrea o de plano se los inventan: "Kefas Ben Pedraza", "Itzjak Hernandez", "Myriam", "Dan Ben Abraham", etc. Ya no quieren que los llamen con su nombre anterior sino que se presentan con sus nombres judíos (aunque son pocos los que cambian su nombre legalmente).
- Se inventan sus genealogías. Como manera de justificarse, y de jactarse, "indagan"en su historia familiar y resulta que no son zapotecos ni mixtecos ni aztecas ni mayas sino judíos sefaradí o asquenazí, según sea su aspiración, por algún antepasado.
- Usan kipá o yarmulke para hacer notar que son judíos, incluso algunos se dejan crecer la barba larga (si acaso les sale) o bucles, pe'ot.
- Al leer o citar la Biblia emplean los nombres hebreos. Por ejemplo, ya no se refieren a Dios sino a Adonai (Señor) o Ha Shem (El nombre); si escriben en inglés ponen G-d, o en español, D-os, supuestamente por lo sagrado del nombre de Dios. No dicen Pablo sino Shaul; ni Pedro, sino Kephas; ni Santiago sino Yacob, etc. En vez de Jesucristo dicen Yeshúa ha Mashiah, ¡incluso dicen que ese nombre en español "es un nombre blasfemo"!
- Denuncian que las Biblias en español son corruptas. Alegan y alegan, tal como les enseña su "Rabbí", que las traducciones son incorrectas, incluso blasfemas, distorsionadas por los cristianos a lo largo de la historia.
- Insisten en que los originales del Nuevo Testamento fueron escritos en hebreo. Según ellos los manuscritos que se tienen en griego son meramente traducción, por lo que "debemos regresar a las raíces hebreas". Así se da paso a todo tipo de especulaciones, tal es el caso de su sacrosanto libro llamado El código real -realmente el libro de conjuros de los supuestos rabinos-, que es, según ellos, el texto original del NT.
- Hacen énfasis en la Torah. Aunque siguen empleando el NT, con sus propias versiones e interpretaciones, basan mayormente su enseñanza en la Ley, el Pentatéuco.
- Cambian los días de reunión de domingo al Shabbat. Argumentan que el día domingo fue impuesto como el día de reunión cristiana por Constantino, que "es el día dedicado al Sol Invicto", por lo que deben reunirse los sábados, guardar el Shabbat.
- Introducen elementos judíos al culto. Tales como la bandera de Israel, la menorah o candelabro de siete brazos, el shofar o cuerno ceremonial, algunos emplean el tefilín o filacteria, se cubren la cabeza, y se emocionan con dizque danzas judías, así como prácticas cabalísticas, etc.
- Intentan guiarse por el calendario judío. Dicen que "el calendario gregoriano es una imposición del Imperio Romano" (casi todo es culpa de Constantino). Así deben llevar el calendario hebreo.
- Dejan de celebrar fiestas que consideran paganas. La Navidad, por ejemplo; su principal argumento es que se trata de la Saturnalia, que el árbol de Navidad viene de una celebración cúltica babilónica, y que Yeshua ha Mashiah no nació en diciembre sino en Sukot, la fiesta de los Tabernáculos o Tiendas, entre septiembre u octubre; sin embargo, no celebran ni recuerdan en ninguna fecha la encarnación del Hijo de Dios. Algunos dejan de lado otras fiestas como los cumpleaños, pues según ellos no importan y menos han de celebrarse puesto que se basan en el calendario gregoriano y no en el judío; otros rechazan y tildan de inválidos los enlaces matrimoniales civiles o por la iglesia católica o cristiana, pues no se apegan al modo judío (además desprecian el noviazgo pues "en la Escritura solo se habla de desposorios").
- Celebran fiestas judías. Los goles evangélicos en su delirio de su anhelo de ser judíos celebran, sin saber bien cómo, las fiestas del pueblo judío (Pesaj, Hanukkah, etc.).
- Obligan a sus seguidores a que guarden la Torah. Desprecian y rechazan la gracia de Dios al obligar a que se cumpla la Ley. Agregan, como los gálatas, la "y", las obras de la carne: "Cristo y la Ley", y así se quieren justificar por las obras de la ley, pero ello no los justifica (Gálatas 2:16) e incluso se encuentran bajo maldición (Gálatas 3:10).
- Sin embargo, pocos se circuncidan. Uno de sus errores garrafales es que imponen la Ley pero no se someten a la circuncisión, que es la señal del pacto, de pertenecer al pueblo judío (Génesis 17:11-14). Sin la circuncisión todo lo que lleguen a hacer en cumplimiento de la Ley no sirve para nada. Si se llegan a circuncidar están obligados a cumplir toda la Ley (Gálatas 5:3). Si se circuncidan y no cumplen con toda la Ley, la transgreden y su circuncisión es vana (Romanos 2:25).
- Finalmente, rechazan a Jesucristo. Después de haber recorrido todo este camino, en su afán de justificarse por las obras de la ley, los goles evangélicos desprecian a Jesucristo, su obra, su gracia (Gálatas 2:21; 5:2-4).
Los falsos rabinos desean tener un sinnúmero de golems evangélicos que les sigan. Pero, tal como en las otras versiones de esta aberración, esos golems que moldeen a su imagen serán su perdición finalmente. Y los golems que los sigan quedarán por el hechizo, lamentablemente, hechos pedazos. ¡Cuídense de los pseudorabinos que desean convertirlos en sus golems! ¡Perseveren en la gracia de Cristo! ¡Solo gracia!
Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amen. (Gálatas 6:18)
- Oreck, A. (2014). "Modern Jewish History: The Golem." American-Israeli Cooperative Enterprise. Recuperado de http://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/Judaism/Golem.html
- Eshed, E. "The Golem as an Israeli –Zionist- Jewish monster." Recuperado de http://no666.wordpress.com/2011/09/01/the-golem-as-an-israeli-zionist-jewish-monster/
- Rothstein, E. (2006, 11 de septiembre). "A Legendary Protector Formed From a Lump of Clay and a Mound of Terror." The New York Times. Recuperado de http://www.nytimes.com/2006/09/11/arts/11conn.html?pagewanted=all&_r=0
- Wauchope, M. (2009). The Golem In German Society. German Quarterly, 82 (2), 291.
- Steinmetz, G. (2009). The Golem in German Social Theory. Contemporary Sociology, 38(3), 281.
- Oreck.
- Eshed.
- Robinson, L. (1997). Golem. The Horn Book Magazine, 73 (2), 208.
- Borges, J. L. & Guerreo, M. (1967). El libro de los seres imaginarios. Buenos Aires: Kier. P. 28.
- "Βασκαινω", Balz, H. & Schneider, G. (2005). Diccionario exegético del Nuevo Testamento. Volumen I. Salamanca: Sígueme. P. 623.