domingo, 3 de noviembre de 2013

Aberración #5: Sirenas evangélicas


Hace poco se transmitió un programa titulado ‘Sirenas: la nueva evidencia’. En el programa, con formato de documental, se presentaban avistamientos de sirenas en el mar de Groenlandia. Este programa era la continuación de ‘Sirenas: el cuerpo encontrado’, presentado por Animal Planet. [1] También, a principios de este año, circuló viralmente otro video de una sirena que fue filmada en la costa de Kiryat Yam, Israel. [2] A partir de estos programas, mucha gente realmente creyó que las sirenas existían, pero todo fue una farsa.

Sin embargo, estos programas nos remiten a los mitos originales. Por eso, mejor veamos los detalles que nos ofrece la mitología griega de estos seres:
La Odisea cuenta que, desde su isla, las sirenas atraían con su canto seductor a los navegantes que cruzaban por delante para matarles después; por ello la isla estaba llena de los esqueletos de sus víctimas. Sin embargo, Odiseo advertido por Circe, se salva del peligro tapando con cera los oídos de sus camaradas y haciendo que le atasen al mástil de barco: de esta forma pudo oír sin peligro a las sirenas, que le prometían (al estilo de las Musas) “sabiduría”. [3]
Como en los otros mitos que hemos estudiado en las pasadas ‘Aberraciones evangélicas’ veamos porqué se puede hablar de ‘sirenas evangélicas’. Pues bien, de acuerdo al mito, el objetivo de las sirenas es obstaculizar el paso del viajero a su destino, su manera de lograrlo es a través de su canto. Muchos de los cantantes evangélicos, o grupos musicales, bien podrían ser estas sirenas evangélicas: cantan muy bien, atraen, llaman la atención de los cristianos con melodías pegajosas, rítmicas, y con distintos géneros musicales, pues hay para todo gusto. Y aunque su canto puede ser hermoso, contiene herejías, a veces evidentes, otras, bien matizadas. Así atraen al oyente a desviarse de la dirección correcta. Como aquella isla llena de esqueletos, así las sirenas evangélicas llegan a tener para sí mismas enormes auditorios, foros llenos, donde tienen a sus oyentes como víctimas, escuchando sus cantos extasiados, casi hipnotizados; allí los tienen también como trofeos, se dice que tal o cual sirena llena el Estadio Azteca, o el Auditorio Nacional, o el Foro Sol, Expolit, Expo cristiana, etc., esos son sus islas, aunque otras se conforman con escenarios más pequeños, incluso iglesias locales llegan a convertirse en sus islas con el eco de sus cantos. Algunas se dan el título de “salmistas” para mostrar quizás así autoridad en su canto y lograr tener más presas; prometen también “sabiduría”, pero tal “sabiduría” es pura verborrea pues al examinar su canto no hay nada de sabio.

Una sirena de los primeros años del cristianismo pudo haber sido Arrio. Arrio fue un sacerdote en Alejandría que decía acerca de Jesús, el Logos, que “hubo un tiempo en el cual él no era”. En otras palabras:
“en Jesús no veía a Dios, sino a una criatura dotada de fuerzas divinas. Y esto es lo que él enseñó de palabra y por escrito; a Jesús, como máximo, lo situó lo más cerca posible de Dios. La segunda persona de la divinidad, el Hijo, no es consustancial al Padre y, por consiguiente, no es Dios por esencia. El Cristo-Logos, según Arrio, no es nacido del Padre, sino la primera criatura que Dios hace de la nada. Pero íntimamente se ha asimilado tanto a la voluntad del Padre que Dios lo ha adoptado como Hijo.” [4]
Esa enseñanza herética, el arrianismo, se difundió ampliamente en su obra titulada ‘Banquete’ (Thaleia). “Redactada en parte en versos, ello facilita una difusión popular, más allá del círculo de los obispos y teólogos.” [5] Además, “compone cánticos que los marineros difunden por las costas del Imperio.” [6]

De la misma manera podrían enlistarse los nombres de varias sirenas en el evangelicalismo así como sus cantos heréticos difundidos por todas partes, tanto en las llamadas megaiglesias de las ciudades como en las iglesias más pequeñas en las zonas rurales y marginadas, y esto porque no se tiene una enseñanza bíblico-teológica, por eso se admite y se canta cualquier cosa. Ante estas sirenas se puede hacer lo que hizo Odiseo: taparse los oídos. Por más atractivas que sean sus voces, no escucharlas simplemente, no ir a sus conciertos, no comprar sus discos, ¡no pagar por escuchar sus herejías!  

U otra opción es seguir el ejemplo de Orfeo: “En la leyenda de los Argonautas, Orfeo se impone con su propio canto al de las sirenas, salvando así a sus compañeros.” [7] De ahí la necesidad de las iglesias locales de componer sus propios cantos. Quizá te toque a ti escribir la letra y componer cantos, cantos con profundo contenido doctrinal y con música de calidad. Esos cantos también deberán ser evaluados y avalados por la iglesia en dependencia del Espíritu y con un conocimiento amplio de la Escritura.

Tanto Odiseo como Orfeo buscan salvar a sus compañeros de viaje ante el canto seductor de las sirenas. Espero que como ellos, tú y yo, hagamos todo lo posible por impedir que nuestros amigos se desvíen de su camino cristiano escuchando a esas sirenas evangélicas.



1. El programa titulado ‘Sirenas: el cuerpo encontrado’, puede verse completo en inglés en http://www.youtube.com/watch?v=dWE4g33dwdI. ‘Sirenas: la nueva evidencia’ se encuentra en http://www.youtube.com/watch?v=HKSzgMwynDE; y con subtítulos en español: http://www.youtube.com/watch?v=EGOkluzToYM.
3. Christine Harrauer y Herbert Hunger, Diccionario de mitología griega y romana Fancisco Javier Fernández Nieto y Antoni Martínez Riu Eds., Trad. José Antonio Molina Gómez, (Barcelona: Herder, 2008), 779.
4. Joseph Lortz, Historia de la Iglesia. En la perspectiva de la historia del pensamiento Tomo 1, 23 edición, Trad. Agustín Andreu Rodrigo (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1982), 156.
5. Pablo Richard, Memoria del movimiento histórico de Jesús (México, D.F.: Ediciones Dabar, 2010), 347-348.
6. Ibíd.
7. Harrauer y Hunger, Diccionario de mitología griega y romana, 780.

jueves, 31 de octubre de 2013

Aberraciones evangélicas


Este 2 de noviembre, tenemos nuestra III reunión de Aberraciones evangélicas. Al escuchar esto, muchos evangélicos, naturalmente, quedan consternados. Para explicar el porqué de la reunión necesitamos definir los términos primero:
El Diccionario de la Real Academia Española, vigésima segunda edición, en la entrada de la palabra aberración indica: "(Del lat. cient. aberratio, -onis). 1. F. Grave error del entendimiento. 2. F. Acto o conducta depravados, perversos, o que se apartan de lo aceptado como lícito.” [1]
El evangelicalismo, es de acuerdo a Justo L. González:
Término de origen norteamericano que se refiere a un movimiento no claramente definido que aparece en todas las denominaciones protestantes, subrayando la autoridad de las Escrituras, una experiencia personal de regeneración o segundo nacimiento, la obra de Cristo como expiación en la cruz por los pecados de la humanidad, la necesidad de predicarles el Evangelio a los no creyentes, particularmente en misiones internacionales, y valores morales tradicionales, especialmente en lo que se refiere a la sexualidad. [2]
En Latinoamérica agradecemos a nuestros hermanos norteamericanos por sus esfuerzos, durante el siglo XIX y principios del XX, al compartirnos el Evangelio.  Es una deuda gozosa la que tenemos hacia ellos y que no puede ser ignorada, ni mucho menos, desvalorada. No obstante, han de admitir nuestros hermanos del norte que también, junto con el Evangelio, nos enseñaron otras ideas no tan bíblicas que se propagaron extensamente dando origen a un evangelicalismo que no es netamente cristiano. La culpa recae también en nosotros por no analizar y evaluar esas enseñanzas, por pensar: "así nos la enseñaron, así debe ser", y que "la teología no sirve porque todo está en la Biblia", etc. En fin, tales enseñanzas profundamente enquistadas entre los evangélicos son las que se deben extirpar.

Por lo tanto, como definición de ‘aberraciones evangélicas’ podría decir que:

Se trata de un grave error del entendimiento en cuanto a la enseñanza de la Escritura, es decir, teologías distorsionadas que las iglesias evangélicas reproducen y se muestran concretamente en actos o acciones realizados individualmente y colectivamente, independientemente de la denominación a la que se pertenezca.

Es por ello que he introducido una cuña entre el ser-cristiano y el ser-evangélico, entre el cristianismo y el evangelicalismo. Un evangélico es cristiano ciertamente, pero no todo cristiano es evangélico. La reunión de ‘Aberraciones evangélicas’ la realizamos precisamente en estas fechas, cuando se celebran Halloween y Día de muertos, aprovechando la connotación común de lo tenebroso, lo oculto, lo maligno, que debe ser expuesto, haciendo evidente la incoherencia e inadmisibilidad bíblica y teológica de tales aberraciones. La finalidad es una sola: corregir la teología del evangélico para que se encamine a una vida más cristiana.

1. “Aberración”, Diccionario de la lengua española 22ª edición. Real Academia Española. Recopilado en:  http://buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual?LEMA=aberraci%C3%B3n, consultado el 22 de octubre de 2011.


2. “Evangelicalismo”, Justo L. González, Diccionario manual teológico (Barcelona: Editorial Clie, 2010), 118.

martes, 29 de octubre de 2013

La guerra y los cristianos



Después de haber visto un panorama acerca de la guerra en el AT y en el NT, ahora veamos algunos ejemplos de cristianos en tiempos de guerra. Se ha observado bien que en el NT "a los cristianos no se les dice que sirvan como soldados, ni a los soldados que se hacen cristianos se les dice que abandonen el servicio."[1] Esto a partir del mandato de Pablo de que el creyente debe quedarse en la condición en la que fue llamado (1 Corintios 7:20, 24). Por lo que se mantiene entonces una tensión entre el ser cristiano y el servicio prestado en la milicia. Por otro lado, el cristiano que no está directamente involucrado en la milicia ha tenido que evaluar las situaciones en las que de pronto se ha visto inmerso y obrar congruentemente a su fe. A continuación veremos algunos ejemplos.

Con el Edicto de Milán (313 d.C.) Constantino otorgó a los cristianos la libertad de reunirse y practicar su religión. La razón fue su conversión, que como cuenta la historia cambió no sólo el rumbo de una batalla sino de todo el Imperio Romano. Constantino vio en el cielo una señal, la cruz, y la voz celeste: "En este signo vencerás". Ésta fue la primera vez que Cristo fue presentado como estandarte de batalla pues se hizo gravar el monograma de Cristo en las armaduras de los soldados. Lo que sabemos al respecto es que muchos cristianos pensaron que Constantino "fue el único, entre todos los que tuvieron en su mano el poder romano, que era amigo de Dios y soberano del universo." [2]

Pero otros cristianos no veían con buenos ojos esa nueva relación del Imperio con la iglesia de Cristo y reaccionaron con una severa crítica al Imperio. Así ha quedado atestiguado: 
Ahora debemos luchar contra el anti-Cristo… Éste no nos apuñala por las espaldas, sino que nos acaricia el vientre… No confisca nuestros bienes, sino que nos enriquece para la muerte… No azota nuestras espaldas, sino que debilita nuestra alma con su oro… Construye iglesias para demoler la fe… Tú distribuyes entre tus adictos sillas episcopales, reemplazando los buenos por los malvados… Tú logras ser perseguidor sin hacer mártires. [3]
Esa actitud imperialista también la tuvieron los colonizadores españoles, con el objetivo claro de evangelizar-conquistar bajo "la cruz y la espada". Los pueblos de Latinoamérica sufrieron gravemente, a más de quinientos años todavía quedan las heridas que buscan cicatrizar. Pero aún dentro del mismo clero hubo quienes optaron por otra manera. Tal es el caso de san Francisco de Asís quien veía dos modos de evangelizar:
…en primer lugar, viviendo la fraternidad en medio de paganos, sirviéndolos y confesándose como cristianos; y en segundo lugar, y "cuando juzgaren que es grato al Señor", anunciando directamente el evangelio. Se renuncia, pues, a toda voluntad de dominación y expansión del sistema de la fe por cualquier forma de violencia, ni siquiera simbólica. [4]
El Evangelio no se impone de manera violenta. Pero podemos apreciar que cada gobierno tenía sus propias motivaciones enfermas de poder. En muchos de nuestros países latinoamericanos hemos observado gobiernos que, sin la necesidad de usar la religión, han oprimido al pueblo causándole la muerte. ¿Qué hace el cristiano entonces? Santo Tomás de Aquino da una premisa importante:
El gobierno tiránico no es justo, por no estar ordenado al bien del pueblo sino al bien particular del gobernante. Igualmente, el derrocamiento de este régimen no tiene carácter de sedición, fuera del caso que se hiciera con tanto desorden que entrañara para el pueblo más daños que la misma tiranía. En efecto, es más cierto que el tirano es el sedicioso, fomentando discordias y turbaciones en el pueblo que le está sometido, a fin de poderlo dominar con mayor seguridad. [5]
Esta cita de Tomás de Aquino nos da luz ante el problema. La búsqueda de la libertad deseada no pude ser catalogada como sediciosa pues la finalidad es el bienestar del pueblo. Cada acto que sea realizado a favor de la libertad deberá tomar en cuenta, y evaluar continuamente: 1) su objetivo de bien común, y 2) que en el proceso no haya mayor sufrimiento al que ya se tiene.

En México se tiene la figura del cura Miguel Hidalgo quien participó activamente en la lucha de Independencia. Algunos estudiosos indican que esta historia es un mito, sin embargo representa un tipo de libertador con convicciones religiosas fuertemente arraigadas. Se le estima porque se ve en él la otra cara de la Iglesia, una que ve por el pueblo.

Recordemos que aunque es cierto que Cristo Jesús no insta revoluciones, sí llama a seguirlo, a vivir bajo la ética de su Reino, y esta vida provoca el desprecio de las estructuras malignas y perversas que oprimen al ser humano. Así fue como Dietrich Bonhoeffer y muchos cristianos alemanes siguieron el ejemplo de Jesucristo, se manifestaron como la Iglesia confesante en contra del nazismo en la Segunda Guerra Mundial. En su pequeño libro Vida en comunidad aclara:
Contrariamente a lo que podría parecer a primera vista, no se deduce que el cristiano tenga que vivir necesariamente entre otros cristianos. El mismo Jesucristo vivió en medio de sus enemigos y, al final, fue abandonado por todos sus discípulos. Se encontró en la cruz sólo, rodeado de malhechores y blasfemos. Por esta razón, el lugar de la vida del cristiano no es la soledad del claustro, sino el campamento mismo del enemigo. Ahí está su misión y su tarea. [6]
Y así, él siguió a Jesucristo, entregó la vida defendiendo al pueblo judío y la fe cristiana. Fue apresado y recluido en un campo de concentración nazi. Bonhoeffer fue sentenciado a la horca bajo la orden de Hitler, y ejecutado en 1945 a la edad de 39 años. De su lucha tanto social como pastoral queda constancia en su teología:
Si un loco en la Kurfürstendamm lanza su automovil sobre los transeúntes, yo no puedo como pastor contentarme con enterrar a los muertos y consolar a las familias. Debo, si me encuentro allí, saltar y arrancar del volante al conductor. [7]
Entonces, comprendemos que los actos revolucionarios en búsqueda de paz y libertad no son violentos. Pues la violencia no la realiza en primera instancia el que anhela la libertad. La violencia es la respuesta de un gobierno que no desea ceder su poder opresor, al contrario, tratará de expandirlo. Al respecto también escribió Ignacio Ellacuría:
No es que la violencia sea siempre y en todos los casos rechazable para un cristiano, pero el cristiano en cuanto a tal no da ordinariamente su testimonio específico a través de la violencia. No es tampoco que se quiera dejar el trabajo "sucio" para otros, mientras que el cristiano se queda entre los "puros" que no se ensucian las manos. Se trata más bien de dar de la manera más cabal y plena testimonio de que la vida está sobre la muerte, de que el amor esta sobre el odio. Tal actitud sería aceptable y eficaz si es que ese mismo cristiano se atreviera hasta el martirio en la defensa de los más pobres y en el combate contra los opresores con el testimonio de su palabra y de su vida. [8] 
Notable fue su obra en El Salvador, pues también se encontró con las balas de metralla del gobierno. Fue asesinado el 16 de noviembre de 1989. Y es que cuando los cristianos observan la violencia, la injusticia, se ven impelidos a obrar, a hacer algo.

¿Cristianos al grito de guerra? La ética del cristiano no permite la violencia, ni la injusticia, ni la opresión. El cristianismo busca la reivindicación del ser humano como imagen de Dios. El cristiano no busca el enfrentamiento bélico, pero sí enfrenta todo lo que se levante en contra de Cristo y de su obra salvadora-liberadora. Se atreve a levantar la voz de manera profética denunciando el pecado de la injusticia y anunciando la verdad de la justicia. Considera la obra de la Trinidad a favor de la libertad de la comunidad. Por ello debemos cuidarnos de juzgar a aquellos hermanos que han dado su vida por la libertad cristiana de todo el pueblo sea este creyente o no: 
Poner en duda la honradez de estos hombres, unos y otros, es algo a lo que no tenemos derecho quienes aún conservamos nuestra vida y nuestra tranquilidad, tal vez por nuestro silencio cómplice ante el dolor del pueblo y por nuestra cobardía (¡teológicamente justificada!) para defenderlo. [9] 
Si el cristiano al leer los artículos de periódicos o escuchar los noticieros que nos muestran las injusticias políticas, económicas, o sociales, no responde conmocionado, sino que lo observa como algo natural, está desensibilizado. Y aún peor, cuando ve los improperios de su pueblo por parte de las instituciones gubernamentales y no hace nada, participa de aquél pecado social estructural.

Y ¡qué difícil es tener un corazón sensible al pueblo sufriente! Espero que no hayamos cerrado los ojos tanto tiempo que ya no podamos abrirlos ahora y ver los padecimientos de nuestro pueblo mexicano y de nuestros hermanos cristianos por la injusticia. Que el Señor nos ayude a perseguir y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para manifestar la justicia a un pueblo que tanto la necesita.




  1. Bauernfeind, O. “πόλεμος”. (2003). Compendio del Diccionario teológico del Nuevo Testamento. Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío. P. 884. 
  2. Según Eusebio de Cesarea (263-339). En Richard, P. (2010). Memoria del movimiento histórico de Jesús. Desde sus orígenes (años 30) hasta la crisis del Sacro Imperio Romano Cristiano (siglos IV y V).México, D.F.: Ediciones Dabar. P. 340.
  3. Según Hilario de Poitiers (315-368 d.C.). Ibíd., pp. 340-341.
  4. Boff, L. (1992). Quinientos años de evangelización. De la conquista espiritual a la liberación integral. Santander, España: Editorial Sal Terrae. P. 71.
  5. Citado en Olmedo, L. (1981).  Fe cristiana y violencia revolucionaria. ¿Cuál debe ser la actitud de los cristianos en América Latina? México, D.F.: CUPSA. Pp. 62-63.
  6. Bonhoeffer, D. (2003). Vida en comunidad. 9ª edición Salamanca, España: Sígueme. P. 9.
  7. Citado en Bonhoeffer, D. (1968). Ética. Barcelona: Editorial Estela, p. XVII.
  8. Citado por Sobrino, J. (1997). Jesucristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret. 3ª edición. Madrid, España: Editorial Trotta. P. 280.
  9. Olmedo. (1981). Fe cristiana y violencia revolucionaria.

lunes, 28 de octubre de 2013

Acerca de la guerra en el NT


La esperanza de la libertad se incrementa con el pasar de los años y con el avance de la injusticia que oprime. La figura del Mesías toma relevancia pues se espera su salvación. Surgen algunos partidos que desean liberación, entre estos encontramos a los zelotes revolucionarios, o a los llamados “hijos de la luz”, los esenios, que se preparaban para una batalla cósmica siguiendo al Mesías.

Se encuentra el término zelotas en Josefo. El término: 

…designa de esta manera a los que luchaban en la resistencia contra las fuerzas romanas de ocupación. Seguramente se llamaron de esta manera inspirándose en los ejemplos de Finees (Nm. 25) y de Elías (1 R. 19:9s)... La idea principal de este movimiento era observar rigurosamente y sin compromisos el primer mandamiento del Decálogo: a nadie fuera de Yahvé, habría que venerar como "rey" y "señor", y por tanto ningún extraño podría ejercer su dominio sobre Israel. Pagar tributos al emperador romano era reconocer el dominio extranjero y significaría, por tanto, una apostasía de Yahvé. [1]

Ante esto, Jesús enseñó a los fariseos celosos: “Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Mr. 12:17). “Además, los zelotas se señalaban por su estricta observancia del sábado, por el cumplimiento riguroso de los preceptos de la pureza ritual...” [2] Por su parte Jesús les indicó acerca de él mismo: “El Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo” (ver Lc. 6:1-11). Sobre la pureza externa que tanto buscaban los llama hipócritas y les refutaba diciendo “que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre.  Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (ver Mr. 7:1-23).

Para los zelotas: “El hombre tenía que cooperar con Dios para la liberación de Israel: había que proceder con violencia no sólo contra los violadores paganos de la ley, sino también contra los violadores judíos.” [3] Por su parte, cuando Jesús fue arrestado, se registra que uno de sus discípulos “extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja.” A lo que Jesús exclamó: “Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.  ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?” (Mt. 26:51-54). Aunque la posibilidad de guerrear está en el derecho de Jesús como Hijo de Dios, rechaza hacer uso de tal violencia en ese momento pues esta de cara a la obra salvífica.

Finalmente, de lo zelotas se sabe que: “Con la conquista de Jerusalén en el año 70 d.C. y con la autoinmolación de los defensores de la fortaleza de Masada en el año 73 d.C., terminó el movimiento.” [4] Por otro lado, los esenios: “A diferencia de los fariseos, eran sensibles al cariz apocalíptico de la revelación, incorporando también a ella elementos que provenían del dualismo iraní (bien/mal).” [5] De allí que también esperaran la llegada violenta del Rey de justicia, el triunfo de los hijos de la luz.

“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Ga. 4:4). Jesús, el Hijo de Dios, traería la libertad. Sin embargo, no cumplía con el perfil del libertador que se tenía. Su libertad era mucho más de lo que jamás se pudiera esperar.[11] La libertad no la tomó derramando la sangre de otro, sino la suya propia.

Jesús había expresado su oposición a tomar las armas, sea cual fuera el caso, incluso en su traición y captura: “Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán” (Mt. 26:52). Y antes también había confirmado la validez de los diez mandamientos ampliándolos: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mt. 5:21s).

Jesucristo sufrió la opresión de todo el sistema infernal, desde su nacimiento con los intentos de homicidio de parte de Herodes en la que muchos bebés murieron, hasta el momento en que Satanás manipulaba a su detractor (Jn. 13:27), cuando la gente gritaba diabólicamente: “¡Crucifícale!” (Mr. 15:13), y cuando los verdugos martillaron los clavos crucificándolo (Lc. 23:33). No obstante, caeríamos en un grave error al pensar que Jesús el Cristo es tan sólo una víctima impotente. Jesús tiene el control absoluto de la situación: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Jn. 10:17s).

Y como él mismo lo había dicho, resucitó al tercer día. Ésta es la demostración absoluta de su total soberanía y gobierno sobre toda esfera celeste y terrena: “despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Col. 2:15). Dios Padre y Espíritu Santo obran en la resurrección de Jesucristo (cf. Hch. 2:24; 10:40; 13:30; Ro. 8:11) y también en la nuestra (1 Co. 6:14; Col. 2:12; Ro. 8:11). La Trinidad actuando en la salvación-liberación del ser humano. La Comunidad perfecta triunfa sobre todo el sistema que oprime y aliena al ser humano.

A partir de entonces, todo intento de liberación debe ser evaluado desde la cruz. El sacrificio y victoria de Cristo es a favor de la libertad del ser humano. Es la respuesta al clamor de los que sufren. Él dio el ejemplo más grande de amor al prójimo: dio su vida por sus amigos.

Además de los Evangelios, los demás libros del Nuevo Testamento van desarrollando una teología de cómo los cristianos deben abordar asuntos políticos. “Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él” (Romanos 13:1ss). Sin embargo, conforme pasaron los años e iniciaron las persecuciones, la perspectiva fue cambiando. Así encontramos las críticas directas al gobierno imperial romano en el Apocalipsis de Juan, escrito durante el reinado de Domiciano quien desató una persecución contra los cristianos (81-96 d.C.).

El evangelicalismo ha tendido a espiritualizar el Apocalipsis o a darle un sentido exclusivamente escatológico-futurista, olvidando por completo su contexto socio-político. Por ejemplo: “En la ideología oficial, Dea Roma era una virgen pura sobre un caballo blanco; en Apocalipsis 17 aparece como realmente es: una prostituta sobre una grotesca bestia escarlata.”[12] A Roma se le equipara con Babilonia por ser entonces la superpotencia imperialista opresora. Por eso mismo en el capítulo 18 Juan escribe una “canción de protesta”[13]. Y mientras que se decía: “Cesar es Señor”, Juan declara que Cristo Jesús es “Rey de reyes y Señor de Señores” en total oposición al Imperio.

El Apocalipsis es una sátira contra Roma y una denuncia de su política e injusticia contra los cristianos, los pobres y los oprimidos. Por lo tanto, la lectura del Apocalipsis nos da una muestra de la resistencia cristiana ante el gobierno imperialista, pero no por ello podemos tomarlo como una prescripción. Vemos aquí cómo se desarrolla la ética cristiana con fundamento teológico según el momento en el cual se vive o se muere, sin convertirse en una mera ética situacional.

En la próxima entrada del ‘blog’ daremos un vistazo a algunos casos de cristianos en tiempos de guerra posteriores a lo registrado en el Nuevo Testamento.

1. “Zelotas”, H. Merkel, Diccionario exegético del Nuevo Testamento Tomo I, Horst Balz y Gerhard Schneider Eds. 3ª Edición (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2005), 1733.
2. Ibíd.
3. Ibíd.
4. Ibíd.
5. Xavier Léon-Dufour, Diccionario del Nuevo Testamento (Bilbao: Desclée De Brouwer, 2002), 80.
6. Juan Stam, Apocalipsis y Profecia. Las señales de los tiempos y el tercer milenio (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2004), 92.
7. Ibíd., 96-97. El autor explica: Su modelo es una forma de la literatura hebrea de fuerte protesta conocida como “endecha burlesca” (QîNâH; cf. especialmente Is 13.19-22; Jr. 9.17-22; Ez 19; Ez 26-28; Am 5:16; Miq 2.4ss). La idea es imitar la lamentación por la supuesta muerte del enemigo, aunque éste en realidad goce de muy buena salud. Cuando consideramos que, en efecto, Roma estaba en su pleno poderío y gloria, reconocemos el atrevimiento que implicaba burlarse del Imperio y celebrar de esta forma su aparentemente tan improbable pero en realidad tan segura ruina. En aquella situación histórica, esta manera de mofarse del opresor constituía en realidad una especie de “canción de protesta”.


miércoles, 23 de octubre de 2013

La guerra en el AT


La participación de los cristianos en la guerra es uno de los temas más difíciles de abordar. Presentaremos una panorámica de la temática. En esta primera publicación veremos algunas características de la guerra y seguiremos con un esbozo partiendo del Antiguo Testamento. 

Muchos pueblos han peleado guerras desde tiempos inmemoriales. En el pensamiento griego notamos diferentes puntos de vista: Homero relaciona la guerra al gobierno de los dioses, y Hesíodo indica que en las guerras humanas hay planes divinos, pero no son ordenadas por los dioses.[1] Comúnmente la guerra se debe al egoísmo del pueblo o nación que busca adquirir mayor poder o territorio.[2] Este egoísmo que impulsa la guerra desemboca inevitablemente en la opresión del pueblo vencido.

De modo que la guerra siempre conlleva actos de violencia e injusticia. La violencia es física y psicológica. La injusticia se manifiesta claramente: las ciudades son destruidas, mujeres violadas, niños asesinados, se elimina la cultura. En respuesta el pueblo oprimido reacciona con la furia acumulada a lo largo de todo el mecanismo de opresión en una forma sumamente violenta para conseguir así su liberación. La liberación es parcial, y no es sinónimo de libertad. No mientras seamos humanos, pues la propia naturaleza egoísta del ser humano tiende a repetir el ciclo.

En la Escritura leemos relatos de guerras. El Antiguo Testamento (AT) no censura los sufrimientos ocasionados por la guerra, ni siquiera edita aquellas guerras sediciosas entre el pueblo judío (Jue. 19-21). Se ven imágenes grotescas como la de Aod que, con gran ingenio, asesina al rey Eglón de Moab clavándole una daga en el estómago que le provoca la salida de sus excrementos (Jue. 2:12ss). El Éxodo, la salida del pueblo judío de Egipto, es interpretado por el autor bíblico como la acción guerrera de Yahweh (Ex. 15:1-18; Dt. 1:30). Las guerras son de Yahweh (Nm. 21:14).[3] Pero Yahweh no siempre lucha contra los adversarios de Israel sino también contra su pueblo (Lm. 2:4). De hecho, aunque Lamentaciones describe que el sufrimiento del pueblo judío es por el pecado de la nación y por la opresión de las otras naciones, “habla más de Dios como el que afligió a Jerusalén (1:12-15; 2:1-8, 17, 20-22; 3:1-18; 43-45; 4:11; 5:22).”[4]

El AT nos hace ver que Dios es soberano y controla la historia. Dios es Dios de la historia y en la historia, así “cuando Yahvé hace desaparecer del mundo la guerra y el material bélico, lo hace mediante la guerra (Is. 9:3s.; Sal 46:10; 76:4 et al.), y las naciones enemigas se verán aniquiladas por Él.”[5] A propósito, a Yahweh se le llama sebaot doscientas sesenta y siete veces en el AT. “Su étimo sb’, como verbo y como sustantivo, tiene significados que se relacionan con ‘guerrear’ y ‘ejército’…Los LXX, por su parte tradujeron la mayoría de las veces yhwh seba´ot por kúrios pantocrátor.”[6] Indicando así la potencia guerrera de Dios.

Sin embargo, no podemos deducir que en toda guerra únicamente Dios sea quien actúa haciendo a un lado al ser humano. Aunque la liberación se le atribuye a Yahweh, el pueblo lucha:
En la Biblia el sujeto histórico que libera es Yahvé por medio del oprimido y es a la vez el oprimido que decide no ser más víctima del opresor, y que tiene la convicción plena de que su Dios, Yahvé, le da el poder suficiente para alcanzar la victoria. Sabe que sin éste Dios la batalla está perdida. Todos los elementos ocurridos a favor de la liberación son experimentados por el oprimido como signos de la presencia de Yahvé.[7]
El pueblo interactúa con Dios en su liberación. En Jueces 6-8 podemos observar este aspecto de manera evidente en el relato de Gedeón. Tras una opresión de siete años bajo Madián, Israel se libera y con ésta victoria goza de cuarenta años de paz.[8] Es la fe en Dios como liberador la que:

1) Alienta al pueblo a prepararse para la batalla. El pueblo es oprimido por los madianitas, el ángel del Señor se le apareció a Gedeón: “Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?... Levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos…” (Jue. 6:14, 7:15b, cursivas mías).[9]

2) Esta sinergía se manifiesta durante la guerra. Después de la solicitud de confirmación, Gedeón le dijo al pueblo: “Yo tocaré la trompeta, y todos los que estarán conmigo; y vosotros tocaréis entonces las trompetas alrededor de todo el campamento, y diréis: ¡Por Jehová y por Gedeón!” (Jue. 7:18). 

3) Al final de la batalla se alaba al Señor considerando la libertad como victoria suya.

En fin, en el AT todo acto de liberación del Señor, es un acto de justicia a favor de los oprimidos. La liberación se convierte de este modo en sinónimo de salvación. Y por ello también puede llamársele Dios justo: “Justo es Jehová en todos sus caminos, Y misericordioso en todas sus obras” (Sal. 145:17). De modo que las acciones guerreras del Señor en la liberación son la evidencia de su justicia salvífica:
No se trata de una justicia que condene y aplaste, sino de una justicia que levanta y hace vivir; no de una justicia que se teme, sino de una justicia que se espera. El dilema de “justicia o misericordia” no se plantea en el nivel de la Biblia y de los Salmos; la justicia de Dios se conjuga con su misericordia: “Él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra” (Salmo 33:5).[10]
Posteriormente, en siguientes entradas del 'blog' examinaremos un panorama del tema en el Nuevo Testamento. Y finalmente, se expondrán casos suscitados de cristianos en tiempos de guerra. Entonces concluiremos con algunas reflexiones.

1. O. Bauernfeind, “polemos”, Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento ed. Gerhard Kittell y Gerhard Friedrich, trad. Geoffrey W. Bromely (Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío, 2003), 882.
2. El ejemplo más conocido es la llamada Pax romana. Consistía en conquistar y someter a las naciones bajo el gobierno del Imperio. La paz romana comenzó con Octavio (a quien le dieron el título de Augusto), en el 31 a.C., a través de ella unificó Roma, y duró hasta el 180 d.C. aproximadamente. Aunque permitía que los pueblos vencidos tuvieran su propio gobierno cualquier sublevación se castigaba de manera cruenta con la finalidad de poner ejemplo y causar terror en aquellos que quisieran intentarlo.
3. Pero la idea de una divinidad guerrera se ve también en otras culturas: el dios Asur, o “la diosa Istar en Babilonia, que, aparte de diosa del amor, se considera “señora de la batalla y la guerra”, o de Anat en Ugarit.” Horst Dietrich Preuss, Teología del Antiguo Testamento. Yahvé elige y obliga Tomo 1 (Bilbao: Editorial Desclée De Brouwer, 1999), 224. O por dar un ejemplo más cercano, en México se adoraba a Huitzilopochtli, el dios de la guerra.
4. Gary Williams, “Introducción a Lamentaciones” (apuntes de Antiguo Testamento V, Seminario Teológico Centroamericano, 2010), 2.
5. Preuss, Teología del Antiguo Testamento, 238.
6. Ibíd., 254.
7. Elsa Tamez, La Biblia de los oprimidos, 112-113.
8. Paul N. Benware, Panorama del Antiguo Testamento (Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 1994), 88.
9. “'Con esta tu fuerza', i.e. la fuerza que tienes ahora, desde que Yahvé está contigo, Yahvé, quien todavía puede realizar milagros como en los días de los padres. La partícula demostrativa [esta] apunta a la fuerza que le había sido dada recientemente por medio de la promesa de Dios.” Carl Friedrich Keil y Franz Delitzsch, Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento. Pentateuco e Históricos (Barcelona, España: Editorial Clie, 2008), 709.
10. Jean-Pierre Prévost, Diccionario de los salmos. CB71 (Estella, España: Verbo Divino, 1991), 31. 

sábado, 28 de septiembre de 2013

De los evangélicos y los maestros





Como saben, escribo primeramente a evangélicos, ya que es el ámbito en el que generalmente me desenvuelvo así como el grupo al que pertenecen ustedes, amigos míos, que son la mayoría de mis lectores. Les escribo con tristeza y con malestar, pero también con esperanza en que las cosas pueden cambiar si juntos, en comunión, buscamos seguir los pasos del Señor Jesús y caminamos con él, al lado de los pobres y los oprimidos.
Como premisa fundamental: Un cristiano no debería ser ignorante de los acontecimientos sociales. He visto como muchos evangélicos solo se quejan del tráfico, de los maestros, y no se informan, hacen juicios a priori. Recopilo aquí algunas frases que he visto en publicaciones de Facebook de algunos contactos:
“Esos dizque maestros deberían ponerse a trabajar como uno, sólo así hay progreso.” “Ya que se regresen aquí nadie los pela.” “Solo afectan a miles que sí queremos trabajar.” “Pobres de los niños que están sin clases.” “Para que se manifiestan si no les van a hacer caso.”
Luego citan versículos (con una pésima hermenéutica, ejemplo de lo que se enseña en sus iglesias, claro) defendiendo al gobierno de una manera acrítica: “Hay que orar por nuestros gobernantes, dice la Biblia.” “Hay que honrarlos, dice la Biblia.” “Dios quita y pone reyes, dice la Biblia.” “Dios es soberano, dice la Biblia, tenemos al presidente que él ha querido.” O simplemente se desentienden de la problemática pensando que “las cosas en el cielo serán mejores”: “Aquí nos tocó así, pero allá todo cambiará.” “Somos pobres aquí en la tierra, pero en el cielo reinaremos.” “Aquí hay tristeza, pero allá el Señor enjugará nuestras lágrimas.” “Todo está mal, por eso espero el rapto.” O piensan que esto nada tiene que ver con “la vida espiritual”: “Para qué estudio, mejor me voy de misionero, eso es lo que vale.” “Lo que importa es mi tiempo de oración, mi ayuno, mi devocional diario, mi estudio bíblico con los jóvenes de la ‘igle’, todo lo demás es efímero.” Y se preguntan entre ellos: “¿Cómo estás en tu vida espiritual?” Y se contestan: “Amén, amén, bien ‘bro’, todo chido, de gloria en gloria.” Y luego: “¿Y en lo secular?” A lo que responden: “Pues ahí, dos dos, brother. Así como están las cosas, yo la neta espero ya el rapto.” Pero no se comprende que solo hay una vida, sin dicotomías: No tienes una vida espiritual y una vida mundana, terrena o secular. Tienes una sola y única vida.
¡Cuánto se necesita de cristianos que sepan leer los tiempos!: reflexionando con una Biblia en una mano y el periódico en la otra, como lo apuntaba Karl Barth. Pero seguro, esto al evangélico “de hueso colorado” le parecerá una mundanalidad que ha de ser rechazada.
Por ahí, algunos “compas” evangélicos han compartido videos (uno animado de televisa y otro de algunos jóvenes bloggers entrevistando maestros) donde se critica el desconocimiento de algunos maestros de la CNTE acerca de la Reforma educativa, les hacen preguntas queriendo escuchar una respuesta exacta y buscando exponerlos dejándolos en ridículo: lo que expresan esos videos, en resumidas cuentas, es que “los maestros no saben ni porqué están luchando”.
Me pregunto qué pasaría si llevara mi cámara y entrevistara a tales evangélicos -a ellos, a sus esposas, a sus hijos o hijas, a sus familias, o amigos de sus iglesias- acerca de su fe haciéndoles preguntas concretas de pasajes bíblicos, doctrina, dogma, teología, historia eclesiástica, etc. ¿Sus respuestas probablemente escuetas, infantiles, equivocadas, su balbuceo o verborrea o su silencio desconcertado, sería evidencia de que “no saben qué ni porqué creen pero creen”?
El supuesto y la pregunta es retórica, dada la estructura del párrafo, se espera como respuesta una negación. El hecho de que haya evangélicos que a pesar de tener años metidos en la iglesia y no sepan responder a cuestiones básicas de la fe, no significa que no sepan porqué creen, simplemente han dejado esa tarea reflexiva de lado -espero no sea tu caso-, y con todo, para ellos es suficiente saber que Cristo murió en favor de ellos y así son salvos. En paralelismo con esta respuesta se espera también que estos evangélicos no juzguen a los maestros en su lucha genuina contra la injusticia, pues aunque no sepan dar respuestas puntuales no significa que estén ahí sin conocer el punto principal: buscar justicia.
Entonces, al menos dos cosas deben considerar tales evangélicos: Primera, que la fe cristiana no es ciega, tiene los ojos bien abiertos; es decir, se razona, “la fe inquiere en el intelecto”, escribiría San Anselmo. Segunda, que la fe cristiana se fundamenta en Jesucristo quien proclamó el Reino de Dios, no solo a través de sus enseñanzas sino también con sus obras de misericordia mostrando en ello justicia. Por ende, el evangélico que se jacta de ser verdadero cristiano, debería al menos no juzgar como indigna la búsqueda de justicia por parte de otros, y al mismo tiempo, razonar su fe.
Lo absurdo es que los evangélicos se quejan de los maestros que claman por justicia para que la educación sea gratuita para todos; pero eso sí, se emocionan con una 'Expo cristiana' y hasta pagan su exclusivo boleto 'VIP' para escuchar a su cantante, grupo o predicador favorito. Odian y maldicen a los maestros que señalan la falla del gobierno, ejemplo de una verdadera voz profética que denuncia el pecado estructural en el país; pero eso sí, aman y bendicen a sus pastores que les endulzan los oídos, que no hablan de la situación social en el país manteniéndose al margen de ello por considerarlo demasiado mundano o terrenal, y solo predican de su "vida espiritual". Expresan su repudio contra los maestros y el tráfico que ocasionan, los tildan de "demonios"; pero eso sí, se regodean de sus ministerios casi angelicales. 
Los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) luchan por justicia. En estos días he podido platicar con varios de ellos ahí en su campamento en el Monumento a la Revolución. Es cierto, no todos saben expresarse correctamente o tan precisamente como a sus críticos les gusta apuntar burlonamente. Quizás habrá entre ellos algunos que no quieran perder sus varias plazas, o habrá entre ellos tal vez quienes no quieran ser sometidos a evaluación porque saben que no pasarán el examen, esto es cierto. Sin embargo, de manera general, con las intenciones que tengan, todos y cada uno de ellos está luchando para corregir las Reformas del Gobierno que atenta contra el bienestar de todos los mexicanos, incluyendo al evangélico perteneciente a la crema y nata de su iglesia.
Los maestros y maestras con quienes he platicado, han dejado familia, a sus hijos pequeños, ya por casi dos meses. Han pasado frío, hambre, se han empapado bajo la lluvia aun dentro de sus tiendas improvisadas con lonas, cartones, plásticos. Han sufrido las burlas y groserías de los mismos ciudadanos a quienes defienden en su lucha. También han sido objeto de los abusos del poder y de la violencia por parte de la policía. ¿No te inquieta, ni tan sólo un poco, que estos maestros estén dispuestos a padecer de esta manera por sus convicciones, sus ideales?
Ahora, es necesario conocer el porqué de la lucha de los maestros contra esta Reforma educativa (puedes descargar el texto completo en http://pactopormexico.org/reformaeducativa/). Ésta, además de indicar, en el Artículo 3°, III, que:
…el ingreso al servicio docente y la promoción a cargos con funciones de dirección o de supervisión en la educación básica y media superior que imparta el Estado, se llevarán a cabo mediante concursos de oposición que garanticen la idoneidad de los conocimientos y capacidades que correspondan.
Puntualiza:
…Quinto. Para el debido cumplimiento de lo dispuesto por los artículos 3o. y 73, fracción XXV, de esta Constitución, el Congreso de la Unión y las autoridades competentes deberán prever al menos lo siguiente: …III. Las adecuaciones al marco jurídico para:
a) Fortalecer la autonomía de gestión de las escuelas con el objetivo de mejorar su infraestructura, comprar materiales educativos, resolver problemas de operación básicos y propiciar condiciones de participación para que alumnos, maestros y padres de familia, bajo el liderazgo del director, se involucren en la resolución de los retos que cada escuela enfrenta; 
b) Establecer en forma paulatina y conforme a la suficiencia presupuestal escuelas de tiempo completo con jornadas de entre 6 y 8 horas diarias, para aprovechar mejor el tiempo disponible para el desarrollo académico...
En esta mal llamada reforma educativa se establece la AUTONOMÍA DE GESTIÓN DE LAS ESCUELAS, lo que  afecta la economía de los padres de familia ya que de manera directa tendrán que costear la educación de sus hijos, pues el gobierno federal se deslinda de su responsabilidad de mantener el funcionamiento de las escuelas, lo que significa que ya no destinará recursos económicos para construir escuelas, equipar y dotar de materiales didácticos, etc. Dice además con claridad que los padres de familia y los maestros gestionarán los recursos económicos para mantener la operación de las escuelas, lo que llevará a establecer cuotas escolares mensuales, bimestrales o semestrales de manera obligatoria. 
En este mismo artículo se establece la implementación de escuelas de tiempo completo, que plantea alargar la estancia de los alumnos en la escuela entre 6 y 8 horas dependiendo del nivel educativo, lo que traerá consigo afectaciones en el ámbito psicológico, emocional, social, de convivencia familiar y esparcimiento.
De manera que esta Reforma educativa impacta a toda la publicación, especialmente a las clases sociales media y baja. Los cristianos evangélicos no están exentos de esta situación. ¡El evangélico no puede cerrar sus ojos y esperar su “rapto”! Es necesario que comprenda y sobre todo que se mueva a misericordia, tal como Jesucristo quien siempre estaba y caminaba con los pobres, las minorías, los excluidos, los violentados. Es necesario caminar con el Señor al lado de ellos: ¡Sí, ahí, en las calles, ahí en las marchas, ahí en sus campamentos!
Introduzco entonces una cuña entre el evangelicalismo y el cristianismo. Mi querella no es contra la fe cristiana porque esta es firme y así se ha verificado a lo largo de los siglos. Estoy en contra de la fe impostora del evangelicalismo. Ahora bien, esto puede solucionarse si todo lo dicho anteriormente acerca del evangélico es por causa de su ignorancia, de su deformación denominacional, por culpa de su pastor imprudente o neófito. Siempre hay esperanza para quien busca comprender su fe, porque entonces puede arrepentirse de su error, de su mala teología, de su indiferencia ante el que busca justicia, de su falta de misericordia, tal como yo en algún momento. Sí, confiésome.


Pero, para el necio, para el que sabe esto y persiste en su burla y desprecio contra los maestros que buscan justicia, que se jacta de su poder económico para poder pagar escuelas privadas a sus hijos –pese a la mala inversión costo/beneficio en comparación a la educación pública- y cierra su corazón a su prójimo, no queda más que decir.

lunes, 29 de julio de 2013

Bebés

A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos… Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. 
-Génesis 3:16a, 20.

El resultado de la desobediencia de Adán y Eva fue desastroso tanto para el varón como para la mujer y toda la creación. El juicio de Dios que recayó sobre Eva maximizó su dolor de parto. Es un juicio que llega a lo profundo del ser-mujer.

Justo hoy, martes 23 de julio de 2013, Marlen, Mar, mi esposita maravillosa, ha sido ingresada en el Hospital Materno Infantil “Dr. Nicolás M. Cedillo Soriano” de la Secretaría de Salud, ubicado en la Delegación Azcapotzalco del Distrito Federal, para dar a luz a nuestro amado y esperado primogénito. Cuando llegamos a las 8:20 de la mañana ya había otras mujeres embarazadas, eran de diferentes edades, desde quince años hasta cuarenta y algo; algunas, como Mar, estaban tranquilas, otras tenían mucho dolor, una al punto del llanto. Después de todo el papeleo la ingresaron.

Tardaron más de una hora en llamarme para recoger sus pertenencias pues sólo estaría con esa bata típica que usan los pacientes. Entré. Allí la vi, acostadita y con suero, pero como siempre con su gran sonrisa, tranquila pero, como se diría en la imaginería profética, ya con el “principio de dolores” reflejado en sus ojos cafés.

Puedo imaginarme a Eva, experimentando ese dolor de parto al mismo tiempo que el juicio de Dios resonaba en su corazón: “Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos”. Esa palabra de Dios sigue haciendo eco en cada nacimiento.

¡Qué impacto debió ser para Adán ver a su Evita por primera vez gritando, llorando, sufriendo al dar a luz! Así cada mujer que entra en labor de parto conoce algo del sufrimiento que conlleva el pecado. No porque la relación sexual en el matrimonio o el dar a luz sea malo o pecaminoso, sino porque evidencia el juicio de Dios sobre la desobediencia. Franz Julius Delitzsch comenta: “Que la mujer debía dar a luz hijos fue la voluntad original  de Dios; pero fue un castigo el que de ahí en adelante tuviera que hacerlo con dolores, dolores que amenazaran su vida del mismo modo que la del hijo” (Keil y Delitzsch, Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento. Pentateuco e históricos Trad. Ivo Tamm. Barcelona: Editorial Clie, 2008; p. 60).

Hoy, con tristeza, reconozco mi pecado y sus consecuencias en el dolor de Mar. Y cada varón que participa en la concepción debería atisbar en el dolor de la mujer su propio pecado. Qué feo que la mayoría de las embarazadas que están en el hospital estén sin sus esposos. Algunas madres perjuraban a quienes embarazaron a sus hijas. Cuántos, en todo el mundo, abandonan a su compañera después de haber obtenido gratificación sexual dejándola sola, sufriendo por la llegada de un bebé que no tendrá padre. A Adán se le podrá culpar de nuestra miseria resultado de su pecado (el pecado original), pero debemos reconocer su hombría: siguió a su esposa hasta el pecado y recibió con resignación la consecuencia. Y en el nacimiento de su hijo se acordó de su desobediencia a Dios.

Pero Adán contempló algo después de escuchar el veredicto divino. Sabía que el mandato de Dios era no comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal so pena de muerte (Gn. 2:17), pero él y su esposa habían comido desobedeciendo, y no habían muerto del todo. Si bien, la muerte fue la alienación del ser: alienación de Dios, de sí mismo y de todo lo creado; su corazón aún latía y el corazón de su esposa también aún latía. Entonces no todo estaba perdido. Adán lo intuye y ve, a pesar del juicio de Dios, esperanza. Si Dios, como juicio, establecía la multiplicación de los dolores de la preñez entonces implicaba con ello también su misericordia: nueva vida.

La vida triunfa sobre la muerte. El juicio de Dios es también misericordia. Por ello, Adán, haciendo un juego de palabras, Ḥavah - ḥayyah (Eva – seres vivos), le da a su esposa el nombre de “Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes”. Gerhard von Rad (El libro del Génesis 4ta edición. Trad. Sergio Romero. Salamanca: Ediciones Sígueme, 2008; 112-113) explica:

En esta nominación de la mujer por parte del hombre debemos ver un acto de fe, no desde luego de una fe en las promesas implícitas en el veredicto punitivo, sino un aferrarse a la vida que sigue siendo un gran milagro y un gran misterio de la maternidad, milagro y misterio que se mantienen por encima de las fatigas y de la muerte… ¡Quién podrá expresar lo que estas palabras encierran de dolor, y de amor, y de empeño!

Algunos usan el término “aliviarse” como eufemismo de la labor de parto. Suena bastante apropiado en este contexto, ¿no lo creen? La mujer se alivia del dolor, del sufrimiento, e incluso de la consecuencia del pecado. Y luego vino la maravillosa bendición que Adán y Eva recibieron al poder sostener en sus brazos a su hijito. Hoy puedo comprenderlo plenamente. Puedo remontarme a ese momento junto con ellos: Allí, afuera del paraíso, en un mundo ya hostil, levantan a su bebé en alto, como señal de la misericordia de Dios a pesar de su pecado.

De modo que cada nacimiento no es tan sólo un recordatorio de nuestro pecado juzgado por Dios, sino que también nos recuerda la misericordia de Dios. La vida es la última palabra de Dios y no la muerte. Cada bebé trae consigo gozo y esperanza, no importan las circunstancias en las que haya sido concebido, pues esa esperanza y gozo no se fundamentan en lo que el ser humano haga o deje de hacer, sino en la misericordia que Dios ofrece: la vida…


Hoy ya es miércoles 24, por fin pude pasar a ver a mi esposita: Mar está cansada pero gozosa y con buena salud, le pude decir “te amo” y darle un beso prolongado... Mi hijito estaba a su lado en una cunita, una etiqueta registraba su información: Hora de nacimiento, 00:10; sexo, masculino; talla, 54 cm, peso, 3.640 Kg, APGAR 9.9. Lo pude cargar, levantar por sobre mi cabeza y decirle con lágrimas en mis ojos: “Hijo, hijito, soy tu papi y tú eres Ian: Dios es misericordioso.”

jueves, 18 de julio de 2013

Dios y "la ley del hielo"


Guido Gómez de Silva, editor del Diccionario breve de mexicanismos (México, D.F.: Fondo de Cultura Económica y Academia Mexicana, 2008; p. 90), en cuanto a la palabra ‘Hielo’ anota:

Aplicarle a alguien el hielo. loc. Ningunearlo, no tomarlo en consideración. Aplicar a alguien la ley del hielo. loc. No dirigirle la palabra.

La acción de no dirigirle la palabra a una persona tiene implicaciones serias, muy profundas y lamentables. Y es que tiene que ver con el mismo lenguaje y por ende, el mismo ser. Veamos porqué.

Heidegger señaló que “el lenguaje es la casa del ser”. El hablar diferencia de modo particular al ser humano de las plantas y animales. El lenguaje requiere raciocinio. Implica la comprensión de lo que sucede tanto en el exterior como en lo interior. El lenguaje es algo de lo que constituye al ser humano y por ende es una necesidad. El hecho de nombrar algo se debe a la capacidad de la conceptualización, de generar la idea, así como la habilidad de comunicarla. De modo que el lenguaje tiene que ver, no sólo con el ‘yo’, sino con el ‘otro’. Le permite a la persona exteriorizar la experiencia o la idea. Le permite relacionarse, vivir en comunidad, en armonía.

Como cristianos podemos señalar que el habla es evidencia de ser creados a imagen de Dios. Génesis, capítulo uno, repite insistentemente que la creación parte del hablar de Dios: “dijo Dios”, seguido por la frase, a modo de corroboración: “y fue así”. Luego, el ser humano es creado a imagen de Dios (Gn. 1:27). Dios le habla al hombre estableciendo un mandato (Gn. 2:16-17). Después, Adán le da nombre a los animales como parte de una de las primeras tareas encomendadas por Dios (Gn. 2:19-20), señalando ello su raciocinio y capacidad de conceptualización otorgado al ser imagen de Dios. Y no sólo le da nombre a los animales, también entona un poema a Eva (Gn. 2:23-24). E inmediatamente después de que ambos, Adán y Eva, pecan, Dios les habla buscando que ellos respondan responsablemente (Gn. 3:9-13), y les habla emitiendo su veredicto (Gn. 3:14-24). A lo largo de todo el Antiguo Testamento Dios habla al ser humano y éste responde.

El Evangelio según San Juan presenta al Logos de Dios: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios” (Jn. 1:1-2). El Logos, que se puede traducir como Verbo o Palabra, es Dios mismo, y por tanto Creador: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn. 1:3). El Logos “fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Jn. 1:14). El Logos es el Hijo unigénito de Dios, y el Logos es Jesús (Jn 1:29-34). Siendo entonces Jesús, la Palabra de Dios al ser humano. De ahí que la Epístola a los Hebreos señale: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (He. 1:1-2). Por tanto, la Palabra de Dios da vida a nuestro ser. Por eso 1 Juan 1:1 se refiere a Jesucristo como el “Verbo de vida”. De manera que el habla es símbolo de vida.

En contraste, la ausencia de ella es muerte. Si Dios no habla, no hay nada, no hay vida, no hay ser. Respecto al ser humano, veamos algunos ejemplos del Antiguo Testamento: En el libro del Éxodo, Dios llama a Moisés para que hable a Faraón y saque al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto (3:1-10), pero Moisés se excusa: “…soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre?, ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?” (4:10-11); Dios hace al mudo de nacimiento. En Salmos 31:17 se hace un contraste entre el justo que invoca al Señor y el impío, el clamor del que invoca al Señor es: “No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado. Sean avergonzados los impíos, estén mudos en el Seol”; este paralelismo entre mutismo y Seol, indica la muerte. En Salmos 38:13 tenemos la oración de un pecador que ruega a Dios por salvación, en su angustia se presenta: “…soy como mudo que no abre la boca”; el pecado produce muerte, y en estos dos pasajes vemos la muerte representada como mutismo. En Proverbios 31:8-9 se impele al rey a gobernar con justicia y una muestra de ello es el hablar por los sin-voz, los afligidos: “Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso.” Como parte de la salvación de parte de Dios, en Isaías 35:5-6 se profetiza: “Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo…”

Luego en el Nuevo Testamento, particularmente en los evangelios, se registran varios exorcismos realizados por el Señor Jesucristo: “Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado. Y echando fuera el demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel” (Mt. 9:32-33). “Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba” (Mt. 12:22). “Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos,  mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel” (Mt. 15:30-31). En estos pasajes el mutismo es o enfermedad (tal vez, condición de nacimiento) u obra de los demonios; sea lo uno o lo otro aflige a la persona, y es Jesús quien libera de esa aflicción y da vida plena. Por ello Jesús, cuando Juan el bautista envía a sus discípulos para preguntar si él era el Mesías, responde citando el texto de Isaías 35: “Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio…” (Mt. 11:5; cf. Lc. 7:22). El que Jesús cite fracción de Isaías 35 incluye su totalidad, indicando el inicio de su reinado.

Después de hacer este recorrido panorámico, podemos decir que si el habla es símbolo de vida, el mutismo aunque puede ser una condición de nacimiento o enfermedad, sin ninguna connotación ética o moral, también puede ser provocado por fuerzas demoníacas, en otros casos es consecuencia del pecado; en general, representa a los que sufren injusticia, los pobres, a aquellos que son oprimidos. En conclusión, el mutismo es símbolo de muerte.

Se ha entendido que la persona a quien se le aplica “la ley del hielo” es como si estuviera muerta puesto que se le ignora. Pero en realidad, quien aplica “la ley del hielo” se presenta a sí mismo como carente de vida, un muerto, y al muerto no le importa qué haga o diga el que está vivo, el muerto ya no emite sonido. Por eso, modificando un poco la definición dada arriba: él mismo se ningunea, se auto-invalida. Quien aplica la “ley del hielo” opta por la indiferencia, según él, pero en realidad es porque no desea sentir, no desea experimentar ninguna emoción o sentimiento causada por el otro, está oprimido a tal grado de no hablar; en cierto sentido, no desea vivir, se muere para el otro. ¡Qué triste es el que aplica tal “ley”!


Si te han aplicado la “ley del hielo” recuerda que Dios te habla y su Palabra, Jesucristo, te da vida plena y abundante. Y si tú la has aplicado, no desprecies la vida que el Señor te ha dado comportándote como un muerto al no hablar. Ve y habla a tu prójimo.