sábado, 22 de noviembre de 2014

Ejercicio



Mientras estuve en el seminario me gustaba dar unas vueltas al campo de futbol y luego hacer pesas en el "gimnasio". Lo escribo entre comillas porque los "gimnasios", en los dos seminarios a los que asistí, eran en realidad pasillos, bodegas o sótanos olvidados, siempre descuidados, algo sucios, polvorientos y con olor a humedad, que constaban de algunos cuantos aparatos destartalados y oxidados, así como de unas cuantas pesas armadas de diferentes sets de equipos. En fin, cumplían con algo de su propósito. Quienes me conocen saben que siempre he sido flaco, pero durante un año que le metí duro a las pesas, una hora en la mañana, 30 minutos en la tarde y hora y media o dos horas por la noche, pude hacer masa muscular y marcarme. Realmente me gustaba ese tiempo de ejercicio, me relajaba mucho y además, cuando levantaba pesas lo hacía sabiendo que iba a ver a Mar en vacaciones y quería gustarle. "Otra por Mar", me decía mi amigo Pay animándome cuando era mi turno de levantar pesas y daba mi último esfuerzo. 


A veces hacía ejercicio en silencio y estando sólo oraba por diferentes cuestiones: mi familia, el sustento económico, la iglesia, los estudios, amigos, etc. En otras ocasiones ponía la música que me gusta: punk, ska, reggae, hardcore, etc. Que por cierto, en varias ocasiones me pidieron que le bajara el volumen pues no era del agrado de todos. Me acuerdo que una vez se acercó el 'Consejero de varones' mientras yo platicaba con mi buen amigo David y hacía ejercicio con algo de ska que mi celular tocaba con sus pequeñas bocinas. El Consejero se quedó allí parado y escuchando. Supongo que quería saber que decía la música o buscaba las palabras exactas para decirme que la quitara. 

-"¿Es tu celular?" Me preguntó.
-"¿Cómo?" Respondí.
-"Esa música, ¿es de tu celular?" Cuestionó. 

Yo ya sabía a lo que iba, pero como no decía las cosas directamente, me interrumpía y me ponía de malas que a cada rato me molestaran con lo de la música, decidí hacérsela cansada: 

-"Sí." Le dije.
-"¿Y se le puede bajar?"

Lo mire haciendo una cara de exagerada consternación.

-"Sí." Explicó: "¿Se le puede bajar el volumen?"

Y yo, llanamente le dije:

-"Mmm, Sí." Y seguí levantando pesas. David sólo se me quedaba viendo apenado por el Consejero, pasaron unos cuantos segundos algo tensos hasta que él me dijo:

-"Quiere que le bajes vos."
-"Ah, ya." Dije y apagué la música.

El Consejero salió y nosotros nos botamos de la risa. "¡Vayunco!", me dijo David. Ah, qué cosas, fue genial… 

Bueno, regresando al tema, el ejercicio es también una manera de mortificar la carne, de adquirir disciplina. Levantarte a las 5am es batallar contra la pereza y establecer una rutina requiere también determinación. Ese estar adolorido de tanto ejercicio es indicador de que se ha llevado al límite la capacidad física. De hecho, lo que sucede para hacer volumen es que al ejercitarse las fibras musculares tienen micro desgarres o rupturas –es por ello que uno se siente adolorido-, entonces el músculo se regenera y conforme se va repitiendo el proceso, la rutina, hay un engrosamiento de estas fibras musculares lo que da volumen. Otras ventajas son: tener una buena autoestima y sentirse atractivo, mejorar la condición física, fortalecer el sistema inmunológico, es recreativo, energizante y levanta el ánimo. Además sirve para distraerse de toda la carga académica y de otros asuntos, como problemas económicos, de pareja o familiares. Incluso, en el seminario hay quien aprovecha el ejercicio para ligar, a veces podían verse parejitas corriendo o caminando a las 5 am o ya por la noche, aprovechando bien el tiempo. 

Seguro habrá quien me salga con que "el ejercicio para poco aprovecha", citando 1 Timoteo 4:8, tergiversando el texto bíblico a partir de una interpretación dualista. Pero para interpretar bien el pasaje es necesario comprender lo que el versículo dice en su contexto:


Lo primero es que: "Su declaración en la primera parte del enunciado no es un menosprecio del ejercicio corporal sino una afirmación de que tiene algún valor." [1] Segundo, "el Pastor usa una apelación retórica para aventajar, una táctica común en retórica deliberativa, para subrayar la importancia de la piedad." [2] Además, el punto que trata aquí no es el ejercicio en sí, la mención que hace de él se debe a la metáfora empleada. El objetivo es contrastar la 'piedad' con los "mitos funestos y propios de viejas" (v. 7):
En contraste con los mitos impíos y cuentos de viejas, que promueven especulaciones y no tienen nada que ver con la piedad genuina, Pablo urge a Timoteo a dedicarse vigorosamente a lo último. Al hacerlo, cambia las metáforas –de la crianza (v. 6) al atletismo: entrénate (gymnaze) para ser piadoso (eusebeia). El punto de Pablo es que, como el atleta, Timoteo debe mantenerse en entrenamiento vigoroso para la práctica de la piedad genuina… Habiendo usado la metáfora de entrenamiento físico, Pablo, de manera típica, se detiene a reflexionar en la metáfora misma por un momento. Hay otro tipo de entrenamiento, dice, el entrenamiento físico (gymnasia), que es de algún valor. [3]
Por tanto, la razón por la cual escribe sobre el ejercicio "es por la metáfora misma." [4] Su objetivo es que Timoteo se ejercite en la piedad.

El problema de interpretación se halla en el dualismo que algunos tienen. Este dualismo, característico del evangelicalismo es: 1) ontológico, algunos creen que "lo espiritual" es lo mejor y desprecian lo físico ο lo material; y/o 2) temporal, hacen una división entre el futuro y el presente, piensan que "allá en el cielo las cosas serán mejores" despreciando el presente o ajenos y apáticos a lo que ocurre en la tierra. Estas ideas se refuerzan por una mala comprensión de lo que continúa diciendo el pasaje:


Sobre esto es necesario señalar que: "Dada la inherente unidad en el concepto de vida asociada con la promesa de Dios (ambos, ahora y por venir), es improbable que Pablo esté distinguiendo rígidamente entre la vida física ("ahora") y la vida eterna o espiritual ("que vendrá"). [5] De manera que al practicar la piedad "entonces se obtiene de ella verdadero provecho, porque a la verdadera piedad se le ha prometido la vida, en este mundo actual y en el mundo venidero (cf. 6:6, 12ss)." [6] La εὐσέβεια en las epístolas Pastorales "sugiere de diversas maneras una visión global de la religión" y esto sólo a partir de la acción salvífica de Dios. [7] La piedad aquí:
...expresa la genuina fe cristiana –la verdad y su expresión visible. Es esta calidad de la que carecen los falsos maestros. Así, "piedad", aunque es contrastada con el entrenamiento físico, en realidad se encuentra en contraste con los mitos impíos, precisamente porque tiene que ver con la vida, tanto presente como futura. [8]
Entonces, habiendo aclarado que 1) no hay dualismo entre la vida "espiritual" y la "terrenal", 2) no hay dualismo entre el futuro y el presente, 3) no hay ningún problema en hacer ejercicio, 4) no se es más espiritual si no se hace, 5) son varias las ventajas resultado del ejercitarse, y 6) puesto que me dirijo principalmente a quienes planean irse al seminario o ya están en uno y por ende, se espera que estén ejercitándose en la piedad: te recomiendo ampliamente que hagas ejercicio allí.

Si quieres sigue la rutina recomendada en este enlace, pero si en el seminario no cuentan con ningún equipo de pesas, puedes empezar con lo siguiente:
  1. Calentamiento, caminar 5 minutos, trotar 5 minutos, correr 10 minutos.
  2. Hacer 15 sentadillas.
  3. Hacer 15 abdominales con las piernas extendidas.
  4. Hacer 15 abdominales con las rodillas levantadas y las manos detrás de la cabeza.
  5. Hacer 15 abdominales como las anteriores pero de manera cruzada, que tu codo derecho toque tu rodilla izquierda y luego tu codo izquierdo toque tu rodilla derecha.
  6. Hacer 15 lagartijas con las palmas sobre el piso a la altura de los hombros.
  7. Hacer 15 lagartijas con las palmas sobre el piso a la altura de los hombros pero con las puntas de los dedos en dirección al centro.
  8. Hacer 15 lagartijas con las palmas sobre el piso a la altura del pecho y los dedos pulgares e índices juntos formando un triángulo.
  9. Repetir las series de lagartijas pero con los pies elevados sobre algún banco.
  10. Repetir nuevamente todos los ejercicios, cuanto desees.
Espero que te sirva. Yo confieso que ya no he hecho ejercicio así que necesito imponerme nuevamente una rutina y darle otra vez "una más por Mar" y otra por Ian.





  1. Lea, T. D. (1992). 1, 2 Timothy, Titus. E.U.A.: B&H Publishing Group. P. 134.
  2. Collins, R. F. (2002). 1 & 2Timothy And Titus. Louisville, Kentucky: Westminster Jonh Knox Press. P. 122.
  3. Fee, G. D. (1988). 1 and 2 Timothy, Titus. Grand Rapids, Michigan: Baker Books.
  4. Ibíd.
  5. Towner, P. H. (2006). The Letters to Timothy and Titus. Grand Rapids, Michigan: Wm. B. Eerdmans Publishing. pp. 307-308.
  6. Fiedler, P. "εὐσέβεια". (2005). Balz, H. y Schneider, G. Eds. Diccionario exegético del Nuevo Testamento. Volumen I. Salamanca: Sígueme. P. 1685.
  7. Ibíd., 1686.
  8. Fee.





domingo, 16 de noviembre de 2014

60 razones por las que no debes ir al seminario


En el seminario conocí a muchos que llegaron por razones equivocadas y son otros tantos más los que, repitiendo las mismas ideas, me han expresado su interés en meterse a uno. Aquí enlisto las razones más comunes por las cuales no deberías ir al seminario:

  1. Tu pastor quiere que le ayudes.
  2. Alguien en tu iglesia te dijo que eres muy buen creyente.
  3. Te gusta servir, enseñar, tocar la guitarra, cantar o cualquier otra actividad eclesial. 
  4. Quieres "ayudarle" a Dios con su misión.
  5. Quieres irte de misionero a un pueblito escondido donde ningún otro creyente haya ido.
  6. Quieres sufrir por el nombre de Cristo, incluso ser un mártir.
  7. Quieres salvar a los "pobrecitos inditos" que no saben nada.
  8. Quieres irte de misionero al "Primer Mundo" (E.U.A., Inglaterra, España, Francia, etc.) donde no tengas problemas económicos como en tu país de origen.
  9. Quieres irte de misionero para conocer diferentes lugares.
  10. Te gusta viajar y sacar fotos.
  11. Crees que en el seminario podrás estar libre de toda "preocupación mundanal".
  12. Quieres dejar ese pecado que siempre cometes y huir de toda tentación.
  13. Quieres entenderte a ti mismo, quieres saber por qué pecas una y otra vez.
  14. Crees que en el seminario te concentrarás en lo espiritual, que sólo te la pasarás orando, ayunando, cantando y leyendo tu Biblia.
  15. Piensas que en el seminario tendrás la experiencia espiritual ("bautismo del Espíritu", "hablar en lenguas", obtener algún don espectacular) que tanto anhelas.
  16. No sabes qué hacer con tu vida.
  17. Un predicador, misionero, apóstol o profeta fue recientemente a tu Iglesia y te impresionó su discurso.
  18. Alguien te incitó a dejar a tu familia y amigos para seguir a Cristo.
  19. Alguien te atemorizó y amenazó por no compartir el Evangelio. 
  20. Alguien te chantajeo con estadísticas de los incrédulos perdidos y fotos amarillistas de gente sin zapatos que vive sin tus comodidades.
  21. Alguien te emocionó con una selfie donde le está dando dulces a varios niños de la calle mientras estaba en un viaje misionero.
  22. No entraste a la carrera universitaria que querías.
  23. No te gusta el estudio y crees que en el seminario sólo se lee la Biblia.
  24. Sabes que en el seminario no dan clases de matemáticas, física o química.
  25. Crees que la teología es como la filosofía que tanto te gusta.
  26. Crees que la teología es otra ciencia o disciplina más.
  27. Te gusta estudiar y quieres sumar otro título.
  28. Tienes ya una licenciatura en cualquier área de estudio pero quieres una maestría en teología.
  29. Quieres ser teólogo tal como tu escritor favorito.
  30. Te gusta la teología porque crees que es un estudio meramente espiritual.
  31. Piensas que la teología nada tiene que ver con las banalidades de la "sabiduría humana" como la biología, la física, la sociología, la psicología, la política, el arte, etc.
  32. Desprecias todo lo que ocurre en tu entorno social pecaminoso y "bajo la potestad del diablo y sus demonios".
  33. Te desagrada convivir con los incrédulos.
  34. Tienes tendencias homosexuales y crees que en el seminario: a) tendrás una liberación de esos sentimientos y deseos, o b) podrás aprovechar que estarás en un cuarto con alguien de tu mismo sexo.
  35. Deseas tener puras amistades genuinas con creyentes "maduros" o "espirituales".
  36. Quieres que tus hijos vivan y crezcan protegidos en un ambiente "sano" dentro del seminario.
  37. En tu Iglesia no hay con quien tener un noviazgo.
  38. Estas cansado de las chicas superficiales o fastidiada de los chavos inmaduros.
  39. Crees que al seminario sólo asisten las chicas más consagradas, hermosas, puras y castas, vírgenes, o los jóvenes más nobles, serviciales, los "hombres de Dios", y que de entre todas ellas o ellos podrás escoger. 
  40. Te quieres casar y crees que en el seminario encontrarás a tu "ayuda idónea".
  41. Tuviste un desamor, crees que todos los hombres o mujeres son iguales, y ahora quieres consagrarte a Dios: desposarte con Cristo, si eres mujer; o si eres hombre, casarte con la Iglesia.
  42. No te gusta el trabajo que tienes.
  43. No tienes trabajo.
  44. Piensas que al graduarte del seminario tendrás trabajo seguro en una iglesia u organización.
  45. Piensas que con el título de seminario tendrás ingresos económicos suficientes para vivir.
  46. Eres hijo del pastor y tanto él como tu familia e iglesia quieren que tú algún día también seas pastor.
  47. Tu papá como pastor ya te dijo que saliendo del seminario te heredará su puesto.
  48. Te gusta ejercer poder y autoridad sobre otros.
  49. Te gusta tener la admiración de los demás en tu iglesia.
  50. Tu mejor amigo o amiga se metió al seminario.
  51. Tu novia o novio se metió al seminario.
  52. En tu Iglesia, quienes se han metido al seminario son un grupo selecto o de élite al cual quieres pertenecer.
  53. Quieres el reconocimiento de tus padres, familia, amigos e iglesia.
  54. Para irte al seminario te ofrecen beca pero para otros estudios no.
  55. Quieres saber qué se siente estar en un seminario.
  56. Es el seminario de tu denominación.
  57. Eres fan de tal o cual profesor en tal o cual seminario.
  58. Quieres ir para que te firme tu colección de libros suyos.
  59. Quieres decir que estudiaste en su cátedra.
  60. Crees que en ese seminario específico tendrás la doctrina "correcta".

Como ya leíste, algunas de las razones son malas, otras no tanto, otras aparentan ser muy piadosas y otras podrían entenderse como buenas pero que en conjunto con otras resultan pésimas. Mi intención no es juzgarte, pues ni te conozco. Lo que espero es que si estás pensando en irte al seminario, leyendo este listado puedas evaluar a profundidad cuál es tu motivación y tomar la decisión correcta.





domingo, 9 de noviembre de 2014

Otro seminario

Por si no me conocen, soy el primero de la izquierda; sí, el de la playera de los Pumas.


Pues después de 8 meses, tras haber sido expulsado del seminario por mi fugaz primer noviazgo que terminó abruptamente y desencadenó mi depresión severa, ahora ya estaba en otro seminario. Era un nuevo comienzo. 

Tal vez me preguntes: "¿Y no tuviste problemas por haber sido expulsado del seminario anterior?" Ya te cuento: El proceso fue breve; en octubre estaba solicitando informes, en noviembre envié mi documentación y para diciembre ya había sido aceptado. Por supuesto, no les iba a decir: "Me expulsaron de otro seminario, ¿me aceptan ustedes?" Simplemente omití aquella cuestión. 

Mi primer contacto con este seminario fue por medio del entonces Director de Admisiones, Nelson Morales… supongo que unos meses después se arrepintió un poco de haberme aceptado cuando entré un poquito tarde a su clase de Nuevo Testamento, en vísperas de un juego de México en el Mundial, con mi máscara del Santo y mi bandera como capa –¡no puedo evitar recordar la situación con una gran carcajada! Mis compañeros me veían entrar y luego lo volteaban a ver como preguntándose qué haría conmigo. Me senté en mi butaca y vi su rostro desencajado, mejor mire para otro lado y me quité la máscara. Entonces continuó la clase. Lo siento profesor. Luego me mandó a llamar a su oficina para darme una reprimenda… Ah, buenos tiempos…

Regresando al tema, quiero recordar aquí al pastor Delfino nuevamente. A pesar de que me expulsaron y de los chismes en la Iglesia, él siempre me apoyó y envió su carta de recomendación a mi favor. Lamento el no haberle podido agradecer propiamente en persona, lo bueno es que tendré tiempo de hacerlo cuando lo vea de nuevo junto con el Señor.



Otra vez estaba en otro país, "borrón y cuenta nueva". Bueno, eso creía, porque alguien del otro seminario no descansaría buscando hacerme la vida de cuadritos. Para no perder más tiempo empezando mi formación académica de cero, yo quería que me revalidaran las materias que había cursado ya. El nuevo seminario lo haría, pero necesitaba tener el registro, mi expediente académico. Entonces debía solicitarlo al otro seminario para que me lo proporcionara, pero resultó que no quisieron enviármelo a mí sino que lo enviaron directo a la oficina de Registro. Fue ahí que empecé a sospechar de sus maquinaciones, ¿habría tanta maldad? 

El papeleo se hizo sin ningún problema y aunque me revalidaron casi todas las materias, no sirvió de nada para disminuir el tiempo de estudios pues mis horarios de clase estaban todos movidos: como no correspondía al programa normal del pensum, algunas materias que debía cursar se empalmaban y tenía que dejar unas y tomar otras. Tomé clases con tres grados diferentes y en los tres horarios, matutino, nocturno y sabatino. Ese primer año sí que estuvo difícil.

Unas semanas después de haber llegado tenía que hacer algunos trámites para los cuales necesitaba mi expediente académico anterior, así que subí a Registro, la Directora era Paulina Williams. La hermana, siempre alegre y servicial, me dio mi expediente para que hiciera lo que tenía que hacer. Lo recibí y fue entonces cuando lo vi: un post it pegado en mi expediente enviado por el seminario anterior. Al ir leyendo rápidamente lo que decía, mi corazón empezó a retumbar: "Shealtiel Durán salió del seminario por ciertas faltas con la junta académica, si gustan podemos ofrecerles información al respecto", algo así decía, como si yo fuera un vándalo del cual debieran cuidarse. ¡Desgraciados! Ya me habían corrido, ¿ahora querían arruinarme, quitarme esta nueva oportunidad o qué? Volteé a ver a la hermana Paulina, "¿será que no lo ha visto?". Puse encima mis notas de clase para cubrirlo. Salí de su oficina y bajé las escaleras tratando de estar calmado, pero no podía. El recorrido del edificio a mi cuarto en el dormitorio de varones se me hizo larguísimo. Sujetaba esos papeles con todas mis fuerzas, aquella notita era un secreto que nadie debía conocer. "¿Y si alguien la ve? No, está dentro del folder. ¿Pero y si se me cae y alguien lo recoge y se lo lleva al Rector?" Veía alguien acercándose a mí y me preocupaba: "¡Ah! ¡Van a descubrir que soy un seminarista expulsado!" Me volvía loco con cada paso que daba y no llegaba a la seguridad de mi cuarto. Por fin llegué, no estaba mi compañero de cuarto así que cerré la puerta con seguro. Leí y releí esa mugrosa notita. "¿Nadie la habrá visto? No puede ser, seguro alguien lo vio. ¿Y si me corren de aquí también?" Sí, estaba traumado. Tome esa notita y la despedacé mientras lloraba… ¿Por qué alguien querría evidenciarme, señalarme, acusarme, boletinarme? 

Mi expediente llegó directo a las manos de la hermana Paulina Williams. Supongo que ella lo supo desde un principio, pero no dijo nada. Tuvo que haberlo visto en algún momento para hacer mi revalidación. Guardó aquel secreto protegiéndome, dándome una oportunidad. Nunca me lo dijo, pero muy probablemente me dio mi expediente con todo y el post it para que supiera que no había ningún problema a pesar de lo que daba a entender de mí. Después de hacer el trámite le regresé mi expediente a la hermana, quería preguntarle si sabía algo pero mejor no, sólo le agradecí desde el fondo de mi corazón. Ella con su alegre sonrisa lo recibió y fue todo. Hubo muchas otras ocasiones que siguió ayudándome en todo el proceso de registro para los trimestres, la selección de mis materias, el horario, etc. Es una de las personas que más estimé en el seminario. Unos años después partió con el Señor, espero confiadamente verla con su agradable sonrisa nuevamente.

Así es la vida: habrá quien quiera arruinarte y realmente haga cosas por fregarte, pero también siempre habrá quien te apoye y te anime, tal como lo hizo el pastor Delfino conmigo, y siempre habrá quien, como la hermana Paulina, te cuide y proteja; agradéceles en persona. Y todavía hay algo más, como ellos también tú y yo podemos bendecir grandemente a otros con pequeñas acciones. Aprovechemos esas oportunidades.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Depresión



Sí algún pastor, maestro, apóstol o profeta te dijo que "los cristianos no se deprimen", te mintió vilmente. Algunos creen que ser cristiano es andar todo el día con una sonrisa como si tuvieran una especie de parálisis facial o riéndose como si estuvieran locos o felices alienados de la realidad viviendo una fantasía, un éxtasis espiritual. Pero no, las cosas no son así. En la Biblia pueden encontrarse a varios personajes que manteniendo una relación con Dios tuvieron depresión, como Job, Elías, David, Jeremías, Esdras o Pedro. Además, como estos mismos casos registrados en la Escritura lo demuestran, la depresión no es ni pecado ni siempre es consecuencia del pecado. El conocer al Señor no implica ser inmune a la depresión. Todo creyente puede llegar a tener depresión. Yo tuve depresión.

La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) indica: 
La depresión se produce cuando sentimientos de profunda tristeza o desesperación duran como mínimo dos semanas o más y cuando interfieren con las actividades de la vida cotidiana como trabajar o incluso comer y dormir. Las personas deprimidas tienden a sentirse indefensas y sin esperanzas y a culparse por tener estos sentimientos. Algunas pueden tener pensamientos de muerte o suicidio. Las personas con depresión pueden sentirse abrumadas y agotadas y dejar de participar en ciertas actividades cotidianas, retrayéndose de familiares y amigos.[1]
Así estaba yo. Me habían expulsado del seminario a causa de mi fugaz primer noviazgo y ya estaba de vuelta en mi casa en México con mi familia. Extrañaba a Celeste y cuando ella rompió conmigo todo por lo que había pasado no tenía sentido. De pronto, mi vida no tenía sentido.

Incluso recordar aquellos tiempos me causa malestar, no por los eventos en sí sino por esa sensación de tristeza profunda. Anteriormente ya había tenido depresión, fue cuando estaba en segundo de secundaria, casi no paso ese año. Pero no se compara con la depresión que tuve tras la expulsión del seminario y la ruptura.

Yo defino depresión como un hoyo oscuro, frío, donde te encuentras aislado de todos. Así me sentía. Estaba con mi familia que me amaba y me cuidaba, pero a pesar de ello me sentía en ese hoyo. Mi cuarto era ese hoyo donde las tinieblas me cubrían, me absorbían. Lo que resulta irónico es que no quería salir de allí, quería permanecer allí. No quería saber nada, no quería pensar, quería olvidarme de todo, incluso de Dios. ¿Y no es el olvido de Dios la muerte? "Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?" (Salmo 6:5). Estaba cansado todo el día, no quería comer y la comida me parecía insípida; no quería jugar futbol ni ver los partidos; no quería salir con mi familia ni amigos; no quería ir a la iglesia,  no quería orar, no quería leer mi Biblia. Todo lo que me gustaba había perdido su significado. Sólo quería estar en mi cuarto y dormir. Por las noches me dormía con lágrimas corriendo por mis mejillas. Me despertaba, veía la luz del sol, sentía algún alivio pero inmediatamente regresaba esa tristeza asfixiante y esperaba que llegara de nuevo la noche, que me cubriera. Dormir y no despertar.

Mi familia oraba por mí, mis papás, mi hermano, mis tíos. Mi tío Art me decía que fuera a hablar con su hijo, mi primo Israel, que es psicólogo. Quería ir pero no lo hice, sinceramente no sé por qué. Seis largos meses pasaron. Llegué a un punto, después de tanto pensarlo, en que lo expresé, les dije a mis papás: "Ya no quiero vivir". Obviamente mis papás reaccionaron como todo padre y madre lo harían: "¡Quítate esa idea de la cabeza!", me dijeron. Oraron conmigo aquella noche. Se fueron a su cuarto y yo permanecí en el mío, en ese hoyo, solo en las tinieblas. Orando, luchaba conmigo mismo: "Soy un tonto. ¡¿Cómo pude echar a perder todo?! ¿Qué voy a hacer?". Clamaba: "¡Dios ayúdame! ¡Ya no quiero seguir sintiéndome así! Quiero dormir ya, estoy cansado de todo, cansado de estar triste, cansado de llorar. Quiero descansar bien, despertar y ser feliz…" Me quedé dormido, ya sin lágrimas que llorar, mientras que las palabras de mi oración se acallaban y se perdían en la noche.

Al día siguiente desperté, la luz entraba por la ventana. "¿A caso se ha ido mi dolor?", eso esperaba. Pero no, seguía esa carga, esa pesadez en mi pecho. Sin embargo, ahora tenía lucidez en mi mente. Pensé: "Ya lo decidí, hoy no me voy a sentir triste." Salí de ese cuarto y decidí cambiar. Cada día fue una lucha constante, pero esa lucha me hacía sentir bien. Mis papás oraban conmigo diariamente y sé que oraban por mí en privado también, al igual que mi hermanito. Gradualmente pude superar esa depresión. Pasó un mes y ya estaba mucho mejor. A los dos meses ya estaba bien y empacando mis maletas de nuevo para viajar e irme a otro seminario.

Tener depresión es horrible. Nunca que me he vuelto a sentir como en aquellos días, ¡gracias a Dios! Sin embargo, si me he sentido mal, triste, y me he sentido deprimido aunque no a tal grado. En la licenciatura de Psicología que actualmente estoy cursando, por casualidad leí en un artículo académico que es común que quien ha tenido depresión pueda volverla a padecer en algún punto de su vida.[2] Pero no me preocupa, ahora sé lo que debo hacer, sé que mi familia ora por mí, y también sé que el mismo Dios que estuvo con Job, Elías, David, Jeremías, Esdras y Pedro, fue quien estuvo conmigo en ese cuarto, en ese hoyo, en medio de esas tinieblas, y sé que está conmigo y seguirá conmigo en todo momento.

Lamentablemente, también he tenido amigos que han tenido depresión, algunos por varios años. La depresión en uno de ellos fue tan profunda que decidió suicidarse... ¡Ivan, cuánto lo siento! Como expresó mi maestro McKernon en una plática que teníamos sobre el tema, respecto a otro joven cristiano que también se suicidó: "Sus tinieblas fueron más reales que la luz." No obstante, ahora, ellos gozan de plena paz y gozo en la luz del Señor.

Pero si tú justo ahora te encuentras deprimido, quiero decirte que si las tinieblas son reales, también lo es la luz de Cristo. No desesperes, lo siguiente podría evitar que tomes una decisión apresurada: 
  1. Establece una rutina: levántate temprano, haz ejercicio, come bien tres veces al día, duerme temprano.
  2. Cuida tu imagen personal: báñate diario, arréglate bien como tú te sientas a gusto.
  3. Platícalo con alguien a quien le tengas confianza: tus padres, amigos, o pastor.
  4. Sal con tus amistades y trata de divertirte. 
  5. Por el momento evita estar en soledad; o si llegas a estarlo, aprovecha la oportunidad para clamar a Dios, exprésale cómo te sientes y pídele ayuda. Él te escucha y responde.
  6. Busca ayuda profesional. Quizás si yo hubiera seguido el consejo de mi tío Art de hablar con mi primo psicólogo, hubiera salido más rápido de aquella depresión. Si gustas puedes escribirme y te paso el contacto de varios psicólogos cristianos que podrán ofrecerte sus servicios.
  7. Recuerda que si crees que Jesucristo es el Señor, tanto él como Dios Padre y el Espíritu Santo habitan en ti (Juan 14:17, 20, 23). 
Dios realmente está contigo en ese cuarto, en medio de esa depresión. Su luz irrumpe, brilla, resplandece y disipa las tinieblas. 





  1. http://www.apa.org/centrodeapoyo/depresion.aspx 
  2. "Además de su alta prevalencia presenta unas cifras de recaída muy elevadas; en su conjunto, el 75% de los pacientes tendrá al menos un segundo episodio en el curso de sus vidas (Kessler et al., 1997)." Vázquez, C., Hervás, G., Hernangómez, L., & Romero N. (2010). Modelos cognitivos de la depresión: Una síntesis y nueva propuesta basada en 30 años de investigación. Behavioral Psychology / Psicología conductual, 18 (1), 139-165.

viernes, 31 de octubre de 2014

Aberración #6: Golems evangélicos



El relato del Golem se halla atestiguado desde la Edad Media y proviene de la comunidad judía en Praga (que hoy es la capital de la República Checa). El término hebreo גלמ significa "masa informe".[1] Hay quien indica que el Golem fue la inspiración de, o al menos influyó en Mary Shelley en su obra Frankenstein, así como en Isaac Asimov para su I, Robot.[2] Una versión fue contada por los hermanos Grimm y se reporta que Goethe conoció la historia y la conceptualizó en el Aprendiz de brujo.[3] La idea del Golem también está presente "en el pensamiento y la expresión en la teoría social alemana" de acuerdo a Gad Yair y Michaela Soyer, así "la estructura de la narrativa del Golem" se encontraría en Karl Marx, Max Weber, la Escuela de Frankfurt,[4] Freud, Horkheimer, Adorno, Fromm, Heiddeger y Habermas, supuestamente.[5]

Existen diversas versiones acerca del Golem. Todas concuerdan en que el Golem es moldeado con arcilla, tal como Adam fue tomado del polvo. Pero, para traerlo a la vida, algunas versiones indican que su creador debe caminar o bailar alrededor de él enunciando una combinación de letras del alefato y el nombre secreto de Dios; para matarlo, tendría que caminar en dirección opuesta y decir al revés las palabras. Otra versión dice que se escriben las letras aleph, mem, y tav, que forman la palabra emet (אמת), 'verdad', y se colocan en su frente para darle vida; al borrar la letra aleph queda met (מת), muerte, el Golem regresa a ser sólo arcilla. Otra manera para darle vida es escribir el nombre de Dios en un pergamino, pegárselo en el brazo o metérselo a la boca, y para matarlo hay que retirarlo.[6] La más conocida es la que lo presenta como obra de las artes mágicas, llevada al séptimo arte en 1920 en la película titulada Der Golem del director alemán Paul Wegener.

Respecto a su finalidad, una versión cuenta que era hacer el quehacer del hogar, defender, proteger y cuidar a la comunidad.[7] El contexto de su origen es la Praga del siglo XVI cuando los judíos fueron atacados por causa de la aceptación general de la "mentira de sangre". Esta divulgaba la calumnia de que los judíos hacían su pan matzo para Pascua de harina, agua y sangre de niños cristianos. Rabbí Loew creó el Golem de arcilla y le puso la palabra emet en la frente, entonces el Golem atrapaba y llevaba ante las autoridades a los que plantaban evidencias falsas contra los judíos. Sin embargo, cada vez se fue haciendo más violento hasta matar muchos enemigos. Entonces el Emperador le prometió protección a los judíos a cambio de que el Rabbí destruyera al Golem. El Golem quería permanecer en su forma animada pero el Rabbí borró la primera letra quedando met y así, Golem regresó a ser un montón de arcilla.[8]

Jorge Luis Borges, conserva la siguiente la versión del escritor austriaco Gustav Meyrink de 1915:
El origen de la historia remonta al siglo XVII. Según perdidas fórmulas de la cábala, un rabino construyó un hombre artificial —el llamado Golem— para que éste tañera las campanas en la sinagoga e hiciera los trabajos pesados. No era, sin embargo, un hombre como los otros y apenas lo animaba una vida sorda y vegetativa. Ésta duraba hasta la noche y debía su virtud al influjo de una inscripción mágica, que le ponían detrás de los dientes y que atraía las libres fuerzas siderales del universo. Una tarde, antes de la oración de la noche, el rabino se olvidó de sacar el sello de la boca del Golem y éste cayó en un frenesí, corrió por las callejas oscuras y destrozó a quienes se le pusieron delante. El rabino, al fin, lo atajó y rompió el sello que lo animaba. La criatura se desplomó. Sólo quedó la raquítica figura de barro, que aún hoy se muestra en la sinagoga de Praga.[9]
Con todo, la versión que nos interesa a nosotros es aquella de los golems evangélicos. Estos son creados por poderosos hechizos, su historia se remonta al cristianismo naciente en Galacia. Podemos encontrar algunas referencias en el Nuevo Testamento si leemos entre líneas cuando Pablo escribe a los creyentes gálatas: "¡Oh, gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?" (Gálatas 3:1). El término que se traduce como 'fascinar' es βασκαινω (baskaino) que también significa 'hechizar': 
Los gálatas se hallan fascinados o hechizados por los adversarios de Pablo, es decir, por una proclamación extraña del evangelio, hasta tal punto que han llegado a ser ανοητοι [insensatos, irrazonables, ignorantes, necios] para el evangelio paulino, sin darse cuenta en absoluto de que han caído en manos de un poder que los lleva a la perdición.[10]
Quienes conjuran el hechizo son supuestos Rabís, maestros cuasijudaizantes que por medio de palabras persuasivas (Gálatas 5:8) se oponen y pervierten el evangelio de Cristo (Gálatas 1:7). Quienes son hechizados quedan convertidos en golems puestos a merced de cualquier mandato de su amo, quien los moldea tal y cómo él quiere. Los golems evangélicos son arcilla en manos de sus "Rabís". Sus principales características son:
  1. No son judíos. A diferencia de los maestros en Galacia que verdaderamente eran judíos, estos que proclaman hoy un judaísmo, no lo son: son cuasijudaizantes (ni eso pueden hacer bien). 
  2. Cambian sus nombres. El "Rabbí", o maestro que los moldea también los convence de ponerse un nuevo nombre judío, entonces los golems evangélicos reniegan de sus nombres como Juan, Pedro, María, Carlos, etc. y se los cambian por la pronunciación hebrea o de plano se los inventan: "Kefas Ben Pedraza", "Itzjak Hernandez", "Myriam", "Dan Ben Abraham", etc. Ya no quieren que los llamen con su nombre anterior sino que se presentan con sus nombres judíos (aunque son pocos los que cambian su nombre legalmente).
  3. Se inventan sus genealogías. Como manera de justificarse, y de jactarse, "indagan"en su historia familiar y resulta que no son zapotecos ni mixtecos ni aztecas ni mayas sino judíos sefaradí o asquenazí, según sea su aspiración, por algún antepasado.
  4. Usan kipá o yarmulke para hacer notar que son judíos, incluso algunos se dejan crecer la barba larga (si acaso les sale) o bucles, pe'ot.
  5. Al leer o citar la Biblia emplean los nombres hebreos. Por ejemplo, ya no se refieren a Dios sino a Adonai (Señor) o Ha Shem (El nombre); si escriben en inglés ponen G-d, o en español, D-os, supuestamente por lo sagrado del nombre de Dios. No dicen Pablo sino Shaul; ni Pedro, sino Kephas; ni Santiago sino Yacob, etc. En vez de Jesucristo dicen Yeshúa ha Mashiah, ¡incluso dicen que ese nombre en español "es un nombre blasfemo"! 
  6. Denuncian que las Biblias en español son corruptas. Alegan y alegan, tal como les enseña su "Rabbí", que las traducciones son incorrectas, incluso blasfemas, distorsionadas por los cristianos a lo largo de la historia.
  7. Insisten en que los originales del Nuevo Testamento fueron escritos en hebreo. Según ellos los manuscritos que se tienen en griego son meramente traducción, por lo que "debemos regresar a las raíces hebreas". Así se da paso a todo tipo de especulaciones, tal es el caso de su sacrosanto libro llamado El código real -realmente el libro de conjuros de los supuestos rabinos-, que es, según ellos, el texto original del NT. 
  8. Hacen énfasis en la Torah. Aunque siguen empleando el NT, con sus propias versiones e interpretaciones, basan mayormente su enseñanza en la Ley, el Pentatéuco. 
  9. Cambian los días de reunión de domingo al Shabbat. Argumentan que el día domingo fue impuesto como el día de reunión cristiana por Constantino, que "es el día dedicado al Sol Invicto", por lo que deben reunirse los sábados, guardar el Shabbat
  10. Introducen elementos judíos al culto. Tales como la bandera de Israel, la menorah o candelabro de siete brazos, el shofar o cuerno ceremonial, algunos emplean el tefilín o filacteria, se cubren la cabeza, y se emocionan con dizque danzas judías, así como prácticas cabalísticas, etc. 
  11. Intentan guiarse por el calendario judío. Dicen que "el calendario gregoriano es una imposición del Imperio Romano" (casi todo es culpa de Constantino). Así deben llevar el calendario hebreo.
  12. Dejan de celebrar fiestas que consideran paganas. La Navidad, por ejemplo; su principal argumento es que se trata de la Saturnalia, que el árbol de Navidad viene de una celebración cúltica babilónica, y que Yeshua ha Mashiah no nació en diciembre sino en Sukot, la fiesta de los Tabernáculos o Tiendas, entre septiembre u octubre; sin embargo, no celebran ni recuerdan en ninguna fecha la encarnación del Hijo de Dios. Algunos dejan de lado otras fiestas como los cumpleaños, pues según ellos no importan y menos han de celebrarse puesto que se basan en el calendario gregoriano y no en el judío; otros rechazan y tildan de inválidos los enlaces matrimoniales civiles o por la iglesia católica o cristiana, pues no se apegan al modo judío (además desprecian el noviazgo pues "en la Escritura solo se habla de desposorios").
  13. Celebran fiestas judías. Los goles evangélicos en su delirio de su anhelo de ser judíos celebran, sin saber bien cómo, las fiestas del pueblo judío (Pesaj, Hanukkah, etc.).
  14. Obligan a sus seguidores a que guarden la Torah. Desprecian y rechazan la gracia de Dios al obligar a que se cumpla la Ley. Agregan, como los gálatas, la "y", las obras de la carne: "Cristo y la Ley", y así se quieren justificar por las obras de la ley, pero ello no los justifica (Gálatas 2:16) e incluso se encuentran bajo maldición (Gálatas 3:10).
  15. Sin embargo, pocos se circuncidan. Uno de sus errores garrafales es que imponen la Ley pero no se someten a la circuncisión, que es la señal del pacto, de pertenecer al pueblo judío (Génesis 17:11-14). Sin la circuncisión todo lo que lleguen a hacer en cumplimiento de la Ley no sirve para nada. Si se llegan a circuncidar están obligados a cumplir toda la Ley (Gálatas 5:3). Si se circuncidan y no cumplen con toda la Ley, la transgreden y su circuncisión es vana (Romanos 2:25). 
  16. Finalmente, rechazan a Jesucristo. Después de haber recorrido todo este camino, en su afán de justificarse por las obras de la ley, los goles evangélicos desprecian a Jesucristo, su obra, su gracia (Gálatas 2:21; 5:2-4).
Los falsos rabinos desean tener un sinnúmero de golems evangélicos que les sigan. Pero, tal como en las otras versiones de esta aberración, esos golems que moldeen a su imagen serán su perdición finalmente. Y los golems que los sigan quedarán por el hechizo, lamentablemente, hechos pedazos. ¡Cuídense de los pseudorabinos que desean convertirlos en sus golems! ¡Perseveren en la gracia de Cristo! ¡Solo gracia!
Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amen. (Gálatas 6:18)










  1. Oreck, A. (2014). "Modern Jewish History: The Golem." American-Israeli Cooperative Enterprise. Recuperado de http://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/Judaism/Golem.html
  2. Eshed, E. "The Golem as an Israeli –Zionist- Jewish monster." Recuperado de http://no666.wordpress.com/2011/09/01/the-golem-as-an-israeli-zionist-jewish-monster/ 
  3. Rothstein, E. (2006, 11 de septiembre). "A Legendary Protector Formed From a Lump of Clay and a Mound of Terror." The New York Times. Recuperado de http://www.nytimes.com/2006/09/11/arts/11conn.html?pagewanted=all&_r=0
  4. Wauchope, M. (2009). The Golem In German Society. German Quarterly, 82 (2), 291.
  5. Steinmetz, G. (2009). The Golem in German Social Theory. Contemporary Sociology, 38(3), 281.
  6. Oreck.
  7. Eshed. 
  8. Robinson, L. (1997). Golem. The Horn Book Magazine, 73 (2), 208.
  9. Borges, J. L. & Guerreo, M. (1967). El libro de los seres imaginarios. Buenos Aires: Kier. P. 28.
  10. "Βασκαινω", Balz, H. & Schneider, G. (2005). Diccionario exegético del Nuevo Testamento. Volumen I. Salamanca: Sígueme. P. 623.

domingo, 26 de octubre de 2014

Seminarista expulsado o mi fugaz primer noviazgo (parte 2)

Celeste.


Tres meses atrás. Febrero. 

Otro error garrafal fue el que cometí en la cena de San Valentín. Como parte de la celebración había números especiales de drama, poesía, sketch y canto, y yo participé ahí, en medio de todo el alumnado y los docentes. Estaba harto de tanta presión, de tantos prejuicios, de tanta estrechez y restricciones. Mi canción fue un reto a la autoridad, empezando desde la introducción cuando dije: "Compuse esta canción para mi novia Celeste", aun cuando nos habían prohibido tener un noviazgo. ¡Zácatelas! Esto provocó el malestar en los profesores y administrativos más evangélicos y conservadores –de esos para quienes ser buen cristiano es usar saco y corbata, con la Biblia bajo el brazo, y el cabello peinado de ladito-. Mis amigos me contaron que abajo del escenario las cosas estaban que ardían, directivos mirándose unos a otros como diciendo: "¿qué vamos a hacer con él?" o "Hay que ponerle alto". Podía imaginármelos crujiendo los dientes. Pero no hubo respuesta inmediata, nos habíamos salvado por el momento. Sin embargo, ya nuestros días en el seminario estaban contados.

Un mes atrás. Abril. 

Eran las vacaciones de Semana Santa así que Celeste me invitó a pasar aquellas vacaciones con sus tíos. Me fui con ella a Houston, creo que en esta ocasión sí pedimos permiso y, sorpresivamente, sí lo obtuvimos. Fue un viaje genial y tuvimos unas muy buenas vacaciones. 

La expulsión.

El problema vino unas semanas después de regresar a clases: Nos citaron de manera individual y nos dijeron llanamente que estábamos expulsados. 

Así llegamos a ese punto crucial de mi vida. Faltaban tres semanas para que terminara el semestre. Les pedí que nos dieran la oportunidad de terminarlo. Les rogué que al menos a ella la dejaran terminar para que se graduara del programa de idioma. Pero no, estaban decididos a sacarnos inmediatamente de su seminario. Nuestros amigos y amigas nos apoyaban, pues lo veían como algo injusto igual que nosotros. Sabía que yo había fallado al no seguir sus reglas, tenían el derecho de responder de esa manera aun cuando estuvieran equivocados; reglas son reglas, ¿no? A veces digo sarcásticamente que falté al onceavo mandamiento: "No te dejarás atrapar." Bueno, pues me atraparon y no hubo cómo escaparme de esta.

Me sentía abrumado, mal, pésimo. Lo que más me importaba era mi noviazgo con Celeste, lo demás era secundario. Ella a pesar de todo, permanecía siendo mi novia. Pero yo tendría que lidiar con la notificación a Migración, ya que al momento de ser expulsado mi visa de estudiante quedaba cancelada por lo que ahora era un ilegal, además tenía que responder a la Iglesia que me apoyaba económicamente en aquellos años, y todavía tratar el asunto con sus padres. Mi familia siempre me apoyó a pesar del daño que les causé, mi mamá me escribió por el chat de Facebook la semana pasada comentando la publicación anterior:
Cuando me avisaste lo que había pasado, y que me llamaste al celular, yo andaba de compras en Gigante, ahora Soriana, y no lo podía creer. Me sentí aturdida e iba chocando con el carrito de las compras. Me sentía tan impotente e indignada. Cómo se atrevieron a tratarte como un criminal y yo sin poder hacer nada. Que injusticia e indignación.
Tanto mi mami como mi papi y mi hermano, se dolieron junto conmigo. Gracias por amarme.

El papá de Celeste llegó al segundo o tercer día de haber sido expulsados. Cuando llegó, fui a hablar con él tratando de solucionar algo. No resultó nada bien. Estacionó su motocicleta, se bajó, caminó hacia mí de manera amenazante y lo primero que me dijo fue: "I wish I could kick your ass…" Se detuvo. En eso salió Celeste del dormitorio de chicas a recibirlo. Él la abrazó y me advirtió: "I don’t want to see you near her, go away." Y eso fue todo. No lo culpo. Encontraron otra escuela de idioma donde ella pudiera terminar sus estudios y ahí la admitieron inmediatamente sin ningún problema. A la siguiente semana ella ya estaba tomando clases.

En la Iglesia en México, lo que querían saber era porqué razón había sido expulsado, pues siempre se piensa lo peor. Algún sector de la Iglesia creía y ya difundía el chisme de que yo había fornicado. No sucedió tal cosa. El pastor Delfino, quien ahora ya está en la presencia del Señor, habló directamente con el seminario y este aclaró que no había tal pecado, pero que había transgredido sus normas y ello ameritaba la expulsión. Por tanto, esto nada tuvo que ver con el problema del sustento económico al año siguiente. Pero el chismorreo sí afecto mi relación con varias personas y familias de la iglesia y generaría un ambiente horrendo para mí y mi familia. Toda falta tiene implicaciones no sólo personales, sino que afecta de un modo u otro a todos al rededor; si hubiera tenido en cuenta eso quizá hubiera sido más cuidadoso.

Mis papás inmediatamente comenzaron a buscar cómo apoyarme. Le contaron a mis tíos, Arturo y Martha, quienes habían estudiado allí y tenían muchos amigos allá; su hijo, mi primo Samo, contactó a Israel y Claudia Quezada. Ellos me ayudaron. Me recibieron en su casa ese fin de semana después de la expulsión. Sin conocerme abrieron su hogar a un seminarista expulsado y migrante ilegal. ¡Que Dios los bendiga grandemente por el cuidado que tuvieron de mí! Les estoy profundamente agradecido, me dieron techo y alimento, jamás me juzgaron y me dieron su cariño –posteriormente cuando nació su hijito lo nombraron Shealtiel-. Estuve con ellos cerca de un mes mientras encontraba qué hacer respecto a mis estudios. 

Viajé a San Antonio para ver si podía entrar a la Baptist University of the Américas (BUA), donde ya otros amigos y compañeros del seminario anterior habían ingresado tras haber sido expulsados o maltratados –de hecho, un refrán del seminario de donde fui expulsado reza: "…donde no se aprende pero se goza… y si te corren vete a San Antonio". En BUA me aceptaban sin ningún inconveniente pero los costos eran mucho más altos y no contaba con el dinero suficiente. Con una incertidumbre que jamás había experimentado, regresé con la familia Quezada. Asistí a la graduación de Celeste y la vi por última vez. Nos prometimos vernos un mes después en San Luis Potosí y cada quien regresó a su casa.

Durante un mes estuvimos platicando por Messenger. Cierto día Celeste me llamó por teléfono: Ella estaba llorando, yo no sabía qué rayos estaba pasando. Entre sollozos me dijo: "Shel, I can’t be your girlfriend anymore. I’m breaking up with you." Le pregunté si la estaban obligando a hacerlo, pensando en la aversión de su familia hacia mí. Me contestó que no, que era una decisión que ella estaba tomando. Me molesté; no, me enojé; no, ¡me enfurecí! Todo lo que habíamos pasado, para nada. Le colgué. Sabía que yo estaba actuando mal pero no sabía de qué otra manera reaccionar. Como un mes después me volvió a llamar, esta vez para pedirme sus cosas que yo tenía y para avisarme que me había mandado por paquetería mis pertenencias… Yo no le mandé nada. Me quedé con sus cosas, ahora eran botín de guerra. ¿Inmaduro yo? Ciertamente. 

De aquella generación fui el primero de varios estudiantes en ser expulsado, no veríamos jamás un certificado de tal institución. Así también fue como terminó mi fugaz primer noviazgo. Años más tarde cuando ya existía Facebook encontré a Celeste ahí, pues tenemos varios amigos en común, pero no fui capaz de escribirle. Lo último que supe es que se casó, creo que con un mexicano, tiene un hijo y es feliz. Hubo veces que me dieron ganas de escribirle y pedirle perdón, pero después de tantos años que pasaron no creí que tuviera sentido… Al fin, las cosas salieron bien para ambos después de todo.

Lecciones.

Obtuve varias lecciones de ese tiempo: "Lo bailado, nadie me lo quita"… No, no es cierto. Bueno, sí es cierto pero esa no es la lección. Lo primero que debo decir es que en mí se cumplió lo dicho por mi profesor McKernon: "Es joven, es estúpido." Yo era joven, era estúpido. No es justificación sino explicación. Esta situación me enseñó lo siguiente:
  1. Cuidar mejor mis relaciones de pareja.
  2. A la larga también mejoró mi autoestima: saber que sí podía conquistar a una chica.
  3. Me hizo darme cuenta de que toda falla mía, o pecado, afecta a quienes me rodean.
  4. Me instó a desear ser sabio: tanta tensión, presión, ansiedad, frustración, dolor, me lo pude haber evitado buscando al Señor y dependiendo de su Espíritu.
  5. Esta experiencia me quitó a trancazos gran parte de mi evangelicalismo, ese que proclama un providencialismo en el que Dios ordena cada día toda eventualidad, casi asemejando, o más bien identificando a Dios como el 'destino' de la tragedia griega.
  6. Me hizo darme cuenta de que yo soy el único responsable de mis actos delante de Dios y delante de todos.
  7. También me hizo saber lo que es ser migrante ilegal, conocer algo de las aflicciones que pasan y sentir empatía por ellos.
  8. Aprendí que hay hermanos en la fe que protegen, defienden, animan, cuidan y consuelan, así como también hay quienes atacan, ofenden, juzgan y murmuran; así es en los seminarios y así es en las Iglesias –y así es entre mis lectores- pero todos vivimos bajo la misma gracia de Dios.
  9. Experimenté también la misericordia de Dios en su guía y dirección a pesar de mis fallas, y
  10. Comprendí que mi familia amorosa siempre estaría para apoyarme. 
Espero que algo aprendas de esto. Aunque lo cierto es que tendrás que encontrar tu propio camino en medio de la complejidad de las relaciones de pareja y batallar aún más con ello si te metes a un seminario.

lunes, 20 de octubre de 2014

Seminarista expulsado o mi fugaz primer noviazgo (parte 1)

"El Tigre", tienda de gasolinera. ¡Los burritos que vendían ahí eran geniales!


Sí, me expulsaron. Estaba en un país ajeno y algún administrativo dio aviso a migración de que ya no era estudiante por lo que inmediatamente mi visa quedó cancelada. Ahora era un ilegal sin un lugar dónde vivir. Después de un año y tres meses de estar en el seminario me encontraba sin saber qué hacer ni a dónde ir. Pero déjame contarte cómo llegué a este punto en mi vida:

9 meses atrás. Agosto. 


No, no tuve un bebé. Regresaba de las vacaciones intersemestrales y como todo buen seminarista estaba feliz de continuar con mis estudios, pero además tenía aquella expectativa que tienen los solteros: las de nuevo ingreso, y encontrar entre ellas a la "ayuda idónea". Sabiendo que cada semestre hay nuevas alumnas inscritas, llegué con el radar-detector de solteras activado. 


Como comenté en otra publicación, no había tenido novia alguna a mis 21 años, y esto no porque no hubiera hecho mi intento, aunque tampoco sucedía que fuera un enamoradizo. Simplemente, cuando alguna chica llegó a gustarme, era pésimo para "ligar": me ponía nervioso y no sabía qué decir. Además de que ninguna chica se interesó en mí para fines románticos –salvo lo que me ocurrió con Alejandra, un amor de niños en un campamento cuando tenía 12 o 13 años, y con Ximena por causa del encierro- siempre estaba en la mugrosa zona de buenos amigos (mi esposa no me cree que no haya habido alguna chica interesada en mí) y ello, entre otros aspectos, reforzaba mi baja autoestima. Cuando llegué al seminario algo cambió: en una escuela pequeña y con poco alumnado ¡yo era "popular"!, o al menos así me sentía. No sé bien porqué, me parece que simplemente no encajaba con el resto en cuanto a religiosidad y eso era novedoso. En fin, de pronto mi autoestima mejoraba. Me sentía seguro y decidido.

Fue entonces cuando conocí a Celeste, una americana que llegaba a la Escuela de idioma para aprender español y servir después como misionera en San Luis Potosí, México. Me cautivó. Puse en práctica todo mi arsenal de cortejo, aprendido ahí más o menos, durante todo el semestre. Pero no era el único interesado en ella, un compañero que también sentía atracción por ella me lo hizo saber. En mi inseguridad personal le dije que yo no tenía interés en ella como pareja sino que solamente era una amiga; mi error, pues tiempo después cuando ella me dio el "sí", perdí a un buen compañero que se sintió traicionado… -Por cierto, apenas hace dos meses él me envió una "solicitud de amistad" en Facebook; después de diez años volvimos a saludarnos brevemente.

Celeste y yo pasábamos juntos todo el tiempo, con otros amigos que fungían de chaperones pero también solos, aun cuando estaba prohibido por el reglamento del seminario; otro error. En esta parte de la historia mi buen amigo Adam me ayudó bastante: él tenía una casa muy bonita con alberca y casi sola todo el tiempo. De hecho, fueron varias parejas las que disfrutaron del tiempo en casa de Adam. Ah, pero recuerden que los noviazgos no podían estar a solas, menos las parejas "no oficiales", es decir aquellas que no contaban con el permiso requerido. Entonces lo que hacíamos era lo siguiente: Alguno le preguntaba a Adam si se podía ir a nadar a su casa y pasar el rato allí. Cuándo él aceptaba entonces se echaba en marcha el plan. Supongamos que tres o cuatro parejas y otros amigos también querían ir, pero como no había permisos para que salieran grupos mixtos, de hombres y mujeres, las chicas pedían permiso para ir al Mall y salían en el carro de alguna de ellas, y así también hacían los hombres. Pero como el chiste era salir en pareja entonces nos veíamos en un punto especificado, por lo general en "El Tigre", una tienda de la gasolinera cruzando la calle del seminario, y cada quien se juntaba con su cada cual. Así pasábamos un muy buen tiempo de relax, de diversión, sin las restricciones, nos sentíamos libres… realmente fueron tiempos muy lindos.

Pasó el tiempo y yo seguía insistiendo. Hace dos publicaciones del blog hablé del encierro, no crean que lo que me pasó con Celeste fue debido a ello, aclaro; aunque, como comentaba con mi esposa cuando escribí esa publicación –pues Marlen es mi editora-, creo que muy probablemente en aquella relación fue Celeste a quien le dio el encierro. Mi problema era que yo estaba bien seguro de la idea evangélica de que "Dios tiene a una mujer especialmente para ti", y creía profundamente que era Celeste. Terminó el semestre y cada quien regresó a su casa, pero nos escribíamos por correo electrónico y rara vez por Messenger, cuando en México apenas estaba llegando el Internet. Para mí era un martirio estar de vacaciones.

4 meses atrás. Enero. 

Regresamos al seminario y oficializamos nuestro noviazgo... claro que sólo entre nosotros  dos y nuestras familias porque el seminario se oponía rotundamente. Cuando intentamos pedir una excepción de nuestro caso –sí, como si fuera un juicio-, tal como algunos otros lo habían solicitado con éxito en años anteriores, nos lo negaron. Cabe señalar que la familia de Celeste nunca estuvo de acuerdo con nuestra relación, no querían que ella tuviera nada que ver con un mexicano, eso complicó mucho las cosas pero ella se mantuvo firme en su decisión de andar conmigo. Aunque también notaba señales en ciertas actitudes que mostraban sus dudas hacia la relación, de esos detallitos que te indican que algo no va bien, pero yo pensaba que se solucionarían. 

Seguimos pasando juntos el mayor tiempo posible: a la hora de la comida, en grupo cuando se hacían juegos, incluso me metí a dar estudios bíblicos en inglés para los missionary kids (MK, "emkeys", hijos de misioneros) a quienes ella servía, en las cenas a las que nos invitaban a sus departamentos otros misioneros pues nos echaban la mano para que estuviéramos juntos como pareja. Pero no teníamos suficientes invitaciones o mejor dicho, no las que deseábamos, así que también nos veíamos a escondidas. La ventaja era que ella tenía carro, de modo que salíamos al cine o a cenar o al Mall o a la casa de Adam: Ella no tenía que pedir permiso por ser norteamericana, sólo avisaba; y yo no pedía permiso para salir porque sabía que vendría todo un interrogatorio: a dónde, para qué, de qué hora a qué hora, y con quién; por eso sólo avisaba… a mi compañero de cuarto y buen amigo Benjamín. 

Ella salía en su carro y me esperaba en "El Tigre". Mientras, yo tenía que cruzar la barda del internado de varones sigilosamente, si estaba cerrada tenía que saltarla y luego cruzar un campo abierto como de docientos metros de distancia –ahora ya no se puede pues pusieron una barda de concreto en todo el perímetro, tal vez para dificultarles el escape a los internos-. Puedo recordar ese nerviosismo al ir atravesando furtivamente intentando llegar al "Tigre". Una vez resultó que justo cuando Celeste y yo estábamos en el "Tigre" a punto de salir, llegó también allí la 'Consejera de señoritas', lo cual nos puso en aprietos pero como en las películas, nos escondimos y midiendo los tiempos salimos para meternos al carro, esperamos que se fuera y luego salimos nosotros. ¡En qué situaciones nos metíamos! 

Así fue nuestro noviazgo: lleno de emociones sumamente intensas. Pero no cuento todo lo ocurrido, sería muy extenso, y además prefiero quedarme con esos recuerdos sólo para mí… Lo que sí debo decir es que jugar al filo de la navaja llegaría a herirnos finalmente.

domingo, 19 de octubre de 2014

El llamado de Betsy

Hace unos días recibí respuesta en relación a la pregunta que lancé, en la entrada El llamadoacerca de cómo Dios les ha llamado a servirle. A continuación reproduzco íntegramente lo que Betsy compartió con nosotros:


Hola a todos, mi nombre es Betsy Alfaro tengo 27 años y me congrego en la 'Iglesia Chilanga'. Estoy aquí porque me gustaría compartirles sobre cómo Dios me ha llamado a servirle específicamente con migrantes latinos en EUA. Todo comenzó en un primer viaje a EUA en el verano del 2012. Cuando iba yo a cumplir 15 años no quería una fiesta como normalmente se acostumbra en México, yo pedí a mis padres un viaje a Disneyland, pues era un sueño que desde pequeña tenia. Mis padres dijeron que sí y hasta fuimos a una agencia de viajes para saber los costos de los viajes para quinceañeras. La realidad fue cruda pues los recursos económicos no iban a ser suficientes para cubrir el viaje, mis papás no me lo dijeron pero sabiendo nuestra condición económica lo di por entendido, así que frustré uno de mis mas grandes sueños porque pensé nunca se haría realidad.
Así paso el tiempo, a los 22 años conocí de Cristo, la realidad de las cosas fue que yo no me enamore de Él en ese momento (como a muchos les pasa). Para mí ha sido un proceso que aun hoy 5 años después sigue ocurriendo día con día. Al conocerle comencé a tener nuevos amigos, algunos de ellos de Estados Unidos, a esas alturas había "olvidado" mi deseo de ir EUA, así que no me interesaba mucho en su país o cultura, además no tenia visa. En el año 2012 mi mamá nos tramitó los pasaportes a mi hermana y a mí, pues la economía era mejor y nos debía a ambas nuestro viaje de 15 años, aprovechando el tramite ella sacó el suyo también. El plan era ir a un tour por Europa, sin embargo un día se me ocurrió preguntarle a mamá: "¿Qué países te gustaría visitar para el tour?". Ella dijo: "Si me preguntas a dónde quisiera ir, mi respuesta es New York para ver a mi hermano que hace tanto no veo." Se trataba de mi tío Nando, que llevábamos unos 10 años sin verlo, pues su condición como indocumentado en EUA no le permite salir del país. Total que hablé con mi hermana y le dije que fuéramos a NY a visitar a mi tío, que intentáramos hacer el trámite de las visas, si nos las daban íbamos a EUA, si nos las negaban nos íbamos a Europa. Después de orar mucho y hacer los trámites correspondientes nos las dieron! 
Visitar a mi tío en ese país fue mas difícil de lo que pensé, pues me di cuenta que no era el mismo que fue en México. Aunque su estilo de vida era bueno económicamente hablando no lo era en los otros sentidos, así como para sus amigos. Conocí a mucha gente en ese viaje, incluso tuvimos la oportunidad de ir a otro estado a visitar a la amiga de secundaria de mamá. Todos me contaban acerca de sus historias al cruzar la frontera, incluso los que habían sufrido alguna perdida familiar me contaban con lagrimas en los ojos la impotencia de no poder regresar a casa. En sus historias yo veía tristeza, amargura, desesperación, decepción, dolor e incluso desesperanza, mi corazón latía muy fuerte como si fuera a explotar de dolor con cada historia, mis ojos se aguantaban para no llorar, yo no podía creer que yo sólo había tomado un avión y en 5 horas había llegado allí donde ellos tardaron meses o años en instalarse.
Cuando regresé a México pensaba en querer regresar a ayudar a esas personas, pero dormí ese sentimiento por muchas circunstancias: mi familia, mi trabajo y la más fuerte de todas: "yo me quiero casar y eso va a estorbar en mis planes". El miedo y la inseguridad se apoderaban de mí, así que decidí no pensar más en regresar. 
Pero en diciembre de 2013 la cosa cambió, pues tuvimos nuevamente la oportunidad de ir a celebrar fiestas decembrinas con mi tío y los amigos que dejamos allá, quienes rápidamente nos han adoptado como familia. Al conocerlos más, abrían su corazón conmigo sobre cosas personales que tenían que afrontar en un país donde su condición legal complicaba todo. Dos semanas después de mi estancia en Estados Unidos llegaron dos amigas de la antigua iglesia donde me congregaba. Recuerdo que camino al aeropuerto para recogerlas yo pensaba en contarles toooodo lo que me habían contado estas personas, pues necesitaba el consuelo de mis hermanas en Cristo, pues seguramente ellas sentirían lo mismo que yo al escuchar tantas historias. Cuando veníamos de regreso con ellas en la camioneta de mi tía les venía contando todo y recuerdo haberles dicho: "Es que la vida para el indocumentado aquí es muy difícil y dolorosa." Una de ellas me contesto: "Pues ni modo, están así por que quieren, quien les manda a violar las leyes de EUA y cruzar la frontera ilegalmente." Recuerdo que yo me sentí terrible de haber escuchado eso, ¿cómo era posible que alguien cristiana se expresara así?
El tiempo pasó y ya de regreso a México sentí esa misma inquietud de regresar a EUA a ayudar a migrantes. Así que dos días después de haber regresado me desperté y dije: "Dios, quiero hacerlo, quiero dar a conocer tu amor a los migrantes en EUA." Así, sólo así, como si fuera de la nada, pero yo sé que no fue de la nada, pues Dios ya había puesto en mi ese amor y esa compasión, desde lo mas interno, como Shel dice, Dios me habia llamado todo este tiempo, y con la respuesta de mi amiga sólo confirmé que no todos los cristianos sentímos lo mismo por esas personas. 
Hoy puedo decirles que he decidido obedecer a ese llamado, que estoy segura que debo ir allá a servir a migrantes latinos en EUA. Mi plan es irme en 2016, en el verano, y cada vez todo va tomando forma de la mano del Señor. No ha sido fácil pues he sentido miedo, tristeza e incapacidad de ir allá, me he enfermado mucho, no me he casado, no tengo mucho dinero (pues sirvo de tiempo completo al señor en un ministerio para personas en situación de prostitución) y siento que voy a extrañar mucho a mi familia, amigos, país y cultura pero estoy segura que estoy respondiendo a ese llamado.
Al primero que le conté mi deseo de servir en el extranjero fue a Shel Durán, mi pastor y amigo, él sólo ha obedecido al Señor y me ha apoyado y me está capacitando con un discipulado y con lo que puede ayudarme para que esto sea una realidad. Mis padres aun cuando no son cristianos me apoyan, a veces pienso que no entienden mucho pero veo como Dios les enseña y me sorprenden. Mi hermana menor está muy feliz con la decisión. Mis amigos y la Iglesia me han brindado su apoyo. Así que sólo me queda prepararme y obedecer.  
"Si digo: «No pensaré más en el Señor, no volveré a hablar en su nombre», entonces tu palabra en mi interior se convierte en un fuego que devora, que me cala hasta los huesos. Trato de contenerla, pero no puedo." -Jeremías 20:9.
Gracias Betsy por compartirlo; estoy seguro que Dios te usará grandemente para su gloria. ¡Todos los creyentes han de gozarse, alegrarse y emocionarse, cuando Dios llama a obreros a su mies! Espero que estos relatos sean un reto a cada uno de ustedes, amigos lectores, a obedecer el llamado del Señor a su servicio, y que a quienes ya han respondido y se encuentran sirviéndole, también les anime a compartir su experiencia con nosotros.

miércoles, 15 de octubre de 2014

El seminario no es un paraíso


Debí suponerlo cuando mi tía Moni, que había estudiado en el seminario, me dijo que escribiera mi nombre en las etiquetas de todas mis corbatas y camisas; pero por la emoción, no le presté mayor atención.

Me fui al seminario esperando poner mi mirada “en las cosas de arriba”, de centrarme en lo espiritual y dejar atrás lo mundanal, lo terrenal. Sí, era muy evangélico por aquellos años. Pensaba en el seminario como un lugar idílico. Creía que el seminario sería un paraíso –claro que no el paraíso del Génesis, pero sí una especie de lugar donde todos los que iban y estaban allí eran hombres y mujeres excepcionales, sin ningún tipo de falla, donde todas las personas serían cordiales, amigables, honestas y buena onda… 

Pero estaba equivocado. A lo largo de los años en el seminario me di cuenta de muchas cosas tremendas, cosas que "ni aun se nombran" entre los incrédulos, problemas que muchos piadosos evangélicos prefieren guardar en secreto para no manchar la imagen de tal o cual institución o denominación ante propios y extraños.

De entre muchos casos: Un seminarista estafó a la iglesia a la que "servía" yéndose con el dinero de la construcción y dejando en obra negra la parte del templo que los hermanos deseaban edificar; sin duda siguió aquél refrán evangélico donde se dice que el pastor "va a trasquilar a las ovejas". Un administrativo buscaba que el seminario fuera lucrativo: exprimiendo a los estudiantes aumentando costos; impartiendo la materia de 'Administración' en la que enseñaba "gestión de recursos", tratando de introducir en la mente de los estudiantes aspectos gerenciales para que los aplicaran en la Iglesia, como si esta fuera un negocio; ideando, junto con otros académicos, materias casi como la de Fotografía en las misiones, cursos populistas aunque sin contenido bíblico-teológico; o haciendo cambios estructurales en el seminario de modo que se convirtiera en una universidad rentable.

Varios estudiantes copiaban en sus clases de griego: en vez de hacer sus traducciones ellos mismos, simplemente transcribían o parafraseaban el texto del Interlineal de Lacueva. Otros tantos plagiaban los trabajos con el clásico copy-paste. Y muchos otros copiaban en sus exámenes. Realmente pocos fueron disciplinados por ello. 

Un amigo que hacia limpieza por su beca de trabajo, encontró tirado y escondido un cd de pornografía; "Mejor que lo haya encontrado tirado, significa que quien lo tenía se arrepintió", comentó puntualmente alguien. Un consejero del internado de varones, que se molestaba porque yo ponía alto el volumen de mi música, fue despedido por adulterio, igual que otros profesores. Otros maestros, por diferentes motivos, se divorciaron. Una chica ya no regresó al seminario después de vacaciones porque estaba embarazada. Un joven luchaba con la homosexualidad, al igual que un profesor. Uno de los estudiantes casados quiso abusar sexualmente de un soltero. Una chica soltera coqueteaba con los casados. Y una pareja de novios se fue a un hotel. 

Un estudiante airado con otro, gruñía en el internado: "¡Gringo, bajá, que te voy a romper la cara!". Pastores daban patadas y codazos en los torneos de futbol del seminario peor que jugadores llaneros. El esposo de una profesora, ahora Doctora en teología y administrativa del seminario, queriendo provocarme cuando mi equipo de futbol iba ganando, me gritó: "¡Te crees mucho por ser mexicano!" y me escupió. 

Durante el período intersemestral, quienes se quedaban en los dormitorios saqueaban las cosas de quienes sí se iban de vacaciones; así me robaron a mí. A varios les robaron sus cosas, libros, chamarras, celulares o laptops, en la Biblioteca. A algunos los desvalijaron irrumpiendo en sus cuartos del dormitorio mientras ellos no estaban.

Muchos se saltaban el tiempo de Capilla, un momento de oración, alabanza y predicación, para dormir o hacer la tarea que no habían hecho o para "ligar". Otros transformaban la hora de Capilla en un show de conciertos musicales sin sentido. Algunos predicadores invitados enseñaban herejías o dictaban temas chafísimos. Alguno predicó el mismo tema en dos ocasiones mostrando que no se preparaba.

Había pésimos profesores cuyas clases no cumplían con el nivel académico prometido en el pensum. Un profesor que enseñaba la materia de 'Libros Poéticos' lo hacía con lujuria cuando llegaba al libro de Cantares. De un excelente profesor, ciertos alumnos se quejaban porque era estricto y no como los demás que los dejaban pasar sin mayor esfuerzo. Y el eslogan que los estudiantes recitaban acerca de un seminario era "…donde no se aprende pero se goza".

Y si al leer esto te preguntas: "¿Cómo es que ese tipo de personas está allí?" La respuesta es la misma por la cual tú conoces al Señor: Por pura gracia. Quienes hemos ido al seminario sabemos mejor que nadie que es precisamente allí donde se revela claramente la gracia de Dios. Sí, hay pecado en el seminario, pero donde "abundó el pecado sobreabundó la gracia."

Parafraseando la Vida en comunidad de Bonhoeffer, esto nos lleva a autocomprendernos a la luz de la gracia divina, pues esa gracia que me fue dada a mí también fue dada a mi hermano y es así como vivimos, por su gracia. Pero no pienses que la gracia implica solapar el pecado. Al contrario, la gracia, a veces puede requerir la ruptura, el adiós a mi hermano o hermana que persiste en su pecado por el bien del cuerpo de Cristo, que ciertamente incluye a cada uno del seminario. El pecado –como todos los enlistados aquí por ejemplo, pero también otros no mencionados, como el orgullo, la envidia, la glotonería, el chisme, el egoísmo, etc.- es la oportunidad que Dios nos da de reconocer su gracia ofrecida a todos nosotros y el llamado a vivir bajo ella diariamente. Dios juzga capaces a todos los que conforman el seminario, docentes, administrativos y alumnos, de soportar las graves faltas de los hermanos y da la oportunidad, que es a la vez una prueba, de poder ofrecer su gracia a todos. Esto es para el seminarista preparación para lo que viene en su servicio a la Iglesia. Así fue para mí, para muchos antes que yo y para muchos otros que irán.

El seminario no es un paraíso pero sí un lugar donde la gracia de Dios se manifiesta evidentemente. Una corbata que me quedó de aquellos años me lo recuerda cada vez que me la pongo… todavía tiene mi nombre escrito en la etiqueta.